Teoría del desarrollo capitalista
PRIMERA PARTE : VALOR Y PLUSVALÍA
I. El método de Marx
1.El uso
de la abstracción
Desde el punto de vista formal, la metodología económica que
utiliza Marx puede parecer similar a la de sus predecesores clásicos, pues es
partidario del método abstracto-deductivo.
Pero también aceptaba las teorías
modernas de las aproximaciones sucesivas, donde se avanza de los mas abstracto
a lo mas concreto.
Observados los diferentes
economistas y sus objetivos, se obtiene que aunque no manejen de la misma forma
sus materiales y haciendo las abstracciones de manera diferente a los otros,
cada uno puede tener razón desde el punto de vista del problema que estudia.
Como lo hacia notar Hegel, debe
diferenciarse lo esencial de lo no esencial para poder hacer posible el
análisis: esta es la cuestión fundamental de la abstracción, pero la pregunta
es como hacer esta diferenciación. ¿Que es aquello que consideraremos esencial?
Marx se concentro en el derecho y
la filosofía, pero sus inclinaciones radicales le impidieron adquirir una
posición docente. Con ese carácter entro por primera vez con problemas sociales
y con nuevas ideologías, como el socialismo y el comunismo, procedente de
Francia.
Esto le lanzo al estudio de la
historia de Francia y de la economía política de Inglaterra.
Y fue su actitud frente a la
economía política, lo que le determinase a hacer de los estudios económicos su
principal ocupación.
''Mis estudios me condujeron a
la conclusión de que las relaciones legales al igual que las formas de estado
no podían ser entendidas en si mismas, si no que tienen sus raíces en las
condiciones materiales de la vida.
En la producción social, los
hombres entran en determinadas relaciones independientes de su voluntad, y la
suma de todas estas relaciones constituye la estructura económica de la
sociedad.
Estas relaciones de producción
entran en conflicto con las fuerzas materiales, lo que provoca el periodo de
revolución social.''
A partir de aquí consideraremos,
que la principal preocupación de Marx es el cambio social. La economía política
no es importante por si misma sino porque en su esfera es donde se encuentra el
cambio social.
Por tanto, la clave del cambio
social se encuentra en los movimientos del método de producción y de las leyes
que rigen esto.
A diferencia de Hegel, siguió los
conflictos históricos hasta llegar al modo de producción, pues decía que la
historia de todas las sociedades, es la historia de la lucha de clases.
Estos elementos mencionados, son
los esenciales que deben ser aislados y analizados mediante el método de
abstracción.
''El capital es la fuerza que
domina todo en la sociedad burguesa'' Con esta frase Marx pretendía decir
que la relación económica principal es la que existe entre capitalistas y
obreros. Que la relación entre el trabajo asalariado y el capital es lo que
precisa todo el carácter del método de producción.
Esta relación
entre la burguesía y el proletariado debe ser el elemento central de la
investigación.
La ley general
absoluta de la acumulación capitalista, es lo que ha sembrado grandes
diferencias entre los partidarios y los detractores de Marx.
2. El
carácter histórico del pensamiento de Marx
Para Marx la
realidad social es el proceso histórico, donde los sistemas sociales se
encuentran con las fuerzas productivas.
El proceso de
cambio social, no es completamente mecánico, sino que es producto de la acción
humana, pero que dicha acción se encuentra limitada por la presión de la clase
social.
Pues los
hombres hacen su propia historia pero no pueden decidir sobre las
circunstancias que ya les vienen dadas del pasado.
Para los afines
al pensamiento de Marx, el carácter histórico es una premisa mayor, que permite
al individuo permanecer fuera del sistema y criticarlo en su conjunto. También
permite tener una actitud critica a los cambio pasados, presentes y futuros que
sufre el sistema.
II. El problema del valor cualitativo
1.Introducción
Se considera
''mercancía'' a todo lo que se produce para el cambio, y el estudio de las
mercancías es el estudio de la relación económica del cambio.
Para Smith la
división del trabajo es el origen del aumento de la productividad. Por tanto el
cambio es anterior a la división del trabajo y causa de ella.
Sin embargo,
Marx no niega la existencia de la relación entre la producción y la división
del trabajo, pero no de la manera en que lo hace Smith. Pues niega que la
división del trabajo este ligada al cambio, por lo que la producción no es la
forma universal de la vida económica.
A partir de
este punto la producción de mercancías es analizada desde el punto de vista
histórico-social.
La relación
cuantitativa entre productores, oculta una relación especifica de manera
histórica entre productores.
