Friday, January 24, 2014




Trabajo de las privatizaciones

El argumento principal de los Estados para llevar a cabo las privatizaciones es la búsqueda de la mejora de la eficiencia, de la competencia y de las finanzas públicas.
cuando la empresa pública se ha quedado sin razones que justifiquen su existencia, los Estados no encuentras razones para seguir manteniendo un sector público empresarial.

Incremento de la eficiencia  
al poner en marcha el proceso de privatizaciones se mejora la eficiencia. Una de las características fundamentales de las empresas públicas y privadas es la separación entre propiedad y gestión de la empresa, y es lo que da lugar al problema de agencia.
Pero el problema reside en que la empresa pública el principal sería la sociedad electoral que elegiría a unos agentes.Y el problema se acentúa aún más por el conflicto de objetivos que generan entre los distintos principales y los distintos agentes. Además los políticos persiguen su propia función de utilidad. Este problema, unido a que los objetivos perseguidos por una empresa estatal puedes ser múltiples y muy difíciles de precisar, hace que muchas veces las empresas públicas pierdan eficiencia y competividad.

Mejora de las finanzas públicas

Otra razón que aboga a favor de la política de privatizaciones es la mejora de las finanzas públicas ya que la reducción del déficit se consigue con la privatización de las empresas con pérdidas, mientras que la deuda debe realizarse mediante la amortización de las mismas, aplicando para ello los fondos obtenidos de la venta de empresas públicas rentables.

Aumento de la Competencia en el mercado

La apertura de sectores económicos a la competencia persigue el incremento de la eficiencia. 
Además, antes unas de las principales justificaciones de mantenimiento de empresas públicas era la existencia de monopolios naturales, ya que en uno privado el precio nunca sería igual al coste marginal. Pero el avance tecnológico hace desaparecer esta necesidad. El ejemplo más evidente es el de la telefonía, donde la tecnología actual permite competir a varias empresas bien utilizando la misma red, bien a través del empleo de otras redes ya instaladas o bien por sistemas sin red.

Sin embargo, varios estudios no han encontrado que la privatización haya contribuido a mejorar el desempeño de la empresa privatizada.Por lo que:

- No es verdad que las privatizaciones sean una fuente de ingresos netos para el Estado.
- Tampoco es cierto que la privatización haya generado más competencia. Ya que en realidad se ha reproducido el mismo mercado de carácter oligopolista. La prueba la tienen mes a mes todos los españoles cuando pagan las tarifas más elevadas de Europa.
-Y por último no es verdad que la privatización vaya acompañada de la mejor calidad.



Sunday, December 15, 2013

Locura y guerra de clases en EE UU

Por:  
El economista Mark Thoma escribió recientemente una excelente columna para  el Fiscal Times relacionando la lucha contra el límite de deuda con el tema más importante de la desigualdad extrema. Me gustaría señalar que la realidad es incluso peor de lo que Thoma da a entender.  
Cupones de alimentación.
Él lo expresa en su blog de esta manera: “El incremento de la desigualdad y la diferente exposición al riesgo económico han hecho que un grupo considere que son los que “hacen” en una sociedad en la que mantienen al resto y pagan la mayoría de las facturas, y que el otro grupo son los que “toman” ya que reciben todos los beneficios. El estrato más alto se pregunta, ‘¿Por qué deberíamos pagar la seguridad social cuando recibimos pocos o ninguno de sus beneficios?’ y eso lleva a atacar estos programas”.  
Por eso relaciona la lucha contra el límite de deuda con la influencia de los ricos, que quieren desmantelar el Estado de bienestar porque no significa nada para ellos y porque quieren unos impuestos más bajos.
Uno podría añadir que esa misma desigualdad que distancia a los ricos de las preocupaciones normales y corrientes les da un mayor poder y eso hace que sus opiniones en contra del Estado de bienestar tengan una influencia mucho mayor.
Entonces, ¿por qué las cosas están incluso peor de lo que dice Thoma? Porque muchos de los ricos se muestran selectivos a la hora de oponerse a que el Gobierno ayude a los desfavorecidos. Están en contra de cosas como los cupones para alimentos y los subsidios de desempleo. Pero ¿a favor de rescatar a Wall Street? ¡Sí!    
En serio. Charlie Munger, el vicepresidente de Berkshire Hathaway, dijo en 2010 que deberíamos “dar gracias a Dios” por los rescates bancarios, pero que la gente normal y corriente que estaba viviendo una época difícil debería “aguantarse y salir adelante”. Y el consejero delegado de AIG - ¡el consejero delegado de una empresa rescatada! -señaló aThe Wall Street Journal que las quejas sobre las primas a los ejecutivos de dichas empresas son tan malas como los linchamientos (no me lo estoy inventando)-.  
La cuestión es que los súper-ricos no se han convertido en nuestro John Galt; no realmente, aunque piensen que lo han hecho. Se parece mucho más a la guerra de clases pura, a una defensa del derecho de los privilegiados a mantener y a aumentar sus privilegios.   

Thursday, December 5, 2013

Teoría del desarrollo capitalista

PRIMERA PARTE : VALOR Y PLUSVALÍA

I. El método de Marx

1.El uso de la abstracción
Desde el punto de vista formal, la metodología económica que utiliza Marx puede parecer similar a la de sus predecesores clásicos, pues es partidario del método abstracto-deductivo.
Pero también aceptaba las teorías modernas de las aproximaciones sucesivas, donde se avanza de los mas abstracto a lo mas concreto.
Observados los diferentes economistas y sus objetivos, se obtiene que aunque no manejen de la misma forma sus materiales y haciendo las abstracciones de manera diferente a los otros, cada uno puede tener razón desde el punto de vista del problema que estudia.
Como lo hacia notar Hegel, debe diferenciarse lo esencial de lo no esencial para poder hacer posible el análisis: esta es la cuestión fundamental de la abstracción, pero la pregunta es como hacer esta diferenciación. ¿Que es aquello que consideraremos esencial?

Marx se concentro en el derecho y la filosofía, pero sus inclinaciones radicales le impidieron adquirir una posición docente. Con ese carácter entro por primera vez con problemas sociales y con nuevas ideologías, como el socialismo y el comunismo, procedente de Francia.
Esto le lanzo al estudio de la historia de Francia y de la economía política de Inglaterra.
Y fue su actitud frente a la economía política, lo que le determinase a hacer de los estudios económicos su principal ocupación.
''Mis estudios me condujeron a la conclusión de que las relaciones legales al igual que las formas de estado no podían ser entendidas en si mismas, si no que tienen sus raíces en las condiciones materiales de la vida.
En la producción social, los hombres entran en determinadas relaciones independientes de su voluntad, y la suma de todas estas relaciones constituye la estructura económica de la sociedad.
Estas relaciones de producción entran en conflicto con las fuerzas materiales, lo que provoca el periodo de revolución social.''

A partir de aquí consideraremos, que la principal preocupación de Marx es el cambio social. La economía política no es importante por si misma sino porque en su esfera es donde se encuentra el cambio social.
Por tanto, la clave del cambio social se encuentra en los movimientos del método de producción y de las leyes que rigen esto.
A diferencia de Hegel, siguió los conflictos históricos hasta llegar al modo de producción, pues decía que la historia de todas las sociedades, es la historia de la lucha de clases.
Estos elementos mencionados, son los esenciales que deben ser aislados y analizados mediante el método de abstracción.

''El capital es la fuerza que domina todo en la sociedad burguesa'' Con esta frase Marx pretendía decir que la relación económica principal es la que existe entre capitalistas y obreros. Que la relación entre el trabajo asalariado y el capital es lo que precisa todo el carácter del método de producción.
Esta relación entre la burguesía y el proletariado debe ser el elemento central de la investigación.
La ley general absoluta de la acumulación capitalista, es lo que ha sembrado grandes diferencias entre los partidarios y los detractores de Marx.

2. El carácter histórico del pensamiento de Marx
Para Marx la realidad social es el proceso histórico, donde los sistemas sociales se encuentran con las fuerzas productivas.
El proceso de cambio social, no es completamente mecánico, sino que es producto de la acción humana, pero que dicha acción se encuentra limitada por la presión de la clase social.
Pues los hombres hacen su propia historia pero no pueden decidir sobre las circunstancias que ya les vienen dadas del pasado.
Para los afines al pensamiento de Marx, el carácter histórico es una premisa mayor, que permite al individuo permanecer fuera del sistema y criticarlo en su conjunto. También permite tener una actitud critica a los cambio pasados, presentes y futuros que sufre el sistema.

II. El problema del valor cualitativo

1.Introducción
Se considera ''mercancía'' a todo lo que se produce para el cambio, y el estudio de las mercancías es el estudio de la relación económica del cambio.

Para Smith la división del trabajo es el origen del aumento de la productividad. Por tanto el cambio es anterior a la división del trabajo y causa de ella.
Sin embargo, Marx no niega la existencia de la relación entre la producción y la división del trabajo, pero no de la manera en que lo hace Smith. Pues niega que la división del trabajo este ligada al cambio, por lo que la producción no es la forma universal de la vida económica.
A partir de este punto la producción de mercancías es analizada desde el punto de vista histórico-social.
La relación cuantitativa entre productores, oculta una relación especifica de manera histórica entre productores.

2. Valor de uso
Toda mercancía tiene un valor de uso y un valor de cambio.
El valor de uso expresa la relación entre el consumidor y el productor consumido.
Marx excluye el valor de uso, como objeto de investigación de la economía política, pues no esta dentro de la relación social.
Pero tiene un papel importante, pues es una precondición del consumo.

3.Valor de cambio
El valor de cambio es una relación cuantitativa entre las mercancías. Que es una forma de la relación social entre propietarios de mercancías.
Debemos aclarar que el cambio de mercancías es un cambio de los productos del trabajo de productores individuales. Sin embargo una mercancía individual, posee la calidad social que se manifiesta cuantitativamente en el valor de cambio.

4.Trabajo y valor
El trabajo tiene dos aspectos significativos, uno referente al valor de uso y el otro al valor de la mercancía que produce.
Cuando Marx considera que el trabajo es la sustancia del valor , habla siempre del trabajo considerado como trabajo abstracto.

5.Trabajo abstracto
El trabajo abstracto es abstracto solo en el sentido de que se pasan por alto todas las características que distinguen una clase de trabajo de otra. Marx quiere decir con ello ''trabajo general''
Considera que la reducción de todo trabajo a común denominador , hace que puedan ser comparadas entre si y agrupadas para formar un conjunto social.
Esta abstracción del trabajo es el resultado de una suma concreta de diferentes clases de trabajo. Pues el trabajo se ha convertido en un medio para crear riqueza y ha dejado de desarrollarse en un destino particular.
Resumiendo se puede decir que la reducción de todo trabajo a trabajo abstracto, deja ver que es una suma de fuerzas de trabajo social que es susceptible de acuerdo con la necesidad social de cada momento determinado.

6.La relación de lo cuantitativo con lo cualitativo en la teoría del valor
La investigación revela que la mercancía tiene en común con todas las demás el hecho de absorber una parte del total de la fuerza de trabajo disponible en la sociedad., y es esta característica lo que hace de la mercancía el punto de partida de la economía política en la modernidad.
La mercancía, que también es un valor, ha absorbido parte de la actividad productora de riqueza de la sociedad.
Por todo ello, la tarea central de la teoría del valor cuantitativo surge de esta definición del valor como magnitud.

7.El carácter fetichista de las mercancías.
Por todo lo anterior mencionado, bajo las formas de organización social esta la sustancia de las relaciones sociales.
En su doctrina fetichista, Marx se da cuenta de la importancia de la ideología en la época moderna, y la relación entre los hombres se basa en una simple relación entre cosas.
''Este carácter fetichista del mundo de las mercancías tiene su origen en el carácter social del trabajo que produce mercancías.''
En otras palabras, el trabajo del individuo se afirma como parte del trabajo de la sociedad solo a través de las relaciones que se establecen entre los productores.
Los productores individuales tratan con su prójimo solo a través del mercado, donde los precios y la cantidad vendida constituyen la realidad y los demás individuos solo son instrumentos.
Para estos, el movimiento social, toma la forma del movimiento de las cosas que rigen a los productores, en lugar de ser regidas por ellos. Donde el proceso de producción tiene el dominio sobre el hombre y no al revés como debería.
Por todo ello, el orden social se convierte en una segunda naturaleza como dijo Luckacs.
La aplicación de las ideas y métodos de la ciencia natural a la sociedad es uno de los rasgos mas notables del periodo capitalista.

La materialización de las relaciones sociales a provocado dos cosas, la primera que las categorías de la economía capitalista sean vistas como categorías inevitables de toda la vida economía general.
En segundo lugar, la atribución de poder independiente a las cosas en el proceso de producción.
Pero apartándonos de la economía política, todo esto tapa el verdadero carácter de clase de la sociedad capitalista. Pues el obrero no advierte su falta de acceso a los medios de producción por los que poseen el monopolio, y que esta siendo explotado en beneficio de otros.

III. El problema del valor cuantitativo

1. El primer paso
Para Marx lo que cambia el curso de la historia es el modo de organizar y llevar a cabo todas las actividades de producción y distribución.
Donde el valor de cambio es una característica de las leyes que gobiernan la asignación de la actividad productiva en una sociedad productora de mercancías.
Se supone que las mercancías cuya producción requiere un tiempo igual se cambian sobre la base de uno por otro.
El trabajo socialmente necesario concierne tan solo la cantidad de trabajo realizado y no tiene nada que ver con el valor de uso o utilidad.
Ademas el trabajo calificado debe tener una mayor capacidad de producir valor pues es la suma de los trabajos simples.
Y el trabajo calificado puede ser por una mayor habilidad o por un entrenamiento superior.
Si es por una habilidad superior, solo es necesario colocarlos en la misma linea de produccion para medir su efectividad relativa.
Si depende de una mejor formación, esta claro que el obrero superior emplea no solo su propio trabajo sino el de sus maestros, por lo que la productividad debe ser superior.

2.El papel de la competencia
Es obvio para todos que lo que tarda en producirse dos días valga el doble que lo que se produce en uno.
Por ello, los dueños de los medios de producción tienen el deseo y la posibilidad de competir libremente por ventajas que puedan transferir su trabajo de una linea de producción a otra. Debido a esta clase de competencia en una sociedad de producción simple, la oferta y la demanda estarán equilibradas solo cuando el precio de cada mercancía sea proporcional al tiempo requerido para producirla.
Por tanto, Marx considera que la ley de la oferta y la demanda contradice la teoría del trabajo.