2. Valor
de uso
Toda mercancía
tiene un valor de uso y un valor de cambio.
El valor de uso
expresa la relación entre el consumidor y el productor consumido.
Marx excluye el
valor de uso, como objeto de investigación de la economía política, pues no
esta dentro de la relación social.
Pero tiene un
papel importante, pues es una precondición del consumo.
3.Valor
de cambio
El valor de cambio es una relación cuantitativa entre las
mercancías. Que es una forma de la relación social entre propietarios de
mercancías.
Debemos aclarar que el cambio de mercancías es un cambio de
los productos del trabajo de productores individuales. Sin embargo una
mercancía individual, posee la calidad social que se manifiesta
cuantitativamente en el valor de cambio.
4.Trabajo y valor
El trabajo tiene dos aspectos significativos, uno referente
al valor de uso y el otro al valor de la mercancía que produce.
Cuando Marx considera que el trabajo es la sustancia del
valor , habla siempre del trabajo considerado como trabajo abstracto.
5.Trabajo abstracto
El trabajo abstracto es abstracto solo en el sentido de que
se pasan por alto todas las características que distinguen una clase de trabajo
de otra. Marx quiere decir con ello ''trabajo general''
Considera que la reducción de todo trabajo a común
denominador , hace que puedan ser comparadas entre si y agrupadas para formar
un conjunto social.
Esta abstracción del trabajo es el resultado de una suma
concreta de diferentes clases de trabajo. Pues el trabajo se ha convertido en
un medio para crear riqueza y ha dejado de desarrollarse en un destino
particular.
Resumiendo se puede decir que la reducción de todo trabajo a
trabajo abstracto, deja ver que es una suma de fuerzas de trabajo social que es
susceptible de acuerdo con la necesidad social de cada momento determinado.
6.La relación de lo cuantitativo con lo cualitativo en
la teoría del valor
La investigación revela que la mercancía tiene en común con
todas las demás el hecho de absorber una parte del total de la fuerza de
trabajo disponible en la sociedad., y es esta característica lo que hace de la
mercancía el punto de partida de la economía política en la modernidad.
La mercancía, que también es un valor, ha absorbido parte de
la actividad productora de riqueza de la sociedad.
Por todo ello, la tarea central de la teoría del valor
cuantitativo surge de esta definición del valor como magnitud.
7.El carácter fetichista de las mercancías.
Por todo lo anterior mencionado, bajo las formas de
organización social esta la sustancia de las relaciones sociales.
En su doctrina fetichista, Marx se da cuenta de la importancia
de la ideología en la época moderna, y la relación entre los hombres se basa en
una simple relación entre cosas.
''Este carácter fetichista del mundo de las mercancías tiene
su origen en el carácter social del trabajo que produce mercancías.''
En otras palabras, el trabajo del individuo se afirma como
parte del trabajo de la sociedad solo a través de las relaciones que se
establecen entre los productores.
Los productores individuales tratan con su prójimo solo a
través del mercado, donde los precios y la cantidad vendida constituyen la
realidad y los demás individuos solo son instrumentos.
Para estos, el movimiento social, toma la forma del
movimiento de las cosas que rigen a los productores, en lugar de ser regidas
por ellos. Donde el proceso de producción tiene el dominio sobre el hombre y no
al revés como debería.
Por todo ello, el orden social se convierte en una segunda
naturaleza como dijo Luckacs.
La aplicación de las ideas y métodos de la ciencia natural a
la sociedad es uno de los rasgos mas notables del periodo capitalista.
La materialización de las relaciones sociales a provocado
dos cosas, la primera que las categorías de la economía capitalista sean vistas
como categorías inevitables de toda la vida economía general.
En segundo lugar, la atribución de poder independiente a las
cosas en el proceso de producción.
Pero apartándonos de la economía política, todo esto tapa el
verdadero carácter de clase de la sociedad capitalista. Pues el obrero no
advierte su falta de acceso a los medios de producción por los que poseen el
monopolio, y que esta siendo explotado en beneficio de otros.
III. El problema del valor cuantitativo
1. El
primer paso
Para Marx lo que cambia el curso de la historia es el modo
de organizar y llevar a cabo todas las actividades de producción y
distribución.
Donde el valor de cambio es una característica de las leyes
que gobiernan la asignación de la actividad productiva en una sociedad
productora de mercancías.
Se supone que las mercancías cuya producción requiere un
tiempo igual se cambian sobre la base de uno por otro.
El trabajo socialmente necesario concierne tan solo la
cantidad de trabajo realizado y no tiene nada que ver con el valor de uso o
utilidad.
Ademas el trabajo calificado debe tener una mayor capacidad
de producir valor pues es la suma de los trabajos simples.
Y el trabajo calificado puede ser por una mayor habilidad o
por un entrenamiento superior.
Si es por una habilidad superior, solo es necesario
colocarlos en la misma linea de produccion para medir su efectividad relativa.
Si depende de una mejor formación, esta claro que el obrero
superior emplea no solo su propio trabajo sino el de sus maestros, por lo que
la productividad debe ser superior.
2.El papel de la competencia
Es obvio para todos que lo que tarda en producirse dos días
valga el doble que lo que se produce en uno.
Por ello, los dueños de los medios de producción tienen el
deseo y la posibilidad de competir libremente por ventajas que puedan
transferir su trabajo de una linea de producción a otra. Debido a esta clase de
competencia en una sociedad de producción simple, la oferta y la demanda
estarán equilibradas solo cuando el precio de cada mercancía sea proporcional
al tiempo requerido para producirla.
Por tanto, Marx considera que la ley de la oferta y la
demanda contradice la teoría del trabajo.
3.El papel de la demanda
Muchos autores consideran que Marx ha ignorado el papel de
la demanda en la determinación de las relaciones de valor cuantitativo, sin
embargo no fue así.
Dice textualmente que la sociedad puede usar tanto de su
trabajo total para esta clase particular de producto en las condiciones
corrientes de la producción.
Hay dos razones que explican este desdén, la primera es que
bajo el capitalismo la demanda efectiva es solo parcialmente una cuestión
relativa a las necesidades de los consumidores, pero esta es elástica y
cambiante.
En la medida en que se acepta la proposición de que la
demanda del mercado esta dominada por la distribución del ingreso parecería que
no podemos escapar a la conclusión de que los problemas del valor deben ser
abordados por la vía de las relaciones de producción.
Las necesidades en la medida que no surgen de demandas
biológicas, son un reflejo del desarrollo técnico de la sociedad.
Schumpeter observa que los cambios en los gustos de los
consumidores no tienen importancia a menos que ocasionen transferencia en el
ingreso real.
Como dijimos al principio, la demanda juega un papel muy
importante en su análisis, pero lo que tiene que decir de ella esta dominada
por la distribución del ingreso, según las relaciones de producción existentes.
4. 'Ley del valor'' vs ''Principio de planeación''.
Lo que Marx resume las fuerzas actuantes en una sociedad
productora de mercancías que regula tres aspectos: las proporciones del cambio
de mercancías, la cantidad producida de cada una y la asignación de las fuerzas
de trabajo a las diferentes ramas de la producción.
Las fuerzas de trabajo incluyen la norma de las necesidades
sociales que se modifica según el ingreso de cada individuo y por otra parte la
fuerza que equilibra la demanda y la oferta.
La ley del valor es una teoría de equilibrio con referencia
a la producción simple de mercancías adaptada al capitalismo.
La función de la ley consiste en en explicar como se asigna
el esfuerzo productivo y cual es el resultado.
En la medida en la que la asignación de la actividad
productiva es sometida a un control consciente, la ley del valor pierde su
pertinencia y su importancia, pues el principio de la planeación la sustituye.
5. El valor y el precio de producción.
El precio es tan solo la expresión monetaria del valor, y
los precios de producción son las modificaciones de los valores.
6.Precio del monopolio.
La introducción de elementos de monopolio en la economía
dificulta el funcionamiento de la ley del valor como reguladora de las
relaciones cuantitativas de producción y de cambio.
El control de la oferta por el monopolista le permite
aprovecharse de las condiciones de la demanda.
Ademas las discrepancias entre el precio del monopolio y
el valor no esta sometidas a ninguna
regla general, como sucede con las discrepancias entre el valor y el precio de
producción.
Si tratamos de plantearlo de otra manera, la existencia de
monopolios no altera las relaciones sociales básicas de la producción.
Y esto ultimo es muy importante, pues aun en condiciones de
monopolio podemos seguir comparando las mercancías en términos de unidades de
trabajo.
IV. Plusvalía y capitalismo
Es importante
no confundir la producción de mercancías con el capitalismo, pues el
capitalismo implica la producción de mercancías pero no es correcto al revés.
1.
Introducción.
Bajo el
capitalismo la propiedad de los medios de producción corresponde a un conjunto
de individuos, mientras que otro realiza el trabajo.