3.El papel de la demanda
Muchos autores consideran que Marx ha ignorado el papel de la demanda en la determinación de las relaciones de valor cuantitativo, sin embargo no fue así.
Dice textualmente que la sociedad puede usar tanto de su trabajo total para esta clase particular de producto en las condiciones corrientes de la producción.
Hay dos razones que explican este desdén, la primera es que bajo el capitalismo la demanda efectiva es solo parcialmente una cuestión relativa a las necesidades de los consumidores, pero esta es elástica y cambiante.

En la medida en que se acepta la proposición de que la demanda del mercado esta dominada por la distribución del ingreso parecería que no podemos escapar a la conclusión de que los problemas del valor deben ser abordados por la vía de las relaciones de producción.
Las necesidades en la medida que no surgen de demandas biológicas, son un reflejo del desarrollo técnico de la sociedad.
Schumpeter observa que los cambios en los gustos de los consumidores no tienen importancia a menos que ocasionen transferencia en el ingreso real.
Como dijimos al principio, la demanda juega un papel muy importante en su análisis, pero lo que tiene que decir de ella esta dominada por la distribución del ingreso, según las relaciones de producción existentes.

4. 'Ley del valor'' vs ''Principio de planeación''.
Lo que Marx resume las fuerzas actuantes en una sociedad productora de mercancías que regula tres aspectos: las proporciones del cambio de mercancías, la cantidad producida de cada una y la asignación de las fuerzas de trabajo a las diferentes ramas de la producción.
Las fuerzas de trabajo incluyen la norma de las necesidades sociales que se modifica según el ingreso de cada individuo y por otra parte la fuerza que equilibra la demanda y la oferta.

La ley del valor es una teoría de equilibrio con referencia a la producción simple de mercancías adaptada al capitalismo.
La función de la ley consiste en en explicar como se asigna el esfuerzo productivo y cual es el resultado.
En la medida en la que la asignación de la actividad productiva es sometida a un control consciente, la ley del valor pierde su pertinencia y su importancia, pues el principio de la planeación la sustituye.


5. El valor y el precio de producción.
El precio es tan solo la expresión monetaria del valor, y los precios de producción son las modificaciones de los valores.

6.Precio del monopolio.
La introducción de elementos de monopolio en la economía dificulta el funcionamiento de la ley del valor como reguladora de las relaciones cuantitativas de producción y de cambio.
El control de la oferta por el monopolista le permite aprovecharse de las condiciones de la demanda.
Ademas las discrepancias entre el precio del monopolio y el  valor no esta sometidas a ninguna regla general, como sucede con las discrepancias entre el valor y el precio de producción.
Si tratamos de plantearlo de otra manera, la existencia de monopolios no altera las relaciones sociales básicas de la producción.
Y esto ultimo es muy importante, pues aun en condiciones de monopolio podemos seguir comparando las mercancías en términos de unidades de trabajo.


IV. Plusvalía y capitalismo

Es importante no confundir la producción de mercancías con el capitalismo, pues el capitalismo implica la producción de mercancías pero no es correcto al revés.

1. Introducción.
Bajo el capitalismo la propiedad de los medios de producción corresponde a un conjunto de individuos, mientras que otro realiza el trabajo.
Ademas se considera que tanto los medios de producción como la fuerza de trabajo son mercancías, es decir que se pueden intercambiar por otras.

En la producción simple el productor vende su mercancía a fin de comprar otros productos para satisfacer sus necesidades, y este es para Marx en ciclo natural.
Sin embargo bajo el capitalismo, el capitalista se presenta en el mercado con dinero, compra mercancías que llevan a cabo el proceso de producción y regresa al mercado, que convierte eso en aun mas dinero.
Este incremento del dinero final respecto del inicial, es lo que denomina plusvalía.
''La circulación del capital es un fin es si mismo, por tanto no tiene limites''

2.El origen de la plusvalía.
El capitalista encomienda al obrero cualquier actividad en su fabrica, de esta manera compra su capacidad de trabajo.
Por todo ello, la fuerza de trabajo es una mercancía y debemos analizar que valor tiene como tal.
''El valor de la fuerza de trabajo se determina por el tiempo de trabajo necesario para la producción de una mercancía.''

Marx se plantea como el capitalista tiene mas dinero al terminar el ciclo que cuando lo empezo.
Con su trabajo el trabajador produce mas que los simples medios de subsistencia, por tanto se pude dividir entre trabajo necesario y trabajo excedente.
Al trabajador se le es recompensado con salario por el trabajo necesario, y el capitalista se apropia del trabajo excedente en forma de plusvalía.

3. Los componentes del valor.
El valor de los materiales y la maquinaria se denomina capital constante, la fuerza de trabajo es denominada como capital variable.
Si sumas ambos valores con la plusvalía obtienes el valor total del proceso de producción de mercancías.

4.La tasa de la plusvalía.
La tasa de la plusvalía es la forma capitalista de Marx para la tasa de explotación, que es lo mismo que la proporción de trabajo excedente con respecto al trabajo necesario.
La magnitud de la tasa de plusvalía es dada por tres factores: La duración del día de trabajo, la cantidad de mercancía  que entra en el salario real y la productividad del trabajo.
Cada uno de estos factores es por turnos el punto central del análisis económico.

Ademas es importante mencionar que la suposición de tasas iguales de la plusvalía se basa, en determinadas tendencias de la producción capitalista.  Los obreros se trasladan a zonas de salarios mas altos y los productores intentan tener los métodos técnicos mas avanzados.

5. La composición orgánica del capital.
Marx llama composición orgánica del capital a la medida de la relación entre capital variable y capital total usado en la producción.
En otras palabras, la composición orgánica del capital muestra la amplitud en la que el trabajo es provisto de materiales y maquinaria en el proceso productivo.
Los factores que determinan esto son:
La tasa de los salarios reales, la productividad del trabajo, el nivel común de la técnica y la amplitud de la acumulación de capital en el pasado.

6.La tasa de la ganancia.
La tasa de ganancia es la proporción de la plusvalía con respecto al desembolso total del capital.
En primer lugar, si identificamos la plusvalía con la ganancia suponemos que no hay que pagar ninguna porción de plusvalía al propietario en forma de renta.
En segundo lugar el capitalista calcula la tasa de ganancia sobre su inversión total por un periodo de tiempo dado, que es un año.

Para Marx esto implica que la maquinaria y fuerza de trabajo suponen un coste que se recupera con la plusvalía al final del año transcurrido.
Los factores que determinan la tasa de ganancia son idénticos a los de la composición orgánica del capital.
Si las tasas de plusvalía y ganancia son iguales en todas partes, la composición orgánica del capital también debe ser la misma en todas partes.
Es por los tanto, inevitable  la conclusión de que en el mundo real de la producción capitalista, la ley del valor no ejerce un control directo.

La teoría de Marx es para algunos insatisfactoria, pero sustituyéndola por una prueba adecuada demostraremos que tanto su método como sus conclusiones son correctas.
Se concluye el análisis con una cita de Bortkiewicz:  “Suponiendo que la composición orgánica del capital fuese la misma en todas las esferas de producción, la ley del valor controlaría directamente el cambio de mercancías sin detener la explotación de los obreros por los capitalistas y sin reemplazar el deseo de ganancia de los capitalistas  por ningún otro motivo.









SEGUNDA PARTE : PROCESO DE ACUMULACION

V. La acumulación y el ejército de reserva
           
1. La reproducción simple
Quena, el líder de los Fisiócratas, invento lo que denomino la Tablea economique, Marx hizo su propia versión de ella que denomino la reproducción simple.
Los requisitos para el funcionamiento de la reproducción simple son que el sistema capitalista que conserva indefinidamente las mismas dimensiones y proporciones entre sus diversas partes. Que los capitalistas repongan cada año el material gastado y usado, que empleen su plusvalía en el consumo y que los obreros gasten todo su salario en el consumo. Si no se dieran estas pautas daría lugar a una acumulación o un agotamiento de la existencia de medios de producción.
La reproducción simple:
La industria se divide en dos ramas. En la primera rama (I) se encuentran los medios de producción y en la segunda rama(II) se encuentran los artículos de consumo, unos para obreros y otros para capitalistas, denominados de lujo. Por lo tanto en modo de formula las ramas se representan de la siguiente manera:
(I): c1+v1+p1=w1
(II): c2+v2+p2=w2
En las cuales v1 y v2 es el capital variable, p1 y p2 es la plusvalía y w1 y w2 es el producto. Ambas ramas se combinan para que se cumplan las condiciones de capital constante, que es la producción total en bienes de producción y el consumo combinado de capitalistas y obreros que es la producción total de la rama de articulas de consumo. Tras esta combinación la formula quedaría de la siguiente forma:
c1+c2=c1+v1+p1 ---- v1+p1+v2+p2=c2+v2+p2---- c2= v1+p1. Esta es la condición básica de la reproducción simple. El valor del capital constante usado en la rama de artículos de consumo es igual al valor de las mercancías consumidas por los obreros y capitalistas dedicados a producir medios de producción.
Al examinar el plan de reproducción simple con más detalles, es decir el análisis de interconexiones de la producción total y el ingreso, se observa que la producción tiene dos amplias categorías, la primera es una producción total de medios de producción y la segunda es la producción total de artículos de consumo y esto a su vez sumado da lugar a la oferta social.
Por otra parte tenemos el ingreso que se divide en tres categorías, el ingreso del capitalista( libre de gastar en el consumo, es decir la plusvalía), el ingreso del trabajador(salario) y el ingreso del capitalista a gastar en medios de producción. Estos a su vez se subdividen en seis categorías, uno por cada rama de la reproducción simple. La suma de todas las categorías condicionan la demanda total de mercancías.
Existen varias discrepancias entre el equilibrio de la oferta y la demanda. C1 representa a la vez la oferta y la demanda de medios de producción. Solo se producen cambios entre los capitalistas de la sección 1, el valor por la cantidad c1 realiza un recorrido circular, el problema que existe demanda que tenemos que relacionar las dos rama, y es  con la negociación como se consigue el equilibrio. La rama (I) tiene la demanda de medios de producción y la demanda de consumo iguales a v1+p1, y la rama (II) tiene la demanda de medios de producción y la oferta de consumo, que corresponde a C2.

2. Raíces de la acumulación
Los valores de uso no deben nunca considerarse como el fin real del capitalista. Se ha construido un sistema en el cual los capitalistas reciben el mismo ingreso año tras año y lo consumen hasta el último dólar. Los valores de uso tendrían que ser considerados como el fin que persigue el capitalista.
La reproducción simple implica la abstracción de los más esencial en el capitalista y es que este convierte una parte de su plusvalía en capital adicional. Su capital acrecentado le permite apropiarse de aun mas plusvalía que convierte en capital adicional y este proceso es conocido como la acumulación del capital. Marx dice que el deseo del capitalista es aumentar el valor que controla y que proviene de su posición especial en una forma particular de organización de la población social. Acumular es conquistar el mundo de la riqueza social.
El capitalista es el que más acumula, emplea métodos técnicos más avanzados y eficientes para el perfeccionamiento. Se intenta comparar las ideas de Marx con las teorías de la abstinencia y la espera. En las cuales, la primera se refiere a abstener de consumir conlleva acumular, pero los capitalistas quieren consumir y acumular. Con respecto a la segunda teoría, la teoría de la espera, es que finalmente los capitalistas desean consumir lo que poseen pero prefieren esperar para consumirlo con intereses en el futuro.

3. La acumulación y el valor de la fuerza de trabajo: planteamiento del problema
La reproducción ampliada, es una interrelación entre ofertas y demandas, cuando los capitalistas ya no consumen totalmente su plusvalía esta se divide en tres partes, la que consumen los capitalistas, el capital constante y la tercera el capital variable.
La explicación que se le da a esto, es que la acumulación, produce un aumento en la demanda de la fuerza de trabajo y esto a su vez aumenta la demanda de una mercancía cualquiera, es decir su precio sube en sí mismo y se desvía del precio respecto a su valor. El equilibrador de oferta y demanda de las fuerzas de trabajo no existe, por lo tanto, la fuerza de trabajo marca el desequilibrio y no hay igualdad entre los salarios y el valor de la fuerza de trabajo. Esto se comprende mejor con la teoría cuantitativa del valor y la ganancia de Ricardo que dice: El trabajo, puede aumentar o disminuir en cantidad, tiene su precio natural y su precio de mercado. El precio natural, es el precio necesario para que los trabajadores puedan subsistir y perpetuar la raza sin aumento ni disminuciones.  Esta teoría reside a su vez en la teoría de la población, que parte de la estructura teórica de la economía política clásica, de la cual Marx esta totalmente en contra.
           
4. La solución de Marx : el ejército de reserva
El ejército de reserva consiste en una reserva de obreros desocupados que, mediante su competencia activa en el mercado de trabajo, ejercen una presión constante, hacia abajo, en el nivel del salario. El ejército de reserva está formado principalmente por obreros desplazados por la maquinaria.
Según Marx, la introducción de la maquinaria para economizar el trabajo es como una respuesta más o menos directa de los capitalistas a la tendencia  ascendente de los salarios.
La formula se expresa de la siguiente forma: el ascenso de la maquinaria produce un aumento de los despidos, que a su vez produce el aumento del ejército de reserva y un descenso de la demanda de trabajo.
Según Ricardo, la maquinaria libera obreros, sin liberar el capital variable necesario para su empleo en otras partes, su reempleo depende de la acumulación adicional.
Se habla de que es necesaria una crisis y que el capitalismo sin crisis es inconcebible.
Explicación del ejército de reserva:

5. La naturaleza del proceso capitalista
La economía política clásica, que tan firmemente se apoya en la teoría Maltusiana de la población, se inclino siempre a predecir el fin inminente del progreso económico. El razonamiento era elevado y convincente en su simplicidad. La acumulación estimula indirectamente el desarrollo de la población, el aumento del número de habitantes obliga a recurrir a tierras inferiores, las cosas necesarias para la vida solo pueden producirse, por consiguiente, a costo sin cesar creciente en términos de horas - hombres. Lo que explica que el capitalismo cesara cuando las ganancias sean bajas.
En 1870 se dieran cuenta de que la teoría de la población no valía, Marx se protegió de este colapso incluyendo el ejército de reserva en vez de la teoría de la población. Eran esenciales los cambios en los métodos y había una fuerte influencia de la estructura institucional e ideológica.
La base del proceso de la teoría de la evolución económica de Marx, se basa en la noción fundamental del proceso capitalista como aquel que, en principio, implica la acumulación incesante acompañada de cambios en los métodos de reproducción.