Ademas se
considera que tanto los medios de producción como la fuerza de trabajo son
mercancías, es decir que se pueden intercambiar por otras.
En la
producción simple el productor vende su mercancía a fin de comprar otros
productos para satisfacer sus necesidades, y este es para Marx en ciclo
natural.
Sin embargo
bajo el capitalismo, el capitalista se presenta en el mercado con dinero,
compra mercancías que llevan a cabo el proceso de producción y regresa al
mercado, que convierte eso en aun mas dinero.
Este incremento
del dinero final respecto del inicial, es lo que denomina plusvalía.
''La
circulación del capital es un fin es si mismo, por tanto no tiene limites''
2.El
origen de la plusvalía.
El capitalista
encomienda al obrero cualquier actividad en su fabrica, de esta manera compra
su capacidad de trabajo.
Por todo ello,
la fuerza de trabajo es una mercancía y debemos analizar que valor tiene como
tal.
''El valor
de la fuerza de trabajo se determina por el tiempo de trabajo necesario para la
producción de una mercancía.''
Marx se plantea
como el capitalista tiene mas dinero al terminar el ciclo que cuando lo empezo.
Con su trabajo
el trabajador produce mas que los simples medios de subsistencia, por tanto se
pude dividir entre trabajo necesario y trabajo excedente.
Al trabajador
se le es recompensado con salario por el trabajo necesario, y el capitalista se
apropia del trabajo excedente en forma de plusvalía.
3. Los
componentes del valor.
El valor de los
materiales y la maquinaria se denomina capital constante, la fuerza de trabajo
es denominada como capital variable.
Si sumas ambos
valores con la plusvalía obtienes el valor total del proceso de producción de
mercancías.
4.La tasa
de la plusvalía.
La tasa de la
plusvalía es la forma capitalista de Marx para la tasa de explotación, que es
lo mismo que la proporción de trabajo excedente con respecto al trabajo
necesario.
La magnitud de
la tasa de plusvalía es dada por tres factores: La duración del día de trabajo,
la cantidad de mercancía que entra en el
salario real y la productividad del trabajo.
Cada uno de
estos factores es por turnos el punto central del análisis económico.
Ademas es
importante mencionar que la suposición de tasas iguales de la plusvalía se
basa, en determinadas tendencias de la producción capitalista. Los obreros se trasladan a zonas de salarios
mas altos y los productores intentan tener los métodos técnicos mas avanzados.
5. La
composición orgánica del capital.
Marx llama composición orgánica del capital a la medida de
la relación entre capital variable y capital total usado en la producción.
En otras palabras, la composición orgánica del capital
muestra la amplitud en la que el trabajo es provisto de materiales y maquinaria
en el proceso productivo.
Los factores que determinan esto son:
La tasa de los
salarios reales, la productividad del trabajo, el nivel común de la técnica y
la amplitud de la acumulación de capital en el pasado.
6.La tasa
de la ganancia.
La tasa de ganancia es la proporción de la plusvalía con
respecto al desembolso total del capital.
En primer
lugar, si identificamos la plusvalía con la ganancia suponemos que no hay que
pagar ninguna porción de plusvalía al propietario en forma de renta.
En segundo
lugar el capitalista calcula la tasa de ganancia sobre su inversión total por
un periodo de tiempo dado, que es un año.
Para Marx esto
implica que la maquinaria y fuerza de trabajo suponen un coste que se recupera
con la plusvalía al final del año transcurrido.
Los factores que determinan la tasa de ganancia son idénticos
a los de la composición orgánica del capital.
Si las tasas de plusvalía y ganancia son iguales en todas
partes, la composición orgánica del capital también debe ser la misma en todas
partes.
Es por los tanto, inevitable
la conclusión de que en el mundo real de la producción capitalista, la
ley del valor no ejerce un control directo.
La teoría de
Marx es para algunos insatisfactoria, pero sustituyéndola por una prueba
adecuada demostraremos que tanto su método como sus conclusiones son correctas.
Se concluye el análisis con una cita de Bortkiewicz: “Suponiendo que la composición orgánica del
capital fuese la misma en todas las esferas de producción, la ley del valor
controlaría directamente el cambio de mercancías sin detener la explotación de
los obreros por los capitalistas y sin reemplazar el deseo de ganancia de los
capitalistas por ningún otro motivo.
SEGUNDA
PARTE : PROCESO DE ACUMULACION
V. La
acumulación y el ejército de reserva
1. La reproducción simple
Quena, el líder de los Fisiócratas,
invento lo que denomino la Tablea economique, Marx hizo su propia versión de
ella que denomino la reproducción simple.