VI.La tendencia descendente de la tasa de la ganancia

1.  La formulación de la ley por Marx
La misma cantidad de trabajo, operando con un equipo mas perfeccionado y eficiente, puede elaborar mas materiales y rendir un volumen cada vez mayor de productos acabados, esto quiere decir que la productividad de trabajo crece de manera continua. ( se expresa con la formula g=p'(i-0), en la cual se representa la plusvalía y la composición orgánica).
Con la teoría de la ley demostraba que ciertos obstáculos internos se oponían al desarrollo indefinido de la producción capitalista. Por una parte, una composición orgánica ascendente del capital es la expresión de la creciente productividad del trabajo, por otra parte, la tasa descendente de la ganancia que la acompaña tiene que cerrar el fin de los cauces de la iniciativa capitalista.

2. Las causas contrarrestan tés
Hay seis causas que anulan la ley general de la tasa descendente de la ganancia, pero no se explican en esta parte del texto. Lo que se explica a continuación son otras cinco causas que se calcifican según que su efecto sea mantener baja la composición del capital o elevar la tasa de plusvalía.
1. Abaratamiento de los elementos del capital constante: el uso creciente de maquinaria, elevando la productividad del trabajo, disminuye el valor por unidad del capital constante
2. Aumento de la intensidad de explotación: la prolongación de la jornada de trabajo y en los que hoy se llamaría acelerar y estirar. La prolongación de la jornada de trabajo eleva directamente la tasa de plusvalía, aumentando la cantidad de trabajo excedente sin afectar la de trabajo necesario. El acelerar y estirar, por otra parte, eleva la tasa de plusvalía haciendo entrar el trabajo necesario en un tiempo más corto y dejando así una parte mayor de la jornada de trabajo no alterada para el trabajo excedente.
3.Depresión de los salarios más debajo de su valor: reducción de salarios, que los capitalistas están dispuestos a adoptar cada vez que pueden.
4.Sobrepoblación relativa: una más alta composición orgánica del capital, deja libres a cierto número de trabajadores y crea así la sobrepoblación relativa o el ejército de reserva.
5.Comercio exterior: el comercio exterior hace posible adquirir materias primas y artículos necesarios para la vida, más baratos que si se produjeran en el país.

3. Una crítica a la ley
La productividad acrecentada del trabajo del obrero beneficia a este en igual grado que al capitalista, esta es la principal razón para dudar de si la ley es correcta o no.
La distinción del capitalismo es la creación de un ejército de reserva. Difícilmente se justifica la suposición de Marx de una tasa constante de la plusvalía coexistiendo con una composición orgánica ascendente del capital y lo correcto sería decir que la tasa de la ganancia bajará si el porcentaje de disminución es la proporción del capital variable con respecto al capital total.
Marx pensó que cualquier periodo considerable, los cambios en la composición orgánica del capital deben ser de fijo enormes. Pero la composición orgánica del capital es una expresión de valor; y debido a la productividad del trabajo en ascenso constante, el crecimiento en el volumen de maquinaria y materiales por obrero no debe considerarse como un índice del cambio en la composición orgánica del capital.
No es posible demostrar una tendencia descendente de la tasa de la ganancia comenzando el análisis por la composición orgánica ascendente del capital. Algo seguro es que el aumento en la composición orgánica del capital tenderá a restablecer la tasa de la plusvalía, es decir, acrecentar el volumen de la plusvalía mas allá de lo que éste hubiera sido en ausencia del aumento de la composición orgánica del capital.
Hay seis fuerzas para deprimir la ganancia o elevarla son:
1. Sindicatos: combaten la tendencia descendente de la tasa de ganancia, los capitalistas están igualmente empeñados en tratar de hacer caer los salarios.
2. Acción del Estado en beneficio de los trabajadores
3. Organizaciones patronales: actúan para mejorar la posición contractual del capital frente al trabajo, ejercen una influencia ascendente en la tasa de la ganancia.
4. Exportación del capital: actúa para mitigar la presión sobre el mercado de trabajo domestico, y en esta forma impide que la acumulación tenga todo su efecto depresivo sobre la tasa de la ganancia.
5. Formación de monopolios: los capitalistas individuales crean monopolios con la esperanza de mejorar su propia tasa de la ganancia.
6. Acción del Estado en beneficio del capital: las tarifas protectoras pueden tener el efecto de elevar la tasa de la ganancia general.


VII. La transformación de los valores en precios.

1. El planteamiento del problema
El autor hace un resumen del capítulo V, poniendo un ejemplo detallado con números y en lo que fija que una situación de equilibrio debe caracterizarse por la igualdad en las tasas de la ganancia vendidas por todas las industrias del sistema, ya para culminar el apartado hace alusión a la teoría del valor diciendo: " La teoría del valor, es compatible con los fenómenos reales de la producción".

2. La solución de Marx
Los capitalistas se moverán en busca de la tasa de la ganancia más alta posible, hasta que ninguno pueda mejorar su situación por un nuevo movimiento, un estado de cosas que solo se alcanzará cuando la tasa de la ganancia sea la misma para todas las industrias. Según Marx la suma de valor producido, será la misma que antes, ya que no ha habido cambio en el número de horas total empleadas, es decir, la suma total de capital como la suma de plusvalía quedaran inafectadas.
En términos de valor esto se representa de la siguiente forma:
(I) c1+v1+p1=w1
(II) c2+v2+p2=w2         =  C+V+P=W
(III) c3+v3+p3=w3
En términos de precio tomando la formula de la tasa media de la ganancia g= P/ C+V.
c1+v1+g(c1+v1)=G1
c2+v2+g(c2+v2)=G2    =  C+V+g(C+V)=G
c3+v3+g(c3+v3)=G3
El autor expone un grafico en que se observan que las ganancias no siempre son las mismas en las industrias pero que el total no varía, esto quiere decir, que si la industria(I) sube las demás bajan y viceversa.
También en el cálculo del precio por Marx sale que los trabajadores acumulan capital, lo que hace pensar que el método marxista de transformación es insatisfactorio.




TERCERA PARTE: CRISIS Y DEPRESIONES

VIII. La naturaleza de las crisis capitalistas.

Marx nunca perdió de vista el problema de la crisis, ya que éste reaparecía sin cesar.
Las crisis son fenómenos extraordinariamente complicados.
La crisis real se entiende por el movimiento real de la producción capitalista, de la competencia y del crédito, entendiendo estos como toda estructura de organización de los mercados. Sin embargo, en Marx no se encuentra un examen completo de la materia.

1.La producción simple de mercancías y las crisis
Una moneda bien aceptada es fundamental para una sociedad que ha avanzado más allá de la etapa del trueque ocasional, hasta el punto de satisfacer sus necesidades por medio del cambio privado.
El trueque queda traducido como M-M, es decir,  mercancía contra mercancía y la moneda como M-D-M, es decir, mercancía contra dinero y dinero contra mercancía.
La introducción de dinero se ha representado como un gran paso hacia delante, ya que el productor no está obligado a buscar a alguien que tenga lo que necesita y viceversa.
Pero este cambio privado trae consigo la posibilidad de una crisis, ya que si se produce una interrupción en el proceso de circulación puede afectar a toda la economía. Dando lugar a mercancías invendibles y a necesidades insatisfechas, conocido como la crisis de la sobreproducción. En la que la sobreproducción es el resultado de la crisis, no la causa de ésta.

La crisis de la sobreproducción se basa en: A vende y deja de comprar a B, por lo que B no puede comprar a C y éste no puede comprar a D.
Si logramos averiguar porque A vendió y no pudo comprar, se habrá descubierto la causa de la crisis.

2.La ley de Say
La ley de los mercados de Say hace referencia al discípulo Adam Smith y al contemporáneo Ricardo.
La ley de say sostiene que una venta sigue invariablemente una compra por igual cantidad, es decir, no se puede interrumpir la circulación M-D-M y por lo tanto no puede haber crisis ni sobreproducción. Ya que según esta teoría un hombre no produce sino con el propósito de consumir o vender y nunca vende con la intención de comprar alguna otra mercancía. Produciendo se convierte en el consumir de sus productos o de otras personas.
Donde el dinero es sólo el medio de pago por el cual se efectúa el cambio.

Marx ridiculiza tal planteamiento porque uno aunque haya vendido, no está obligado a comprar. Para Marx el dinero es el medio por el cual el cambio se divide en venta y compra. “Si uno vende y deja de comprar es el resultado de la crisis”, por lo que cabe la posibilidad de división y separación de operaciones esencialmente complementarias.



3.El capitalismo y las crisis
La forma de producción M-D-M característica de la producción simple de mercancías, se convierte bajo el capitalismo en D-M-D.

M-D-M: la primera M no tiene valor de uso, y la segunda M se desea porque tiene un valor de uso mayor. Así el propósito de cambio es la adquisición de valor de uso.
El obrero empieza con la fuerza de trabajo, que es la mercancía, por la cual recibe dinero y emplea éste en adquirir artículos necesarios.

D-M-D`: el capitalista como tal, inicia su carrera con dinero, lanza este a la circulación a cambio de fuerza de trabajo y medios de producción y finalmente aparece en el mercado con mercancías que transforma de nuevo en dinero.
La D del principio y final representa el valor de cambio. Para que tenga sentido debe haber una diferencia entre D y D´, de forma que D´-D =AD (tasa de ganancia) sea positiva.

Este es un nuevo elemento que faltaba en la producción simple de mercancías.

Por tanto el obrero está estimulado por un deseo de valores de uso y su acumulación de dinero no tiene nada que ver con la del capitalista, porque este trata de asegurarse una afluencia de valores de uso y el capitalista tiene la tendencia de apropiarse de más y más riqueza.
El capitalista está interesado en lograr que AD sea todo lo grande posible, o sea, en elevar al máximo su tasa de ganancia.
Cualquier interrupción en el proceso de la circulación o cualquier retención de compra respecto del mercado, dará origen al fenómeno de la sobreproducción y se producirá un descenso de la producción.

Pero la diferencia entre este caso y el anterior, es que en el anterior caso era difícil saber que era lo que iniciaba tal contracción. En este caso es que si ocurre algo en el AD, el capitalista deja de lanzar dinero a la circulación.

-         Si AD (tasa de ganancia) desaparece o se vuelve negativo, los capitalistas retiran su capital, por lo que se reducirá la circulación y comienza la crisis de sobreproducción.
-         Si AD desciende aunque siga positiva, cada capitalista individual escoge dos líneas de acción:
1.      devolver el dinero a la circulación.
2.      conservarlo en su forma de dinero. Como es capitalista tarde o temprano va a reinvertir su dinero.
Por lo tanto, ambas van a reinvertir su dinero.

-         Si la tasa de ganancia desciende del nivel ordinario, los capitalistas retiran su dinero y lo colocan en otra industria.
-         Sin embargo, si todas las tasas de ganancia descienden en todas las industrias, los capitalistas pueden posponer su inversión hasta que las condiciones sean favorables. Por lo tanto, se produce la interrupción en el proceso de circulación y se produce la crisis y la sobrepoducción.

No es verdad que la tasa de ganancia deba desaparecer o volverse negativa. Lo único que se requiere es un descenso en la tasa de la ganancia más allá de su nivel ordinario, suficiente para inducir a los capitalistas a retener su capital en forma de dinero, esperando la vuelta de condiciones favorables.

Para los teóricos modernos la clase capitalista se divide en dos:
Los empresarios y los poseedores de capital que suministran en forma de préstamos a interés a los empresarios. Cuando la tasa de ganancia de los empresarios está por debajo del tipo de interés, el empresario ya no tiene motivo para invertir, por lo que la circulación se interrumpe y sobreviene la crisis.
Unido a que los poseedores de capital prefieren quedarse con su dinero antes que tener que poner un tipo de interés más bajo.
Todo esto trata de demostrar que la producción capitalista está sujeta a las crisis provocadas por las tasas de ganancia.


IX. Las crisis relacionadas con la tendencia descendente de la tasa de ganancia

De acuerdo con Marx, la tasa de ganancia tiende a caer en el curso de desarrollo capitalista porque la composición del capital se eleva relativamente más deprisa que la tasa de plusvalía. Una caída en el tasa de ganancia provoca la sobreprodución, la crisis y el excedente de capital junto al excedente de la población. El desarrollo de la fuerza productiva del trabajo crea en la tasa descendiente de ganancia una ley que se convierte en un antagonismo de este modo de producción y requiere para su anulación crisis periódicas.

Con la acumulación y el desarrollo de la productividad del trabajo, el poder de expansión rápida del capital crece también. Crece porque las condiciones mismas del proceso de la producción (maquinaria, medios de transporte) permiten ahora la más rápida tranformación de masas de producto en medios de producción.
En todos estos casos debe haber la posibilidad de arrojar grandes masas de hombres  a los puntos decisivos. Pero si la población excedente es una precondición necesaria para la acumulación, conduce a una situación en la que la fuerza de trabajo disponible es más o menos totalmente utilizada. Por lo que los capitalistas se ven obligados a competir entre ellos en la demanda de los trabajadores, por lo que los salarios se elevan y la plusvalía se reduce.
Debido a esta disminución, comienza una reacción:
Se capitaliza una parte más pequeña del ingreso, la acumulación se retrasa y el movimiento de alza en los salarios se detiene. Esta reacción, no es ni más ni menos que la crisis.
Las crisis que son provocadas por una reducción de la lucratividad, la tasa de ganancia sufre una reducción.
Marx hizo un análisis detallado de la depresión.

Una vez que la crisis ha empezado el equilibrio se restablece haciendo improductiva una cantidad mayor o menor de capital. Esto afectaría a una parte de los medios de producción, capital fijo, por lo que no prestaría ningún servicio como capital y una parte de los establecimientos de cerrarían.
Y como consecuencia de ello una parte de mercancías solo pueden complementar su proceso de producción por medio de una inmensa reducción de precios, lo que significaría una depreciación del capital que representa.
Una caída general de los precios detiene y transforma el proceso de reproducción. Este estancamiento paraliza la función del dinero como medio de pago y el desastre se agrava por el colapso del sistema de crédito.
El estancamiento de la producción habría echado fuera una parte de la clase trabajadora y colocando de esta forma la parte ocupada en una situación de reducción de salarios.
Esta operación hace en el capital el mismo efecto que si la plusvalía hubiera sido aumentada con salarios comunes.

Para esta descripción, está claro que Marx miraba la depresión como algo más que simples malos tiempos. La crisis se convierte en depresión.
Esta teoría es lo que los modernos economistas han llamado el ciclo económico en su conjunto y Marx considera el ciclo económico como la forma específica del desarrollo capitalista y la crisis como una fase del ciclo.

X. Crisis de la realización

Si el descenso en la ganancia que es la causa inmediata del estallido de una crisis, es el resultado de la incapacidad de los capitalistas para realizar el valor íntegro de las mercancías que producen, hablaremos entonces de una crisis de realización. Hay dos tipos de crisis de realización:
-         Crisis que provienen de la “desproporcionalidad” entre las diversas líneas de producción.
-         Crisis que provienen del “subconsumo” de las masas
Procedemos a examinarlos:

1.Crisis que provienen de la desproporcionalidad.
Marx consideraba como elemental que la crisis general y la sobreproducción pueden ser el resultado de trastornos parciales en el proceso de la producción y circulación. Cada capitalista produce para un mercado cuya magnitud puede estimar, lo que da por resultado que se produzca demasiado o demasiado poco. Esto se manifiesta en los precios de venta que están por encima o bien por debajo de los valores. Si se venden por encima la producción de mercancías se expande por el contrario se reduce.
Si las condiciones como el consumo, no cambiarán nunca todos los precios de venta corresponderían a los valores. En la práctica, sin embargo, las condiciones cambian constantemente, de tal modo que la conformidad de los precios de venta con los valores no es el mejor de los casos.
La causa de la crisis se puede descubrir fácilmente en la llamada desproporcionalidad entre diversas ramas de la producción. Es en parte por esta razón que la crisis real nunca se ciñe exactamente a una pauta teórica fija y por ello queda fuera del ámbito teórico de Marx. Aún así Marx argumenta que el ascenso o descenso del valor del mercado como una consecuencia de una relación defectuosa da por resultado el retiro del capital de una esfera de producción y su traslado a otra y por lo tanto puede llevar consigo una crisis, y que la crisis misma puede ser una forma de lograr el equilibrio.
El creador de la teoría de la desproporcionalidad fue Michael Tugan-Baranowsky que ejerció también una influencia en el desarrollo de las modernas investigaciones relativas al ciclo económico.
Tugan rechazaba las dos explicaciones de crisis presentadas por Marx:
  1. Las crisis son provocadas por la tendencia descendente de la tasa de la ganancia
  2. Las crisis resultan del subconcumo de las masas.
Por lo que la teoría de la desproporcionalidad era en cierto sentido una crítica hacía Marx.

 Tugan fue el primero en utilizar los esquemas de reproducción, que pronto se extendieron a los autores marxistas, de tal forma, que llegó a ser considerada la teoría como propia de Marx y no de Tugan.
Tugan y los que siguieron sus huellas entendían la teoría de la desproporcionalidad como la única explicación posible de las crisis. Si el desarrollo del capitalismo es inseparable de una tendencia descendente de la tasa de ganancia o de una demanda del consumo que tiende a quedarse cada vez más atrás de las necesidades de producción, se puede esperar que los males del sistema aumenten con el tiempo.

2. las crisis que provienen del subconsumo
Debemos abandonar la reproducción simple y examinar la naturaleza de las condiciones de equilibrio en la reproducción ampliada (acumulación de capital).
Pasando a la reproducción ampliada, los trabajadores continúan consumiendo todos sus ingresos, pero los capitalistas invierten una parte de los suyos, es decir, una parte de la plusvalía en ensanchar el proceso de la producción.

Para que esto se produzca, deben producirse medios de producción por encima de los que es necesario para sustituir el capital constante usado en el período corriente de producción. Se supone que con los ingresos crecientes los capitalistas aumentan su propio consumo de año a año.
Ahora puede ser útil dividir la plusvalía en cuatro partes:

  1. Cantidad gastada en el consumo.
  2. Incremento del consumo.
  3. La acumulación sirve para aumentar el capital variable.
  4. La acumulación que se emplea en adquirir capital constante adicional.

De acuerdo con Tugan el esquema de la reproducción ampliada prueba dos cosas:

  1. Si la plusvalía que anualmente se agrega al capital no se divide entre las diversas ramas e industrias en proporciones concretas, y el resultado seguro es una crisis.
  2. Si el incremento del capital se divide en proporciones correctas, no puede haber motivo para una crisis.
Así el esquema de la reproducción demuestra al mismo tiempo cuál es la causa de la crisis (desproporcionalidad) y cual no es (el consumo restringido de masas).

Tugan creía que el peligro de que la desproporcionalidad conduzca a una crisis sólo aparece realmente en relación con el capital recién acumulado. En el caso de nuevas inversiones cada capitalista toma sus propias decisiones sin tener en cuenta lo que otros hacen, pero si no fuera necesario encontrar otros inversores y la producción no fuera estimulada por la capitalización de las ganancias, la producción no ofrecería grandes dificultades.
Total que la probabilidad de que el proceso marche fácilmente y sin interrupciones no existe en la práctica. Puesto que la acumulación es inseparable del capitalismo y ello equivale a decir que las crisis son inevitables, al menos hasta que se pueda introducir alguna forma efectiva de planeación en el proceso de la producción.
Cuando los nuevos proyectos están en marcha, la desproporcionalidad se hace evidente y pronto precipita la inevitable crisis.

Tugan trata de demostrar la imposibilidad del subconsumo: si los directores de la producción tuvieran un conocimiento de la demanda y pudieran guiar el trabajo y el capital de una rama de producción a otra, entonces por muy bajo que fuera el consumo social y la oferta de mercancías no podría nunca aventajar a la demanda. Por lo que la oferta y la demanda deben balancear exactamente.

Los autores marxistas recibieron la teoría de Tugan en forma desfavorable, ya que ninguno podía digerir la idea de que la producción pudiese aumentar de manera indefinida independientemente del nivel de consumo.
Algunas de las reacciones que la teoría de Tugan provocó fueron:

-Schmidt, uno de los más revisionistas, aunque de acuerdo con Tugan en que el derrumbe del capitalismo era de los más improbables. Sin embargo, dio sus ideas sobre la relación entre producción y consumo: los propósitos de la producción provienen de la demanda de artículos de consumo. La demanda definitiva es la fuerza animadora que, en todo el conjunto de la economía, mantiene en marcha el enorme aparato de la producción.

-Kautsky, publicó en su obra que el capitalista podía igualar hombres y máquinas, pero que la sociedad seguía siendo una sociedad de hombres y nunca de máquinas. Por esta razón, el trabajo humano sigue siendo el factor que crea el valor y por eso la amplitud del consumo humano ejerce una influencia en el aumento de la producción.

-Louis B. Boudin  se asoció al ataque a Tugan denominándola “absurdo total”. Afirma que los medios de producción no son nada más que medios para la producción de artículos consumibles. Por consiguiente, donde no hay demanda de los artículos su producción es sobreproducción.

-Hilferding, discrepaba a Tugan ya que éste no tenía en cuenta otra cosa que la producción misma, mientras que el consumo solo aparecía como un molesto accidente.

Por último Rosa Luxemburgo, rechazó la idea de argumentación de Tugan, donde la idea de que la producción de medios de producción es independiente del consumo constituía una pura fantasía de Tugan.

Bajo todas estas críticas a la teoría de Tugan yace una sola idea y es que el proceso de producción es un proceso destinado a producir artículos para el consumo humano. Donde cualquier intento de alejarse de este hecho fundamental representa una huída de la realidad y debe concluir en una quiebra teoría.
Como sus partidarios, Marx no participa en la idea de Tugan de que la producción podía en alguna forma encauzarse a sí misma. Ya que el consumo engendra la producción, creando la necesidad de nueva producción. El consumo suministra el impulso para la producción. Si no hay necesidad, no hay producción. Pero el consumo reproduce  la necesidad.
Bajo el capitalismo,  los medios de producción no se producen nunca si no es con el propósito de utilizarlos finalmente, en forma directa o indirecta, para producir artículos de consumo.
Marx describió que el consumo del trabajador es igual a sus costos de producción, no a lo que él produce. Toda la plusvalía la produce para otros. Además, el capitalista que empuja al obrero a esta sobreproducción (es decir, la producción en exceso de sus propias necesidades) se apropia directamente del producto excedente.
Sobre este fondo, los pasajes más conocidos en que Marx relaciona la crisis y la producción estancada con la magnitud del consumo adquieren un sentido:
 La creación de plusvalía  es objeto de l proceso directo de la producción. Sin embargo, toda la masa de mercancías debe venderse.  Pero esto no significa que el trabajador ha sido menos explotado, sino que su explotación no se realiza igualmente para el capitalista.
Las condiciones de explotación directa y las de realización de la plusvalía no son idénticas. Los primeras solo están limitadas por la fuerza productiva de la sociedad y las últimas por la capacidad de consumo de la sociedad.

Aquí Marx expresa la creencia de que la interrupción de la producción puede ser el resultado de la incapacidad de los capitalistas para vender las mercancías en sus valores. La dificultad se atribuye a un volumen restringido de la demanda del consumo.
Finalmente se puede citar lo que parece ser la declaración más precisa de Marx a favor de una teoría de la crisis basada en el subconsumo:
La causa última de todas las crisis reales sigue siendo la pobreza y el consumo restringido de las masas.

La tarea real de una teoría del subconsumo consiste en demostrar que el capitalismo tiene una tendencia innata a ampliar la capacidad de producción de artículos más rápidamente que la demanda de artículos de consumo. Esta tendencia puede manifestarse en uno de los dos sentidos:
  1. cuando un volumen de artículos de consumo comienza a llegar al mercado y la oferta excede a la demanda a precios lucrativos y la producción de artículos de consumo serán restringidas.
  2. hay recursos productivos ociosos que no son utilizados para producir capacidad adicional, porque se comprende que la capacidad adicional sería redundante en relación con la demanda de las mercancías que pudiera producir. En este caso no es una crisis, sino más bien en el estancamiento de la producción. De aquí se sigue que si se puede verificar la tendencia al subconsumo, ella podrá servir para explicar tanto las crisis como los períodos de estancamiento.


XI. La controversia sobre el derrumbe

Es útil esbozar algunas teorías de lo que puede llamarse con propiedad la controversia sobre el derrumbe. Los términos generales de la controversia fueron establecidos por las exposiciones de Marx sobre el fin del capitalismo. Al llegar a cierto punto, las relaciones capitalistas de producción cesarán de fomentar el desarrollo de las fuerzas productivas y se convertirán en otras tantas trabas para su expansión ulterior. Esto señalará el principio de un período revolucionario durante el cual la clase obrera derrocará las relaciones de producción existentes y establecerá relaciones de producción superiores socialistas. De acuerdo con Marx este es un proceso que debe ocurrir.
Este proceso según Marx derivará pronto en el colapso de la producción capitalista.
En sentido real puede decirse que todo el sistema teórico de Marx constituye una negación de la posibilidad de expansión capitalista indefinida y una afirmación de la inevitabilidad de la revolución socialista. Pero en ninguna parte se encontrará en su trabajo una doctrina del derrumbe económico de la producción capitalista.

2. Eduard Bernstein
Eduard Bernstein fue colaborador de Engels, considerado como un marxista ortodoxo. Sin embargo, éste inició el llamado movimiento revisionista, donde consideró que era prudente revisar a Marx.
Su propósito real, era arrancar el marxismo hasta la raíz, del movimiento socialista. Quería sentar la idea del socialismo como una meta de la humanidad civilizada, libre de escoger su futuro para adaptarse a normas éticas y morales.
Donde Marx había sostenido que los hombres aprenden a merecer lo que logran, Berntein sostenía por el contrario, que los hombres logran lo que merecen. De ahí que Bernstein sustituyera la lucha y la educación como medios para llegar al socialismo.

En la revisión del marximo, Bernstein encontró en la “teoría del derrumbe” uno de los puntos de ataque más convenientes. Unas de las doctrinas de Marx era la del derrumbe inevitable y catastrófico del capitalismo. A la luz de la evolución económica desde la muerte de Marx, la teoría del derrumbe es ya insostenible y deber ser abandonada.

3.El contrataque ortodoxo
La respuesta de los marxistas ortodoxos a la agresión de Bernstein no fue de ningún modo uniforme.
El primer contrataque fue el de Heinrich Cunow, donde dio por supuesto que Marx y Engels creían en el derrumbe del capitalismo.
En cuanto a las ideas de Cunow sobre el empeoramiento de la situación económica, no hay más que una burda teoría del “déficit de mercados” pero que no tiene fundamento en Marx.

La reacción de Kautsky ante Bernstein fue diferente a la e Cunow, que intentó anular la cuestión del derrumbe capitalista.
Marx y Engels no tuvieron ninguna teoría del derrumbe en el sentido de Bernstein, es decir, de la “gran crisis económica que lo abarca todo”. Aunque creían que la situación económica debe empeorar bajo el capitalismo.


4.Tugan-Baranowsky
De acuerdo con Tugan, Marx no tuvo una sino dos teorías del derrumbe, apoyándose una en la tendencia descendente de la tasa de la ganancia y la otra en el subconsumo.
Su conclusión final, fue que el derrumbe del capitalismo no era en ningín sentido una necesidad económica.
“La humanidad no alcanzará nunca el socialismo como un presente de fuerzas económicas, sino que debe luchar por él”
Tugan nunca trató de distinguir entre teoría del derrumbe y teoría de la crisis. Pensaba que la teoría de Marx encaraba un aumento continuo de las crisis, de modo que finalmente debía ocurrir el derrumbe.

5.Conrad Schmidt
Conrad Schmit hizo una valiosa contribución a la controversia sobre el derrumbe. Intentó demostrar que su médula esencial era el subconsumo: “es desde este punto de vista como la teoría de que el capitalismo va rápidamente hacia una catástrofe económica general.
Catástrofe económica general significaba para Schmidt lo que el derrumbe para Bernstein: una crisis económica muy severa que lo abarca todo.
La debilidad del análisis de Schmidt es, sin embargo, obvia. Considera la tasa descendente de la ganancia como derivados del subconsumo y no como tendencias paralelas del desarrollo capitalista. Ya que, si todas las dificultades del capitalismo provienen del subconsumo, podrán ser eliminadas elevando suficientemente el poder de compra de masas.
Schmidt propone superar la tendencia al subconsumo acelerando la tendencia descendente de la tasa de la ganancia.