Los requisitos para el
funcionamiento de la reproducción simple son que el sistema capitalista que
conserva indefinidamente las mismas dimensiones y proporciones entre sus
diversas partes. Que los capitalistas repongan cada año el material gastado y
usado, que empleen su plusvalía en el consumo y que los obreros gasten todo su
salario en el consumo. Si no se dieran estas pautas daría lugar a una
acumulación o un agotamiento de la existencia de medios de producción.
La reproducción simple:
La industria se divide en dos
ramas. En la primera rama (I) se encuentran los medios de producción y en la
segunda rama(II) se encuentran los artículos de consumo, unos para obreros y
otros para capitalistas, denominados de lujo. Por lo tanto en modo de formula
las ramas se representan de la siguiente manera:
(I): c1+v1+p1=w1
(II): c2+v2+p2=w2
En las cuales v1 y v2 es el
capital variable, p1 y p2 es la plusvalía y w1 y w2 es el producto. Ambas ramas
se combinan para que se cumplan las condiciones de capital constante, que es la
producción total en bienes de producción y el consumo combinado de capitalistas
y obreros que es la producción total de la rama de articulas de consumo. Tras
esta combinación la formula quedaría de la siguiente forma:
c1+c2=c1+v1+p1 ----
v1+p1+v2+p2=c2+v2+p2---- c2= v1+p1. Esta es la condición básica de la
reproducción simple. El valor del capital constante usado en la rama de
artículos de consumo es igual al valor de las mercancías consumidas por los
obreros y capitalistas dedicados a producir medios de producción.
Al examinar el plan de
reproducción simple con más detalles, es decir el análisis de interconexiones
de la producción total y el ingreso, se observa que la producción tiene dos
amplias categorías, la primera es una producción total de medios de producción
y la segunda es la producción total de artículos de consumo y esto a su vez
sumado da lugar a la oferta social.
Por otra parte tenemos el
ingreso que se divide en tres categorías, el ingreso del capitalista( libre de
gastar en el consumo, es decir la plusvalía), el ingreso del
trabajador(salario) y el ingreso del capitalista a gastar en medios de
producción. Estos a su vez se subdividen en seis categorías, uno por cada rama
de la reproducción simple. La suma de todas las categorías condicionan la
demanda total de mercancías.
Existen varias discrepancias
entre el equilibrio de la oferta y la demanda. C1 representa a la vez la oferta
y la demanda de medios de producción. Solo se producen cambios entre los
capitalistas de la sección 1, el valor por la cantidad c1 realiza un recorrido
circular, el problema que existe demanda que tenemos que relacionar las dos
rama, y es con la negociación como se
consigue el equilibrio. La rama (I) tiene la demanda de medios de producción y
la demanda de consumo iguales a v1+p1, y la rama (II) tiene la demanda de
medios de producción y la oferta de consumo, que corresponde a C2.
2. Raíces de la
acumulación
Los valores de uso no deben
nunca considerarse como el fin real del capitalista. Se ha construido un
sistema en el cual los capitalistas reciben el mismo ingreso año tras año y lo
consumen hasta el último dólar. Los valores de uso tendrían que ser
considerados como el fin que persigue el capitalista.
La reproducción simple implica
la abstracción de los más esencial en el capitalista y es que este convierte
una parte de su plusvalía en capital adicional. Su capital acrecentado le
permite apropiarse de aun mas plusvalía que convierte en capital adicional y
este proceso es conocido como la acumulación del capital. Marx dice que el
deseo del capitalista es aumentar el valor que controla y que proviene de su
posición especial en una forma particular de organización de la población
social. Acumular es conquistar el mundo de la riqueza social.
El capitalista es el que más
acumula, emplea métodos técnicos más avanzados y eficientes para el
perfeccionamiento. Se intenta comparar las ideas de Marx con las teorías de la
abstinencia y la espera. En las cuales, la primera se refiere a abstener de
consumir conlleva acumular, pero los capitalistas quieren consumir y acumular.
Con respecto a la segunda teoría, la teoría de la espera, es que finalmente los
capitalistas desean consumir lo que poseen pero prefieren esperar para
consumirlo con intereses en el futuro.
3. La acumulación y el
valor de la fuerza de trabajo: planteamiento del problema
La reproducción ampliada, es una
interrelación entre ofertas y demandas, cuando los capitalistas ya no consumen
totalmente su plusvalía esta se divide en tres partes, la que consumen los
capitalistas, el capital constante y la tercera el capital variable.