6.La posición de Kaustky en 1902
En 19002 Kautsky publicó su contribución criticando el libro de Tugan, Teoría e historia de las crisis comerciales en Inglaterra donde debía estudiar la cuestión de si el carácter de las crisis esta cambiando y en que medida.
Kautsky llega a una respuesta precisa: Se puede decir en general que las crisis están haciéndose cada vez más severas y  extensas en su campo de acción. Más aun, consideraciones teóricas lo condujeron a creer que el capitalismo marcha hacia un período de depresión crónica.
El método de producción capitalista tiene límites que no puede rebasar. Debe llegar un tiempo en que sea imposible para el mercado mundial extenderse. Entonces los altibajos de la vida económica son posibles y probables.
Pero la producción capitalista requiere la expansión rápida, para que el desempleo y la pobreza de los trabajadores y la inseguridad no alcancen un punto extremadamente alto. La existencia permanente de la producción capitalista sigue siendo posible, pero las masas de población se ven obligadas a buscar una salida de la miseria general y solo se puede encontrar en el socialismo.
Kautsky termina su artículo con un examen claro de la relación que existe entre su teoría y la táctica del movimiento socialista. Los revisionistas convertirán la socialdemocracia de un partido de lucha del proletariado en un partido democrático de reforma socialistas.
El único camino que puede seguir el proletariado es el camino de la lucha de clases.


7.Louis B.Boudin
Sin embargo, entre los marxistas ortodoxos, había pocas diferencias serias de opinión.
Louis B.Boudin y su libro El sistema teórico de Kart Marx es una obra que resumen mejor que cualquier otra las opiniones teóricas sustentadas por los representantes acreditados del socialismo internacional en la primera década del siglo.
Boudin estaba seguro de que las crisis tendrían que hacerse más severas y de que había límites precisos a la expansibilidad del capitalismo; habla inclusive del “derrumbe puramente económico-mecánico del sistema capitalista”
no hace falta decir que este sistema se ha convertido en un obstáculo y una traba a la producción. Tal sistema, por lo tanto, no puede durara mucho. Tal sistema se ha hecho históricamente imposible, aun cuando mecánicamente pueda ser aún posible”

La semejanza entre esta opinión y la expresada por Kautsky en su crítica a Tugan es clara.
Después de Boudin la cuestión del derrumbe tendió a esfumarse.


8.Rosa Luxemburgo
Rosa Luxemburgo trataba de demostrar que la acumulación de capital es imposible en un sistema capitalista cerrado.
En el centro del problema de la acumulación del capital, según Rosa Luxemburgo, está la realización de la plusvalía.
El valor de todas las mercancías consiste en capital constante más capital variable más plusvalía. El capital constante se realiza por medios de las compras de los capitalistas mismos; el capital variable se realiza por medios del gasto que los obreros hacen de sus salarios.
La plusvalía es comprada una parte por los capitalistas para su propio consumo y otra parte desean acumularla. Aquí aparece la dificultad y es que la plusvalía que los capitalistas desean acumular, no pueden realizarla vendiéndola a los trabajadores, ya que éstos agotan sus salarios en la realización del capital variable.
De este razonamiento, Rosa Luxemburgo saca la conclusión de que el problema que ha planteado es insoluble y propone abandonar la suposición  de un sistema cerrado hecho exclusivamente de capitalistas y obreros.
Después se pasa a argumentar que la parte de la plusvalía que ha de acumularse sólo puede ser realizada vendiéndola a consumidores no capitalistas. El proceso mismo de expansión, arrastra a esta población a la órbita del capitalismo. Con el tiempo todas ellas serán absorbidas.
La teoría de Rosa Luxemburgo es susceptible de crítica desde diversos puntos de vista. El dogma, que jamás pone en duda es que el consumo de los obreros no puede realizar ninguna plusvalía e implica que debe permanecer siempre fijo y constante como en la reproducción simple.
En realidad, la acumulación implica adición al capital variable y cuando este es gastado por los obreros, realiza una parte de la plusvalía que tiene la forma física de artículos de consumo.
Rosa Luxemburgo pensaba que el consumo no podía aumentar dentro de los marcos del capitalismo.

XII ¿Depresión Crónica?

Ni los teóricos del derrumbe ni sus críticos parecen haber tenido una concepción clara del significado del “derrumbe” capitalista.
Se supone que el derrumbe del capitalismo es el fin del capitalismo. Históricamente, el fin de un orden social sobreviene e una de dos formas: o se desintegra durante un largo período de tiempo, en parte como resultado de la decadencia interna y en parte como un resultado de ataques del exterior, o es más o menos rápidamente sustituido por un nuevo orden social.
El camino a seguir, el de la reconstrucción o el de la decadencia, depende ante todo de que el viejo orden, durante su existencia, haya o no dado origen a una clase que esté dispuesta y sea capaza de romper los lazos que lo atan y construir una sociedad nueva.
Lo que es necesario saber es si existen fuerzas desintegradotas que operen en la sociedad capitalista y saber cuáles son.

2.Las condiciones de la expansión capitalista
La tendencia al subconsumo puede manifestarse en una crisis o en el estancamiento de la producción. Ambos son métodos que impiden que  la acumulación supere las necesidades del mercado en artículos de consumo.
En un caso extremo, en una depresión severa las ganancias pueden convertirse en pérdidas, pues el sistema en su conjunto puede estar obligado a vivir de sus pasadas acumulaciones, en vez de incrementarlas. De este modo, la acumulación puede hacerse negativa mientras que el consumo tiende a ser siempre positivo.
Puesto que la tendencia al subconsumo sólo puede ser vencida por la no utilización parcial de los recursos productivos, podemos decir que el estancamiento es la norma hacia la cual tiende en todos los tiempos la producción capitalista.
Hablando en general, las fuerzas contrarrestantes pueden ser agrupadas en dos categorías principales: las que tienen el efecto de elevar la tasa de aumento del consumo con relación a la tasa de aumento de los medios de producción y las que privan al aumento desproporcionado en los medios de producción de sus consecuencias económicamente perjudiciales.
En la primera categoría entran: el crecimiento de la población, el consumo improductivo y los gastos del estado.
En la segunda categoría entran: las nuevas industrias y la inversión defectuosa.

3.Fuerzas contrarrestantes de la tendencia al subconsumo.
Nuevas industrias.
Durante el período de formación de nueva industria no existe relación claramente definida entre adiciones a los medios de producción y las adiciones a la producción total de artículos acabados.
De esto podemos deducir el importante principio de que para la economía en su conjunto la relación entre la inversión y los cambios en la producción total de artículos de consumo será grandemente afectada por la porción relativa que de la inversión corresponde al establecimiento de nuevas industrias.

Si partimos de una economía que no posee ninguna industria, es claro que puede pasar por una etapa transitoria comúnmente llamada industrialización, durante la cual la mayor parte de sus energías están dedicadas a construir medios de producción.
De esto podemos concluir que la industrialización contrarresta la tendencia al subconsumo y lo hace aproximadamente en proporción a la parte relativa que de la inversión total le corresponde. No hace falta decir que éste fue un factor de primera importancias durante los siglos XVIII y XIX.

Inversión defectuosa
En las condiciones del capitalismo la inversión lleva siempre el propósito de proveer a una demanda insegura. Inevitablemente, hay cierta cantidad de inversión que resulta haber tenido por base un cálculo erróneo y que deber ser total o parcialmente abandonada, con pérdida y aun a veces la ruina del capitalista que la hizo. Podemos dar a esto el nombre de “inversión defectuosa”.

Crecimiento de la población.
La teoría marxita del subconsumo nos permite entender un problema que ha escapado hasta hoy a los economistas. El crecimiento de la población no debe concebirse en un sentido demográfico estricto; lo importante es más bien el aumento en el volumen de la fuerza de trabajo a disposición de la industria capitalista; ya sea que esto resulte de un aumento natural en el número o de introducir en la órbita de la producción capitalista a trabajadores que estaban antes fuera de ella.
Consideremos ahora un sistema en el cual el crecimiento de la población sea lento. Si la acumulación hubiera de tomar aún la forma de aumentos proporcionales del capital constante y del variable, podría continuar sólo con tal de que parte del capital variable adicional fuese a aumentar los salarios de los obreros ya ocupados.
Como esto haría bajar la tasa de la ganancia, los capitalistas tratarían de economizar fuerza de trabajo dedicando una proporción cada vez mayor de su acumulación al aumento del capital constante, a expensas del capital variable.
De esto se ocasionaría el desempleo ya la tasa de ganancia podría sostenerse, pero el aumento de medios de producción sería acelerado y el aumento del consumo retardado.


CUARTA PARTE: EL IMPERIALISMO

XIII. El Estado

En la medida en que la economía se considere como una ciencia social, nos dice Sweezy, es evidente que la acción del Estado en las relaciones sociales de producción forma parte de la materia de la economía política.

Suponiendo, como lo hace el materialismo histórico, que de las condiciones sociales de la producción surgen, a modo de sobre estructuras, las instituciones políticas, Sweezy —como Marx— parte de que el Estado es un instrumento en las manos de aquellos que se benefician materialmente del sistema de producción —las que llama clases dominantes—, para garantizar y hacer efectiva la estabilidad de esas condiciones. Conviene recordar que, para los marxistas, «dominación de clase» y «protección de la propiedad privada» son sinónimos, ya que, para ellos, bajo las relaciones de producción capitalistas, la propiedad es aquel dominio sobre las cosas que permite liberarse del trabajo a sus poseedores y disponer del trabajo de los demás. Por eso, cuando dicen que el fin supremo del Estado es la protección de la propiedad privada, quieren decir que el Estado es un instrumento de dominación de la clase dominante.

Analizando los textos en que Marx estudia la extensión de la jornada de trabajo, resume en tres grandes líneas la acción del Estado como instrumento económico dentro del marco capitalista:

a) Es empleado para resolver, en la esfera económica, problemas planteados por el desarrollo del capitalismo, que los capitalistas no podrían resolver sin su fuerza y apoyo.

b) Cuando se afectan los intereses de la clase capitalista, hay una fuerte predisposición a usar del poder del Estado en su favor.

c) El Estado hace concesiones a los obreros, siempre que las consecuencias de no hacerlo fueran lo suficientemente peligrosas para la estabilidad y funcionamiento del sistema como un todo.

¿Es posible que los principios hasta aquí establecidos sobre la acción del Estado en materia económica conserven su validez en una sociedad capitalista plenamente democrática? Es decir, parlamentaria, de sufragio universal y libertad de organización en la esfera política.

Sweezy reconoce que este sistema político «saca a la luz en la esfera política los conflictos de la sociedad capitalista; restringe la libertad de los capitalistas para el uso del Estado en su propio beneficio; fortalece a la clase obrera en su demanda de concesiones, aumenta inclusive, por último, la posibilidad de que la clase obrera presente demandas que amenacen al sistema mismo». Sostiene, sin embargo, que nada hay en la democracia que le lleve a modificar su opinión sobre las funciones del Estado en esta materia. Dice, para negar la posibilidad de que, por la acción política pueda realizarse la transición del capitalismo al sistema socialista de producción, que ese tipo de acceso al poder sólo tiene carácter de formalidad y no de realidad en su ejercicio.

Hasta ahora, el análisis de la acción del Estado ha sido hecho sobre un sistema capitalista cerrado. Antes de evaluar definitivamente el papel del Estado en la determinación del futuro del orden capitalista, considera necesario examinar las interconexiones de la economía mundial entre naciones no capitalistas, semicapitalistas y capitalistas, en las que el monopolio, en diversos grados de desarrollo, es un fenómeno común.

XIV. El desarrollo del capital monopolista

La acumulación produce el hecho evidente de que cada vez sea mayor el volumen del capital puesto en circulación en el proceso productivo capitalista. A este fenómeno llamaba Marx concentración de capital. La centralización del capital, en cambio, es una redistribución del capital disponible, que va a parar a manos de una dirección cada vez más unificada.

El factor primordial y básico de la centralización se encuentra en la producción a gran escala, que facilita la productividad del trabajo; por consiguiente, los capitalistas mayores vencen a los menores. De esta manera, las empresas menores pasan a manos de las más eficientes que, de ese modo, aumentan aún más su tamaño.

Otra importante fuerza centralizadora es —en su sentido más amplio— el «sistema de crédito»: es decir, los bancos, los mecanismos financieros de las empresas de inversión, mercados de valores, etc. La centralización por esta vía no implica la expropiación de las empresas menores por las mayores, sino más bien la combinación de capitales para la formación de empresas más grandes, por tanto, capaces de empeños industriales más grandes y de mayor efectividad.

 Los principales efectos de la centralización y, en grado menor, de la misma concentración, según el autor, son tres:

a) Una socialización y racionalización del proceso productivo.

b) Una aceleración de las consecuencias de la acumulación.

c) La sustitución progresiva de la competencia por el control monopolista.

«Una nueva aristocracia de la fianza —escribe Karl Marx en el volumen III de El Capital, con su inconfundible estilo demagógico—, una nueva suerte de parásito bajo la forma de promotores, especuladores y simples directores nominales: todo un sistema de engaño y estafa por medio de la manipulación de las corporaciones, del tráfico y la especulación con las acciones. Es la producción privada sin el control de propiedad privada».

En todo este capítulo de su obra, el autor sigue en buena medida a Hilferding en su obra El capital financiero (1910).

Económicamente, la consecuencia más importante de la nueva organización capitalista es la disolución del vínculo entre la propiedad del capital y la dirección real de la producción. Este fenómeno se opera, no tanto por la forma corporativa, sino por medio del mercado de valores. A través de él, el propietario del dinero se va convirtiendo en prestamista, en accionista.

Además, si una empresa que rendirá el 20 por 100 sobre la inversión, va a pagar sólo el 10 por 100 a sus accionistas, porque ésta es la expectativa habitual de este tipo de inversiones, el promotor de esos valores puede vender el doble del capital que invierte o piensa invertir. Éste es el origen de lo que Hilferding llama «la ganancia del promotor».

Además de sentar la base para esta ganancia, la separación del propietario del dinero, de la conducción del proceso productivo, lleva también consigo una mayor centralización del control del capital. Si bien, el control de las corporaciones está en manos de los accionistas, de hecho, los propietarios de las mayorías son los que ejercen —también legalmente— el control completo de todo el capital.

Pero las posibilidades de centralización mediante el uso de la forma corporativa, permiten también que una corporación posea la mayoría de las acciones de otra corporación. Así, un grupo económico que posea la mayoría en la corporación A, puede usar del capital total de A para obtener el control de las corporaciones B, C y D; y el capital de éstas, para atraer al redil a nuevas corporaciones. De este modo, la ganancia del promotor pone en manos de unos pocos capitalistas importantes cantidades de dinero, que pueden ser manejadas por ellos de tal forma que les aseguren el control de sumas aún mucho mayores.