La explicación que se le da a
esto, es que la acumulación, produce un aumento en la demanda de la fuerza de
trabajo y esto a su vez aumenta la demanda de una mercancía cualquiera, es
decir su precio sube en sí mismo y se desvía del precio respecto a su valor. El
equilibrador de oferta y demanda de las fuerzas de trabajo no existe, por lo
tanto, la fuerza de trabajo marca el desequilibrio y no hay igualdad entre los
salarios y el valor de la fuerza de trabajo. Esto se comprende mejor con la
teoría cuantitativa del valor y la ganancia de Ricardo que dice: El trabajo,
puede aumentar o disminuir en cantidad, tiene su precio natural y su precio de
mercado. El precio natural, es el precio necesario para que los trabajadores
puedan subsistir y perpetuar la raza sin aumento ni disminuciones. Esta teoría reside a su vez en la teoría de
la población, que parte de la estructura teórica de la economía política
clásica, de la cual Marx esta totalmente en contra.
4. La solución de Marx :
el ejército de reserva
El ejército de reserva consiste
en una reserva de obreros desocupados que, mediante su competencia activa en el
mercado de trabajo, ejercen una presión constante, hacia abajo, en el nivel del
salario. El ejército de reserva está formado principalmente por obreros
desplazados por la maquinaria.
Según Marx, la introducción de
la maquinaria para economizar el trabajo es como una respuesta más o menos
directa de los capitalistas a la tendencia
ascendente de los salarios.
La formula se expresa de la
siguiente forma: el ascenso de la maquinaria produce un aumento de los
despidos, que a su vez produce el aumento del ejército de reserva y un descenso
de la demanda de trabajo.
Según Ricardo, la maquinaria
libera obreros, sin liberar el capital variable necesario para su empleo en
otras partes, su reempleo depende de la acumulación adicional.
Se habla de que es necesaria una
crisis y que el capitalismo sin crisis es inconcebible.
Explicación del ejército de
reserva:
5. La naturaleza del
proceso capitalista
La economía política clásica,
que tan firmemente se apoya en la teoría Maltusiana de la población, se inclino
siempre a predecir el fin inminente del progreso económico. El razonamiento era
elevado y convincente en su simplicidad. La acumulación estimula indirectamente
el desarrollo de la población, el aumento del número de habitantes obliga a
recurrir a tierras inferiores, las cosas necesarias para la vida solo pueden
producirse, por consiguiente, a costo sin cesar creciente en términos de horas
- hombres. Lo que explica que el capitalismo cesara cuando las ganancias sean
bajas.
En 1870 se dieran cuenta de que
la teoría de la población no valía, Marx se protegió de este colapso incluyendo
el ejército de reserva en vez de la teoría de la población. Eran esenciales los
cambios en los métodos y había una fuerte influencia de la estructura institucional
e ideológica.
La base del proceso de la teoría
de la evolución económica de Marx, se basa en la noción fundamental del proceso
capitalista como aquel que, en principio, implica la acumulación incesante
acompañada de cambios en los métodos de reproducción.
VI.La
tendencia descendente de la tasa de la ganancia
1. La formulación de la ley por Marx
La misma cantidad de trabajo,
operando con un equipo mas perfeccionado y eficiente, puede elaborar mas
materiales y rendir un volumen cada vez mayor de productos acabados, esto
quiere decir que la productividad de trabajo crece de manera continua. ( se
expresa con la formula g=p'(i-0), en la cual se representa la plusvalía y la
composición orgánica).
Con la teoría de la ley
demostraba que ciertos obstáculos internos se oponían al desarrollo indefinido
de la producción capitalista. Por una parte, una composición orgánica
ascendente del capital es la expresión de la creciente productividad del
trabajo, por otra parte, la tasa descendente de la ganancia que la acompaña
tiene que cerrar el fin de los cauces de la iniciativa capitalista.
2. Las causas
contrarrestan tés
Hay seis causas que anulan la
ley general de la tasa descendente de la ganancia, pero no se explican en esta
parte del texto. Lo que se explica a continuación son otras cinco causas que se
calcifican según que su efecto sea mantener baja la composición del capital o
elevar la tasa de plusvalía.