Cuando se alcanza una etapa relativamente alta de centralización, quedando un reducido número de empresas en una línea de producción, la competencia llega a hacerse durísima y peligrosa, de modo que no favorece a nadie. La característica específica de las combinaciones es que se constituyen para monopolizar el mercado. La realización de este propósito implica la limitación o anulación de la libertad de quienes las integran, para coordinarse bajo una política unificada.

Las formas que adopta, según la exposición de Sweezy, son las siguientes:

a) el «pacto de caballeros», que consiste en la articulación de una política común, pero sin carácter obligatorio para los integrantes.

b) el pool se diferencia del anterior pacto, en que la política de articulación se fija por escrito, pero también su cumplimiento depende de la cooperación voluntaria de quienes lo establecen.

c) para evitar la debilidad de estas combinaciones se creó el tipo cártel. Aunque son muchos los tipos posibles de cárteles, suelen contar con un comité central, que establece precios y cuotas de producción, y tiene capacidad de sanción a los trasgresores del pacto. A medida que el cártel extiende la competencia de su comité central se parece cada vez más a la combinación monopolista por fusión completa o de tipo trust.

d) la fusión completa se establece, bien cuando alguna empresa más importante logra absorber la competencia o porque mediante la asociación de las empresas se crea una nueva de carácter monopolista.

e) el trust, propiamente dicho, constituye un sistema más estrecho de organización que el cártel. Bajo esta forma de combinación, los capitalistas que controlan las empresas que lo constituyen, entregan sus acciones a un grupo de depositarios, a cambio de certificados de depósito. Los depositarios son los que ejercen el derecho de voto correspondiente a esas acciones —los que gobiernan, por tanto— y los tenedores de certificados reciben nada más que los dividendos.

Desde el punto de vista del tema, poco importa la forma que adopten, sino el hecho de su constitución que, según Sweezy, modifica el carácter del sistema capitalista.

Nos dice el autor que, efectivamente, en el período de formación de las corporaciones, el papel de los bancos es preponderante, ya que embolsan buena parte de las ganancias del promotor, pero que, una vez establecidas las combinaciones, éstas tienen fuentes de recursos internos que les permiten independizarse del sistema bancario. Hilferding llama «capital financiero» al capital del sistema de producción capitalista en este estadio de su desarrollo. Sweezy propone, para evitar la resonancia que pudiera tener con el capital manejado por la banca, el de «capital monopolista».

XV. El monopolio y las leyes del movimiento del capitalismo

¿Cuáles son las modificaciones que sufre el sistema capitalista de transformarse en capitalismo de monopolio? Sweezy dedica este capítulo al análisis de las consecuencias en la hipótesis de un sistema cerrado; el próximo, a sus repercusiones en la economía mundial.

En situación de monopolio, el precio de los productos ya no se corresponde al número de horas que se emplea en su producción. Es decir, no resulta aplicable la ley del valor. Ni existe una ley que permita determinar en realidad el precio de las mercancías. Sin embargo, nos dice, «esto no debe ser causa de desaliento»), ya que, al menos, se puede afirmar que el precio de monopolio es siempre más elevado. Por eso, si bien no puede determinarse la amplitud de las modificaciones, sí la índole de éstas tomando en cuenta la ley del valor.

Aunque los monopolios se establecen con el propósito de aumentar la ganancia de las empresas, el valor total del trabajo social no aumenta con la formación de monopolio. ¿De dónde, pues, sale la ganancia extra del monopolista? La ganancia extra sólo puede proceder de una deducción de la plusvalía de los otros capitalistas o de una deducción de los salarios de los trabajadores. Suponiendo que esto no es posible, dado el desarrollo de las organizaciones sindicales en este momento del desarrollo capitalista, esta ganancia sólo puede provenir de los bolsillos del resto de los capitalistas.

La igualdad de tasas de la ganancia tiende siempre a producirse, en tanto que el capital procurará salir de las ramas perjudicadas, para establecerse en las monopolizadas, pero la esencia misma del monopolio consiste en la existencia de trabas para este desenvolvimiento libre del capital. Esta igualación sigue un camino singular, que Sweezy llama, siguiendo a Hilferding, la propagación. El principio de la propagación lo ilustra con el siguiente ejemplo: cuando la producción de mineral de hierro ha sido monopolizada, el precio sube, y quienes soportan este aumento son los productores de lingotes de hierro; éstos tienen ahora un incentivo acrecentado para unirse y, de ese modo, elevar sus precios ante la industria del acero y poder además hacer frente a la industria minera para conseguir la rebaja de los precios.

Este proceso opera en forma muy desigual, ya que las circunstancias en las distintas ramas de la industria para la implantación y el mantenimiento de las condiciones de monopolios son diversas. Concretamente, en aquellas ramas en que sólo hacen falta pequeñas cantidades de capital para establecerse y satisfacer necesidades abundantes, se hace difícil monopolizar la producción. El proceso establece, entonces, una jerarquía de tasas de la ganancia: las más altas corresponden a las industrias de producción en gran escala y las más bajas a la industria pequeña, donde numerosas firmas coexisten y la facilidad de entrada en el mercado impide la formación de combinaciones estables.

La proporción de la plusvalía que se acumula, nos dice, es mayor cuanto mayor sea el volumen total de una empresa. La centralización produce, entonces, el efecto de acelerar la acumulación.

El monopolista, además, no invertirá su acumulación en la propia industria, ya que la tasa de la ganancia marginal puede convertirse en negativa, sino que intentará hacerlo fuera de ella. Si acumula en su propia industria, al enviar más productos al mercado, el precio tenderá a bajar y la disminución del precio por unidad puede influir en el negocio, hasta el punto de llegar a rendirle menores beneficios que antes.

Finalmente, el monopolio influye en la actitud del capital respecto de la transformación tecnológica. No ya para detenerla, aunque —dice Sweezy— teóricamente así pudiera parecer, ya que cualquier innovación tecnológica supone la pérdida de valor de buena parte del capital ya invertido, por anticuado. Si esto no sucede, nos explica, es porque la investigación tecnológica estará orientada a economizar fuerza de trabajo. La sustitución de equipos tendrá lugar solamente cuando los anteriores se hayan gastado o la nueva técnica suponga tal ahorro de fuerza de trabajo que amortice el costo de la inversión. Es decir, se trata de reducir al mínimo la necesidad de invertir capital nuevo.

Como contrapartida, habrá un amontonamiento de capital en las industrias no monopolizadas, con la consiguiente depresión de la ganancia en esas áreas.

La relación de estos fenómenos con la tendencia al subconsumo es clara. En realidad, es lo único que interesa al autor. En la medida en que la tasa de la acumulación aumenta, la tendencia se refuerza. Además, la depresión de la tasa de ganancia es un elemento más que se añade al subconsumo como factor que contribuye a provocar crisis y depresiones.

El comercio, entendido como compra y venta de productos, no agrega valor a los artículos producidos, según la ley del valor. De donde surge, entonces, la ganancia del comerciante. Negando por teoría que pueda añadirse valor a la mercancía, la única posibilidad que queda es que se trate de una deducción de la plusvalía del capitalista industrial. El comerciante compra el producto en menos de su valor, y lo vende en su valor. Esta diferencia cubre los gastos de comercialización y rinde al comerciante la tasa de ganancia corriente en el marco de dinero sobre el capital que invierte para realizar sus operaciones.

El comercio aumenta el consumo (que se incrementa por el de todos los que viven de él), reduce la suma total de la acumulación al repartir la plusvalía entre mayor número de capitalistas, y provee un mercado de inversión de capitales. Todo ello contrarresta la tendencia al subconsumo.

¿El monopolio aumenta o disminuye el volumen de las actividades comerciales? Sweezy, polemizando sobre este punto con Hilferding, asegura que lo aumenta, como mercadería de un capitalismo de competencia, considerablemente. En el monopolio, las altas ganancias no conducen a una expansión de la producción. En estas condiciones, qué hará el monopolista para aumentar sus ganancias: suponiendo que ha logrado consolidar su situación conquistando para sí los negocios que estaban en manos de la competencia, intentará incentivar el consumo, para que derive en provecho de los productos de la rama de su industria, de manera que, por presión de la demanda, aumenten más aún los precios. Aquí encuentra la explicación del enorme auge de las partes de vender y anunciar que considera una característica del capitalismo de monopolio.

La plusvalía, que de otro modo, iría a parar a la acumulación, se desparrama en el mantenimiento de un amplio sistema de promoción y ventas. El ritmo de la acumulación disminuye: la plusvalía se distribuye y aumenta el consumo. Aparece una poderosa fuerza contrarrestante de la tendencia al subconsumo.

Este proceso, añade, sólo es posible gracias a una elevación sustancial y continuada de la productividad del trabajo. Sólo así, la proporción de la fuerza de trabajo ocupada en tareas improductivas puede aumentar sin un grave deterioro en el nivel de vida general. Esta gente, junto con los profesionales, docentes, militares, funcionarios de gobierno, etc., configura una «nueva clase media».

En consecuencia: 1) suben los precios de las mercancías monopolizadas; 2) se establece una gradación en las tasas de la ganancia; 3) la plusvalía se concentra; 4) se cierra el paso a la inversión en las ramas monopolizadas y el capital se concentra en las de mayor competencia; 5) la tecnología, al servicio del monopolio, tiende a economizar las inversiones en las áreas monopolizadas; y 6) los costos de venta y distribución aumentan.

3), 4) y 5) manifestarían una aceleración de las contradicciones inherentes al sistema de producción capitalista en su estadio de monopolio. Y 6) tendería a contrarrestar esas dificultades, aunque, aclara, no resolviéndolas frontalmente.



XVI. Economía mundial

De la misma manera que los individuos en la sociedad son económicamente necesarios los unos a los otros, y, juntos, forman una economía social, así las naciones son también económicamente necesarias las unas a las otras, conformando sus relaciones, una economía mundial.

El cambio surge de una forma particular (acotación marxista: esta forma particular es la de la propiedad privada) de la división social del trabajo, de la misma manera, el cambio internacional corresponde a una forma particular de la división internacional del trabajo. Las bases para esta división están, en parte, naturalmente dadas —ventajas de clima, de recursos naturales, etc.— y, en parte, históricamente dadas —calificación técnica, nivel de industrialización, etc.—. Si bien hay ciertas constantes en la norma de distribución internacional del trabajo, las variables que determinan su distribución son cambiantes, como puede ilustrarlo la historia de estas relaciones.

El contenido de las relaciones económicas internacionales no sólo incluye el cambio de mercancías, sino que puede suplementarse por movimientos de capital.

¿Cómo funcionan las leyes económicas en la economía mundial?

En primer lugar, las mercancías entre países no tienen por qué intercambiarse en sus respectivos valores; o lo que es lo mismo, no hay igualdad entre las cantidades de trabajo que fue necesario utilizar para producirlas. La ley del valor no se aplica, porque una de sus condiciones —una fuerza homogénea de trabajo absolutamente móvil— no se da. En forma similar, la igualación de las tasas de plusvalía implica la libre movilidad del trabajo, la cual no se cumple en las relaciones económicas internacionales, por consiguiente, tampoco se cumple. Y, por último, la igualación de las tasas de ganancia supone la movilidad del capital, y ésta la excluimos en un primer momento por hipótesis; por tanto, tampoco se da.

El comercio internacional de mercancías, sin embargo, puede producir modificaciones de estas tasas en los países tratantes. Si, por ejemplo, uno de ellos obtiene, por el intercambio, artículos de consumo para obreros a menor precio que si se hubieran producido en su propia casa, con un menor salario se puede atender las mismas necesidades de los obreros, lo cual redundará en una tasa de plusvalía y de ganancia más altas. Si este comercio permite el abaratamiento de los elementos del capital constante, también sube la tasa de ganancia. El comercio internacional de mercancías puede modificar, pues, la distribución del valor producido, pero no transfiere valor de uno a otro, afirma Sweezy polemizando con Otto Bauer. Esto sucede, cuando lo que se exporta es capital; entonces, sí hay un traslado de valor desde el país en el que el capital exportado opera, al del país exportador. En este caso, además, la tasa de la ganancia en los países tratantes tenderá a igualarse, aumentando en los exportadores de capital y disminuyendo en los importadores. Esta exportación beneficia al país exportador, en la medida en que le libera de la presión de la acumulación interna.

La igualación de las tasas de la ganancia, sin embargo, no supone igualdad internacional de las tasas de plusvalía, ya que su condición —la homogeneidad y movilidad de la fuerza de trabajo— tampoco se cumple. Aunque la ganancia internacionalmente tiende a ser la misma respecto de las mismas cantidades de capital invertido, las condiciones de los trabajadores son distintas.

Todas estas consecuencias han sido deducidas en el supuesto de la libre movilidad del capital entre las diversas naciones. Sin embargo, esta movilidad ha sido entorpecida por la acción de los Estados. Por eso, Sweezy pasa a hacer un excursos histórico para «anotar algunas de las determinantes básicas de la acción del Estado en este dominio».

Inglaterra salió del siglo XVIII con su industria más adelantada que ningún país. Nada, por tanto, tenía que temer del comercio internacional; la prosperidad de sus industrias dependía, además, en buena medida, del mercado de importación. Cuando se hizo necesario importar regularmente productos alimenticios, y el precio de producción interior era más alto que el de otros países productores, empezó la lucha por la Ley de Granos, con la victoria —en 1846— de los industriales y del libre cambio internacional.

En EE. UU., en cambio, la industria era incapaz de competir con éxito frente a los productos ingleses, mientras que la agricultura, en especial la del algodón, dependía, en buena medida, de la exportación. La industria del noroeste pedía tarifas protectoras, los agricultores del Sur, en cambio, abogaban por el libre cambio. El asunto de las tarifas se convirtió —según Sweezy— en uno de los puntos centrales del conflicto que derivó en la guerra civil. La victoria del Norte supuso la implantación del sistema de protección aduanero para sus industrias en rápida expansión.

La conquista del poder político por parte del capital industrial produce una de estas dos políticas, y el que sea adoptada una u otra depende del grado de desarrollo de sus industrias en relación con las de los demás países.