1. Abaratamiento de los
elementos del capital constante: el uso creciente de maquinaria, elevando la productividad
del trabajo, disminuye el valor por unidad del capital constante
2. Aumento de la intensidad de
explotación: la prolongación de la jornada de trabajo y en los que hoy se
llamaría acelerar y estirar. La prolongación de la jornada de trabajo eleva
directamente la tasa de plusvalía, aumentando la cantidad de trabajo excedente
sin afectar la de trabajo necesario. El acelerar y estirar, por otra parte,
eleva la tasa de plusvalía haciendo entrar el trabajo necesario en un tiempo
más corto y dejando así una parte mayor de la jornada de trabajo no alterada
para el trabajo excedente.
3.Depresión
de los salarios más debajo de su valor: reducción de salarios, que los
capitalistas están dispuestos a adoptar cada vez que pueden.
4.Sobrepoblación
relativa: una más alta composición orgánica del capital, deja libres a cierto
número de trabajadores y crea así la sobrepoblación relativa o el ejército de
reserva.
5.Comercio
exterior: el comercio exterior hace posible adquirir materias primas y
artículos necesarios para la vida, más baratos que si se produjeran en el país.
3. Una crítica a la ley
La productividad acrecentada del
trabajo del obrero beneficia a este en igual grado que al capitalista, esta es
la principal razón para dudar de si la ley es correcta o no.
La distinción del capitalismo es
la creación de un ejército de reserva. Difícilmente se justifica la suposición
de Marx de una tasa constante de la plusvalía coexistiendo con una composición
orgánica ascendente del capital y lo correcto sería decir que la tasa de la
ganancia bajará si el porcentaje de disminución es la proporción del capital
variable con respecto al capital total.
Marx pensó que cualquier periodo
considerable, los cambios en la composición orgánica del capital deben ser de
fijo enormes. Pero la composición orgánica del capital es una expresión de
valor; y debido a la productividad del trabajo en ascenso constante, el
crecimiento en el volumen de maquinaria y materiales por obrero no debe
considerarse como un índice del cambio en la composición orgánica del capital.
No es posible demostrar una
tendencia descendente de la tasa de la ganancia comenzando el análisis por la
composición orgánica ascendente del capital. Algo seguro es que el aumento en
la composición orgánica del capital tenderá a restablecer la tasa de la
plusvalía, es decir, acrecentar el volumen de la plusvalía mas allá de lo que
éste hubiera sido en ausencia del aumento de la composición orgánica del
capital.
Hay seis fuerzas para deprimir
la ganancia o elevarla son:
1. Sindicatos: combaten la
tendencia descendente de la tasa de ganancia, los capitalistas están igualmente
empeñados en tratar de hacer caer los salarios.
2. Acción del Estado en
beneficio de los trabajadores
3. Organizaciones patronales:
actúan para mejorar la posición contractual del capital frente al trabajo,
ejercen una influencia ascendente en la tasa de la ganancia.
4. Exportación del capital:
actúa para mitigar la presión sobre el mercado de trabajo domestico, y en esta
forma impide que la acumulación tenga todo su efecto depresivo sobre la tasa de
la ganancia.
5. Formación de monopolios: los
capitalistas individuales crean monopolios con la esperanza de mejorar su
propia tasa de la ganancia.
6. Acción del Estado en
beneficio del capital: las tarifas protectoras pueden tener el efecto de elevar
la tasa de la ganancia general.
VII. La
transformación de los valores en precios.
1. El planteamiento del
problema
El autor hace un resumen del
capítulo V, poniendo un ejemplo detallado con números y en lo que fija que una
situación de equilibrio debe caracterizarse por la igualdad en las tasas de la
ganancia vendidas por todas las industrias del sistema, ya para culminar el
apartado hace alusión a la teoría del valor diciendo: " La teoría del
valor, es compatible con los fenómenos reales de la producción".
2. La solución de Marx
Los capitalistas se moverán en
busca de la tasa de la ganancia más alta posible, hasta que ninguno pueda
mejorar su situación por un nuevo movimiento, un estado de cosas que solo se
alcanzará cuando la tasa de la ganancia sea la misma para todas las industrias.
Según Marx la suma de valor producido, será la misma que antes, ya que no ha
habido cambio en el número de horas total empleadas, es decir, la suma total de
capital como la suma de plusvalía quedaran inafectadas.
En términos de valor esto se
representa de la siguiente forma:
(I) c1+v1+p1=w1
(II) c2+v2+p2=w2 =
C+V+P=W
(III) c3+v3+p3=w3
En términos de precio tomando la
formula de la tasa media de la ganancia g= P/ C+V.
c1+v1+g(c1+v1)=G1
c2+v2+g(c2+v2)=G2 =
C+V+g(C+V)=G
c3+v3+g(c3+v3)=G3
El autor expone un grafico en
que se observan que las ganancias no siempre son las mismas en las industrias
pero que el total no varía, esto quiere decir, que si la industria(I) sube las
demás bajan y viceversa.