En la esfera de las relaciones de los países capitalistas con las áreas más atrasadas, dada la superioridad industrial inglesa, el típico sistema mercantilista de protección comercial, resultaba más bien una dificultad para la expansión del capital, dice Sweezy. Inclusive, la política colonial sufre un rudo golpe de los partidarios del libre cambio.

En cuanto a la exportación de capitales, la opinión de Sweezy es que no constituye entonces un asunto esencial en las relaciones económicas internacionales. Y cuando los capitalistas salían fuera del propio país, para establecerse en otros lugares, tenían pocas dificultades que requirieran la atención de sus Gobiernos.

En los dos últimos decenios del siglo XIX tiene lugar un cambio sustancial en la política económica en todo el mundo capitalista, debido, en la opinión de Sweezy, a tres factores básicos: 1) el ascenso de naciones capaces de disputar la supremacía industrial a Inglaterra; 2) la aparición del monopolio; y 3) la maduración de las contradicciones del proceso de acumulación en los países capitalistas más avanzados.

En el interior del país, el objetivo del monopolio consiste en mantener limitada la oferta y, para lograrlo, brega por excluir del mercado a cualquier producto extranjero que pudiera restablecer la situación de competencia, mediante la aplicación de tarifas aduaneras de protección. Por otra parte, el monopolista procurará exportar su producto. De esta manera puede expandir su industria, acumular capital sin los perjuicios de rebajar el precio de su producto y gozar de los beneficios de la producción en gran escala. Para ello, puede, incluso, ofrecer el producto a precios más bajos que los competidores nacionales en sus propios países, ya que las ganancias monopolistas en el mercado interno y los bajos costos de la producción en gran escala, le permiten hacerlo con facilidad. Este sistema de subvencionar con las ganancias interiores la conquista de los mercados extranjeros se conoce con el nombre de dumping.

Además, para acaparar valiosas fuentes de materias primas y extender el alcance de los mercados protegidos para el monopolio, las potencias capitalistas renuevan su vieja política colonialista.

La competencia que a Inglaterra comenzaron a hacer Alemania y EE. UU. y aun Francia, hace más intensa esta actitud, ya que cada una de ellas intenta adelantarse a todas las demás.

Finalmente, los capitalismos nacionales, saturados en el interior de sus propios territorios, buscan en la exportación de capitales la forma de aliviar la depresión de la tasa de ganancia como consecuencia de la acumulación interna. Sin embargo, no siempre el interés por exportar capitales encuentra reciprocidad por parte de las naciones en que pretende establecerse, ya que el interés de la nación económicamente fuerte no suele coincidir con el de la menos desarrollada, y suele provocar en ésta un movimiento de liberación nacional.

Estos rasgos que caracterizan la última etapa del desarrollo capitalista son los que llevaron a Lenin, nos dice el autor, a darle el nombre de «imperialismo».

XVII. El imperialismo

Inspirándose en la obra de Lenin El imperialismo, última fase del capitalismo, cuyo análisis sobre el tema sigue y continúa a lo largo del capítulo, Sweezy define esta etapa del desarrollo capitalista como aquélla en la que:

a) algunos países capitalistas avanzados se encuentran en un plano de competencia con respecto al mercado mundial de productos industriales;

b) el capital monopolista es la forma dominante del capital; y

c) las contradicciones del proceso de acumulación han alcanzado tal madurez que la exportación de capital es un rasgo saliente de las relaciones económicas mundiales. Como consecuencia de estas condiciones económicas básicas, tenemos dos características más:
d) una dura rivalidad en el mercado mundial, que conduce alternativamente a la competencia a muerte y a combinaciones monopólicas internacionales; y

e) la división territorial de las partes «no ocupadas» del mundo entre las grandes potencias capitalistas (y sus satélites)»

Estudiará a continuación algunos efectos, que considera resultantes, en la estructura económica y social de los países imperialistas.

El poder militar recibe en el interior de cada país un poderoso impulso. Este hecho, según el autor, tiene además consecuencias económicas de gran alcance, ya que probé un campo de inversión seguro y lucrativo para las ganancias acumuladas en el interior del propio territorio, importante para contrarrestar la tendencia al subconsumo, y fomenta también la posibilidad de un nuevo monopolio, el de la producción de armamentos. Por estas razones, «y muy aparte de las necesidades que tienen su origen en las rivalidades imperialistas, el militarismo tiende a desarrollar su propia dinámica expansionista en la sociedad capitalista».

El nacionalismo, si bien no se trata de un sentimiento suscitado por el capitalismo, es maniobrado por él para que las masas no carezcan del entusiasmo y la disposición de sacrificio en la lucha por la dominación económica que libran los capitalistas de su propio país con los de los otros.

La teoría de la superioridad racial es interpretada por Sweezy como una justificación seudocientífica de la dominación de un país por otro en política exterior, y en política interior, como una máscara de la opresión de clases.

Otra de las características del capitalismo avanzado sería el estrechamiento de filas en las clases sociales.

En primer lugar, asegura el autor, los intereses de la gran propiedad tienden a unificarse bajo la dirección del capital monopolítico. La posible contradicción entre propiedad industrial y agrícola es resuelta así: «Con el desarrollo del monopolio en la industria, por una parte, y la apertura de nuevos países agrícolas, por otra, la vieja disputa sobre la política de tarifas pierde su sentido». El capital se convierte en furioso defensor de los derechos aduaneros protectores.

La clase obrera, que ha ido organizándose en la lucha por obtener beneficios, va creando un fuerte sistema sindical de verdaderas proyecciones políticas.

Quienes no formaban parte de ninguna de las dos —las antiguas clases medias— sucumben en su independencia ante el avance del sistema, y van integrándose en alguna de ellas. Sin embargo, el capitalismo produce una nueva clase media, numéricamente importante, carece de base objetiva para la unidad de organización y acción política consciente y eficaz. Como su destino «es el de ser aplastadas por las extorsiones del capital monopolista, por una parte, y las demandas de mejores condiciones y mayor seguridad para la clase obrera, por otra» (p. 344), lo típico de su actitud es la hostilidad hacia ambas. Como puede verse, para Sweezy los únicos sentimientos «humanos» que existen son el odio y la avaricia.

¿Cuáles son los efectos del imperialismo en las clases sociales así unificadas?

En la clase propietaria, la tendencia a buscar la ayuda y protección del Estado.

Los intereses de la clase obrera, en una política exterior agresiva y expansionista, son más complejos. En principio, los beneficios de una economía que funciona y los producidos por el comercio internacional en la provisión de artículos de consumo para trabajadores les permite elevar su nivel de vida sin suscitar la acerba hostilidad de sus patronos. Más aún, si la política del capital monopolista —inversiones en industrias bélicas, exportación de capitales, etc.— se detuviera, sufrirían las consecuencias de las crisis.

Sin embargo, añade Sweezy, tan pronto la rivalidad imperialista se hace aguda, la clase capitalista de cada país procura mantener su situación por medio de la rebaja de los salarios y la extensión de la jornada de trabajo. Y, finalmente, «resulta cada vez más claro para la clase obrera que el fin del proceso sólo puede estar en la guerra, de la cual tiene mucho que perder y poco que ganar».

El obsesivo intento de encontrar y demostrar «racionalmente» el necesario enfrentamiento de los trabajadores con todo el resto de la sociedad y justificar así la política revolucionaria adquiere características panfletarias en algunos momentos: «Acerca de los intereses económicos de las clases medias hay pocas generalizaciones que valga la pena hacer, y esto es también verdad respecto de sus relaciones con el imperialismo... Manipulando las susceptibilidades de las clases medias, y en menor grado las de los sectores no organizados de la clase obrera, es posible construir un formidable apoyo de masas para una política imperialista agresiva... Puesto que, como hemos visto, la clase obrera tiende a ser hostil a la expansión imperialista, es posible hacer aparecer sus organizaciones y su política como «antipatrióticas» y «egoístas». De este modo la hostilidad de las clases medias a la obrera, que existe siempre, puede ser intensificada. Así el resultado neto del imperialismo es el de ligar más estrechamente las clases medias al gran capital y hacer más ancho el foso que separa a las clases medias de la clase obrera».

La nueva situación exige un aumento del poder del Estado y una extensión del alcance de sus funciones.

En primer lugar, para salvaguardar los intereses de la clase capitalista frente al poder creciente y la unidad de la clase obrera. Las tácticas que adopta son la represión y la concesión que, aunque aparentemente contradictorias, resultan en realidad complementarias.

También, porque ante el creciente caos de la producción, la ausencia de la ley reguladora de la oferta y la demanda debe sustituirse por la acción del Estado. A menudo se interpreta esta intervención como acción del Estado en beneficio de los consumidores; por ejemplo, cuando interviene en los monopolios de servicios públicos o de transporte. «Pero una consideración más importante es la protección a la gran mayoría de las empresas capitalistas, que dependen en forma absoluta de la fuerza eléctrica y el transporte, contra las exacciones de un pequeño número de monopolistas muy poderosos».

Finalmente, dice Sweezy, cuando el proceso de acumulación y el caos de la producción ponen de manifiesto algunas de sus contradicciones, el Estado interviene para evitar las quiebras —de consecuencias sociales gravísimas— con préstamos de fondos públicos, subsidios a la producción, e incluso haciéndose cargo de las empresas que ya no son lucrativas. «Un monopolio de Estado en la sociedad capitalista no es más que un medio de acrecentar y garantizar el ingreso de los millonarios de una u otra rama de la industria, que están al borde de la bancarrota».

Puede advertirse en la estructura del poder político la declinación del parlamento en relación con el poder ejecutivo. Y la razón es que el parlamento es menos eficaz —en la medida en que es representativo de las verdaderas tensiones de la sociedad— que el ejecutivo, para aumentar y extender la acción del Estado en favor de la clase capitalista.

Una vez que la expansión anexionista de los monopolios nacionales ha agotado todas las áreas del mundo, sólo las guerras de redivisión son posibles... e inevitables, dado que el capitalismo, por su misma naturaleza, no puede asentarse, sino que debe seguir expandiéndose.

A partir de este criterio, hace Sweezy una interpretación de las guerras del siglo XX. La primera guerra de redivisión —la del 14— enfrentó a Alemania e Inglaterra, en relación con las cuales se enrolaron el resto de los países capitalistas. Sus consecuencias fueron: «1) el poder de Alemania fue temporalmente aplastado y su imperio colonial fue ocupado por las naciones victoriosas (principalmente Inglaterra y Francia); 2) Austro–Hungría fue eliminada de la escena imperialista; 3) Estados Unidos surgió como la nación económicamente más fuerte del mundo; 4) Italia y Japón, aunque del lado de los vencedores, vieron frustradas sus ambiciones imperiales; y, finalmente, 5) Rusia se retiró por completo del campo de la rivalidad imperialista».

Las naciones que quedaron fuera de la partición de la Primera, pronto comenzaron a prepararse para la Segunda Guerra: Alemania, Italia y Japón, de un lado; del otro, Inglaterra y EE. UU. La campaña había ya comenzado con la invasión japonesa de Manchuria en 1931, la absorción de Etiopía por Italia (1935), la guerra civil española (1936), las agresiones alemanas a partir de 1936.

Considerando al sistema imperialista en su conjunto, dos grandes oposiciones, sigue Sweezy, se levantan contra él.

Recordemos que los rasgos del capitalismo de monopolio contribuyen a la agravación de la lucha de clases y a la guerra internacional. Cuando las estructuras económica y social, en las etapas finales de una guerra, se debilitan notablemente en las potencias imperialistas, entonces se hacen posibles las revoluciones socialistas. Así describe Sweezy lo que él mismo llama «la dialéctica del nacimiento y desarrollo del socialismo».

La segunda oposición es la que levantan los movimientos de independencia económica nacional. La introducción de los intereses económicos monopolísticos extranjeros produce en los países económicamente colonizados una revolución en todo el modo de producción preexistente, creando problemas que no es capaz de solucionar. La industria artesana —incapaz de competir con los productos extranjeros— desaparece; la industrialización avanza a un ritmo lento que es incapaz de absorber las masas de artesanos arruinados; como consecuencia, aumenta el número de campesinos y la presión creciente sobre la tierra, lo que arrastra hacia un descenso de los niveles de vida en el campo. La solución consistiría en una reforma agraria y en la industrialización, que no se realizarán, ya que el imperialismo típicamente es aliado de la clase terrateniente colonial, y la industrialización requeriría la erección de barreras aduaneras, lesivas a los intereses del monopolio extranjero. Por eso, entre todas las clases del país colonizado surge el espíritu de liberación.

¿Se intercomunican estos dos movimientos, la resistencia interior socialista en los países capitalistas y los de liberación nacional? Sweezy, afirma que terminarán haciéndolo. La dificultad consiste en trasladar a los obreros —socialistas por definición— a la conducción de estos últimos, que, como Sweezy mismo reconoce, comienzan encabezados por la burguesía de los países colonizados.

XVIII. El fascismo

El fascismo surge en algunos países capitalistas avanzados como consecuencia de la situación en que quedan luego de una guerra de redivisión. Uno de ellos —triunfante o derrotado— puede quedar seriamente quebrantado en sus estructuras económicas y sociales. Ciertamente que ésta puede ser la ocasión del establecimiento del socialismo, como ocurrió en Rusia el año 1917. Si la revolución socialista fracasa, puede establecerse un sistema de equilibrio de clases, bajo la forma de república ultrademocrática, como sucedió en Alemania y en las naciones de la Europa Central y Oriental, luego de 1918. El sistema de producción de esta inestable solución es capitalista. Inestable, porque las contradicciones del sistema capitalista se hacen aún mayores y no pueden ser resueltas por los métodos normales que éste usa. Las organizaciones obreras logran la promulgación de leyes sociales que cargan sobre la producción capitalista exigencias que sólo pueden soportar: a) exprimiendo a las clases medias, que son las huérfanas en esta situación; b) sustituyendo mano de obra por maquinaria y engrosando el ejército de reserva. Las posibilidades del consumo son pobres.

Es cierto que, durante un tiempo, se revive un proceso de industrialización que, si es alentado por capitalistas extranjeros, crea una situación que da vida a un ascenso de la actividad económica, pero una vez reconstruido el aparato de producción, se descubre que el consumo deprimido no puede mantener niveles económicos altos de actividad. Podría arreglarse la situación exportando; recordemos, sin embargo, que sus colonias fueron arrebatadas en la guerra y su fuerza militar agotada o limitada para intentar aventuras imperialistas.

El fascismo surge en las clases medias como proyección de un sentimiento de frustración. Los ingredientes principales de su ideología son negativos: hostilidad al trabajo organizado y al capital monopolista, vacío que se rellena con el nacionalismo y la glorificación de la raza a la que pertenecen. Los extranjeros y las minorías raciales son los responsables de desgracias que no se comprenden. A las clases medias se agregan «ciertos grupos obreros no organizados, agricultores independientes, parte del ejército de desocupados, elementos desclasificados y criminales (el llamado lumpenproletariat) y jóvenes de todas clases».

Es ese nacionalismo revanchista y la aversión a las organizaciones obreras lo que constituye al fascismo en potencial aliado de los intereses capitalistas nacionales, ya que son los obreros y las demás naciones capitalistas sus propios enemigos. Ciertamente, el capitalismo preferiría resolver sus problemas a su modo, especialmente debido a la hostilidad del propio fascismo hacia los monopolios, pero no puede hacerlo, ya que los resortes del Estado no están en su poder y la restauración de la posibilidad de una guerra imperialista necesita la inyección de nacionalismo que sólo el nuevo movimiento es capaz de proveer. Ésta es la razón del apoyo financiero que los capitalistas brindan al movimiento fascista y la tolerancia de aquellos sectores del Estado dominados por los capitalistas ante los métodos violentos que emplea.

Una vez en el poder, el fascismo rompe el equilibrio de clases preexistente, destruyendo los sindicatos y partidos obreros; «sus organizaciones son aplastadas y sus líderes asesinados, encarcelados o arrojados al exilio».

El segundo paso es el establecimiento de un Estado fuerte para preparar la nación a enfrentar una nueva guerra de redivisión, de revancha.

Podría uno preguntarse si, ya en el poder, no pondrá en práctica el programa de reformas que preconizaba. El intento de ponerlo en práctica supondría el desastre económico, y hacer, en consecuencia, imposible para siempre la realización del sueño de conquista exterior que constituye la médula ideológica del fascismo. He aquí instaurada la convivencia entre el movimiento y el capitalismo, identificados en sus objetivos.

En lo político, el ascenso del fascismo lleva consigo, en función de la revitalización del Estado, la supresión de los partidos políticos y la purga de los elementos que, dentro del partido, no resignen sus programas radicales. Finalmente, la crisis en las filas del fascismo lleva a integrar las milicias partidarias con las fuerzas armadas del Estado, con lo que la identificación entre el movimiento y el Estado de estructuras de producción capitalista es ya completa.

Como muchas veces se ha presentado al fascismo como una situación nueva en el orden social, ni capitalista, ni comunista, Sweezy nos recuerda todo lo que ha dicho sobre las características del capitalismo como sistema. Para los marxistas, las intenciones de quienes detentan el gobierno de los medios de producción en el sistema capitalista no pueden ser distintos de los que impone la naturaleza misma de las cosas; no basta para cambiarlas que se produzca un cambio de guardia en las personas que ejercen ese control. Como en el fascismo las formas de capitalismo se mantienen (los medios de producción adoptan la forma de capital y la explotación sigue tomando la forma de producción de plusvalía), en consecuencia, la clase gobernante es aún la clase capitalista. Ciertamente, «su personal cambia un poco», lo que no hace más que «agravar la situación, ya que estos nuevos detentadores, como todos los advenedizos, ponen en su tarea más energía y menos escrúpulos» que los anteriores.

Además, los canales separados, a través de los cuales la clase dominante ejerce el poder económico y el político de una democracia parlamentaria, se funden bajo el fascismo. Las Cámaras de Comercio, asociaciones patronales, cárteles, etcétera, son asumidos por la autoridad del Estado, a través de una serie jerárquica de juntas y comisiones que los manejan y que tienen su cúspide en los ministerios gubernamentales.

No se produce, sin embargo, la unificación económica en la forma de un único trust gigante, sino que el capital permanece dividido en unidades de organización distintas. Quienes dominan las más grandes son los que constituyen la oligarquía gobernante, y los que están ligados a unidades más chicas están en una posición inferior. Asegura entonces Sweezy que, aun dentro de la oligarquía gobernante, los individuos pesan en la medida del capital que representan. De este modo, se mantiene el apremio por la autoexpansión: las corporaciones rivalizan entre sí esperando acrecentar su importancia y fuerza relativa.

Termina el autor aclarando que, si por «capitalismo de Estado» se entiende que el Estado asume las funciones de capitalista, centralizando en un único trust todo el sistema de producción, el fascismo no lo es, ya que tanto el capital como la clase capitalista siguen estructurados en unidades distintas, y la acumulación, por ello mismo, sigue siendo el móvil dominante de su producción. Aunque admite que, sin constituir el sistema económico fascista una unidad de producción, se trata de una «economía dirigida», en la que el capitalista individual debe subordinarse a una política nacional unificada.

Las contradicciones del capitalismo llevan a la desocupación, al estancamiento, la no utilización de parte de las posibilidades de producción, y sólo tienen la salida de la expansión externa, en definitiva, la guerra. Sweezy argumenta que el fascismo ha evitado la primera de las formas de fracaso, pero entrando de lleno en la segunda.

Como el libro se escribe en pleno desarrollo de la Segunda Guerra, Sweezy se plantea la posibilidad de que las potencias fascistas resultaran victoriosas. ¿Cuál sería el futuro de estas economías? El problema es grave para un marxista, ya que no puede negarse la posibilidad de que una economía capitalista dirigida pueda evitar las contradicciones del capitalismo. El único recurso que le queda es suponer que el fascismo seguirá comportándose, en último término, como empecinado capitalismo, ciego ante la fosa que él mismo se cave. «No nos referimos a una posibilidad abstracta, sino a una forma concreta de sociedad que sólo puede ser entendida en términos de su propia historia y estructura» (p. 376). Concretamente, supone que el fascismo, al ser capitalista, tarde o temprano tendrá que enfrentarse con el problema del subconsumo, aun, nos dice, manteniendo el nivel de plena ocupación, que sería lo único en que se diferenciaría de una potencia capitalista químicamente pura. La solución podría consistir: en aumentar el nivel de consumo de las masas o en una expansión exterior. Recordando que la hipótesis era la de suponer su victoria militar en la Guerra, ya se imagina cuál solución adoptaría para salvar el problema... Sweezy, sin embargo, concluye afirmando que ni vale la pena plantearse la cuestión, ya que la suposición de la estabilidad del fascismo «es una concesión inexcusable».

Del análisis del origen del fascismo deduce que para el establecimiento del fascismo en un país capitalista de una manera inevitable sería preciso que se dieran estas condiciones: 1) que la estructura de toda la nación capitalista debe ser dañada por una guerra (no es de suponer que un Estado capitalista por una crisis o un estancamiento llegue a esa situación sin ponerle remedio a través del Estado), y 2) que las relaciones de producción capitalistas sobrevivan, aunque sea en una forma muy debilitada. Asombrosamente, Sweezy afirma que ello no es posible como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial.

XIX. Mirando hacia adelante

 Al final de la parte III, el mismo Sweezy nos hizo ver la posibilidad de que el Estado, mediante una política adecuada de impuestos y gastos, regulara la relación del consumo y la producción, de modo que se evitara la tendencia al subconsumo. Es ésta la proposición de John Maynard Keynes y sus seguidores: el control social del consumo y la inversión. «Hablando en términos generales, no se puede negar su solidez lógica, ya sea con apoyo en sus propias razones o sobre la base del análisis marxista del proceso de reproducción».

La crítica marxista a esta posibilidad consiste en la afirmación de que no es posible separar la acción económica de la acción política: ¿puede el Estado, dominado por los capitalistas, actuar contra los intereses y objetivos del capital cuando ello sea deseable en interés de la sociedad en su conjunto? Sencillamente, no. «Es evidente que no podríamos esperar que los capitalistas adoptaran semejante programa como propio, al menos mientras haya otra salida —y siempre existe otra salida por el camino de la expansión externa»—. ¿Dónde —preguntaba ásperamente Lenin—, excepto en la imaginación de los reformistas sentimentales, están los trusts capaces de interesarse en la situación de las masas, y no en la conquista de colonias?.
Esta reforma del capitalismo podría esperarse de la conquista del poder del Estado por un partido político, siempre que reuniera las siguientes condiciones: a) conservarse libre de la influencia capitalista, no por algún tiempo, sino de forma permanente; b) alcanzar el poder y eliminar a los capitalistas de todos los resortes decisivos del aparato estatal; c) ejercitar la fuerza política del Estado para disuadir a los capitalistas de intentar la resistencia en el terreno económico.

«Si la experiencia indica las condiciones necesarias para un movimiento de reforma afortunado, indica también no menos claramente la imposibilidad de que se cumplan. El ascenso al poder de un partido político del tipo necesario sólo es concebible en un mundo abstracto del cual haya sido desterrado el penetrante poder social y político del capital. En el modesto mundo de la realidad, el capital ocupa las posiciones estratégicas. El dinero, el prestigio social, la burocracia y las fuerzas armadas del Estado, los medios de comunicación, todas estas cosas las controla el capital y las usa y las seguirá usando hasta el extremo para mantener su posición. Los movimientos de reforma nacen y se desarrollan en una sociedad dominada material e ideológicamente por el capital. Si aceptan esa sociedad, aunque  sólo provisionalmente, tienen que tratar de adaptarse a ella, y al hacerlo, ella se los traga inevitablemente. Los líderes ambiciosos se corrompen con facilidad, y a los partidarios potenciales los ahuyenta la intimidación o la propaganda; tenemos por consecuencia lo que bien pudiera considerarse como característica saliente de todos los movimientos de reforma, el trueque progresivo de los principios por respetabilidad y votos. El resultado no es la reforma del capitalismo, sino la quiebra de la reforma. Esto no es ni un accidente ni un signo de la inmoralidad de la naturaleza humana; es una ley de la política capitalista».
El capitalismo sólo puede esperar las contradicciones que lleva consigo, hasta que desate finalmente fuerzas que ya no puede controlar. «La perspectiva, ciertamente, no es grata, pero en nuestra sección final trataremos de demostrar que tiene un lado más prometedor para quienes quieran verlo».

La tesis primitiva de los marxistas fue siempre que la revolución socialista ocurriría más o menos simultáneamente en todos los países avanzados de Europa.

Esta tesis, sin embargo, resultaba insostenible en 1924, cuando sólo en Rusia los socialistas habían conseguido mantenerse en el poder; los socialistas rusos se plantearon entonces la posibilidad de la construcción del nuevo sistema de producción en un solo país. La controversia se planteó en el XIV Congreso del Partido Comunista de la U.R.S.S. en 1925. La tesis primitiva, sostenida por Trotsky, fue vencida por la de Lenin y Stalin; Trotsky afirmaba que, si bien era posible la construcción del socialismo en un solo país, su permanencia estaría asegurada cuando el socialismo hubiera triunfado en la escala internacional. La opinión de Stalin sobre el desarrollo de la transición del capitalismo al sistema socialista, contando con la existencia de una Rusia socialista, consiste en la exportación de la revolución a los países satélites de las potencias capitalistas avanzadas, hasta constituir un bloque de países socialistas lo suficientemente fuerte como para enfrentar militarmente al constituido por los capitalistas.

Admitiendo la tesis de Lenin y Stalin del enfrentamiento, abierto y decisivo, entre ambos bloques, Sweezy se muestra partidario de otra alternativa.

En tanto el socialismo ruso, nos dice, «es sólo una isla en el océano del imperialismo» no ejerce una influencia decisiva en las estructuras de éste, las rivalidades imperialistas eclipsan la rivalidad capitalismo–socialismo. Ahora bien, cuando la influencia del socialismo, apoyado por la U.R.S.S., refuerce su acción en el interior de los países capitalistas y en sus satélites, ¿se provocará la consolidación del imperialismo o, más bien, su disolución? Si lo consolida, la opinión del enfrentamiento final es más probable; en el caso contrario, no.

La sospecha de Sweezy es que cualquier desarrollo del socialismo alertaría a las potencias capitalistas que, naturalmente, harían todo lo posible por consolidar su situación; pero ese desarrollo agudizaría los antagonismos de clase internos y, sobre todo, los conflictos de estas potencias capitalistas con sus satélites. «No parece improbable —concluye— que los efectos de un desarrollo ulterior del socialismo, desintegradores del imperialismo, sobrepujen a los efectos consolidadores» Sweezy espera confiadamente —en 1942— que con la guerra «el imperialismo haya recibido una herida mortal de la que nunca se recobre para incendiar de nuevo al mundo».

«Comencemos con la suposición de una derrota militar del fascismo alemán. Se puede imaginar que este feliz acontecimiento sería seguido por el colapso del régimen capitalista y la victoria del socialismo en casi todo el continente europeo, no meramente en Alemania y los países ocupados, sino también en Francia, Italia y España. Los intentos de intervención angloamericana no están excluidos, pero parece difícil que tuvieran éxito; aquí la oposición de la clase obrera británica sería probablemente el factor decisivo». Sweezy concede, bien que a regañadientes, la posibilidad de que Inglaterra permanezca fiel al sistema capitalista; de esta manera, el bloque imperialista quedaría, más o menos, constituido por EE. UU., Inglaterra y sus dominios, probablemente América Latina y partes de Asia.

La imaginación creadora del autor le lleva aún más lejos. El buen ejemplo del bloque socialista causará estragos en la estructura interna de los países capitalistas: «¿Cuál sería la influencia de la victoria del socialismo en tan vasta porción del mundo, y de la constante elevación del nivel de vida en las áreas afectadas, sobre la estructura social del imperialismo? ¿No es claro que las clases trabajadoras en las áreas industriales avanzadas, y las masas de los países atrasados, presas aún entre las redes del sistema imperialista, se sentirían poderosamente atraídas por el nuevo sistema socialista? Para la oligarquía imperialista gobernante, ¿no sería cada vez más difícil, y aun, a su tiempo, imposible organizar una cruzada contra el nuevo y ampliamente extendido sistema socialista? La respuesta parece ser obvia».

No contento con todo esto, concluye su análisis con la siguiente invocación a la historia: «Las posibilidades extremadamente hipotéticas de hoy pueden estar a la orden del día de mañana. Entre tanto —y a menos que la situación cambie mucho más rápidamente de lo que parece probable entre el momento en que se escribe este capítulo y el momento en que se publique—, la gran mayoría de lectores pensará, sin duda, que nuestro análisis es irreal y traído por los cabellos, para no usar términos más duros. Las tendencias subyacentes no siempre se muestran en la superficie. Pero no hay para qué discutir el punto ahora; dejaremos de buen grado que decida el porvenir».