También en el cálculo del precio por Marx sale que los
trabajadores acumulan capital, lo que hace pensar que el método marxista de
transformación es insatisfactorio.
TERCERA PARTE: CRISIS Y DEPRESIONES
VIII. La naturaleza de las crisis capitalistas.
Marx nunca perdió de vista el
problema de la crisis, ya que éste reaparecía sin cesar.
Las crisis son fenómenos
extraordinariamente complicados.
La crisis real se entiende por
el movimiento real de la producción capitalista, de la competencia y del
crédito, entendiendo estos como toda estructura de organización de los
mercados. Sin embargo, en Marx no se encuentra un examen completo de la
materia.
1.La producción simple de
mercancías y las crisis
Una moneda bien aceptada es fundamental
para una sociedad que ha avanzado más allá de la etapa del trueque ocasional,
hasta el punto de satisfacer sus necesidades por medio del cambio privado.
El trueque queda traducido como M-M, es decir, mercancía contra mercancía y la moneda
como M-D-M, es decir, mercancía contra dinero y dinero contra mercancía.
La introducción de dinero se ha
representado como un gran paso hacia delante, ya que el productor no está
obligado a buscar a alguien que tenga lo que necesita y viceversa.
Pero este cambio privado trae
consigo la posibilidad de una crisis, ya que si se produce una
interrupción en el proceso de circulación puede afectar a toda la economía.
Dando lugar a mercancías invendibles y a necesidades insatisfechas, conocido
como la crisis de la sobreproducción. En la que la sobreproducción es el
resultado de la crisis, no la causa de ésta.
La crisis de la sobreproducción
se basa en: A vende y deja de comprar a B, por lo que B no puede comprar a C y
éste no puede comprar a D.
Si logramos averiguar porque A
vendió y no pudo comprar, se habrá descubierto la causa de la crisis.
2.La ley de Say
La ley de los mercados de Say
hace referencia al discípulo Adam Smith
y al contemporáneo Ricardo.
La ley de say sostiene que una venta sigue invariablemente una compra
por igual cantidad, es decir, no se puede interrumpir la circulación M-D-M y
por lo tanto no puede haber crisis ni sobreproducción. Ya que según esta teoría
un hombre no produce sino con el propósito de consumir o vender y nunca vende
con la intención de comprar alguna otra mercancía. Produciendo se convierte en
el consumir de sus productos o de otras personas.
Donde el dinero es sólo
el medio de pago por el cual se efectúa el cambio.
Marx ridiculiza tal
planteamiento porque uno aunque haya vendido, no está obligado a comprar. Para
Marx el dinero es el medio por el cual el cambio se divide en venta y compra.
“Si uno vende y deja de comprar es el resultado de la crisis”, por lo que cabe
la posibilidad de división y separación de operaciones esencialmente
complementarias.
3.El capitalismo y las
crisis
La forma de producción M-D-M característica
de la producción simple de mercancías, se convierte bajo el capitalismo en D-M-D.
M-D-M: la primera
M no tiene valor de uso, y la segunda M se desea porque tiene un valor de uso
mayor. Así el propósito de cambio es la adquisición de valor de uso.
El obrero empieza con la fuerza
de trabajo, que es la mercancía, por la cual recibe dinero y emplea éste en
adquirir artículos necesarios.
D-M-D`: el
capitalista como tal, inicia su carrera con dinero, lanza este a la circulación
a cambio de fuerza de trabajo y medios de producción y finalmente aparece en el
mercado con mercancías que transforma de nuevo en dinero.
La D del principio y final
representa el valor de cambio. Para que tenga sentido debe haber una
diferencia entre D y D´, de forma que D´-D =AD (tasa de ganancia) sea positiva.
Este es un nuevo elemento que
faltaba en la producción simple de mercancías.
Por tanto el obrero está
estimulado por un deseo de valores de uso y su acumulación de dinero no tiene
nada que ver con la del capitalista, porque este trata de asegurarse una
afluencia de valores de uso y el capitalista tiene la tendencia de apropiarse
de más y más riqueza.
El capitalista está interesado
en lograr que AD sea todo lo grande posible, o sea, en elevar al máximo su tasa
de ganancia.
Cualquier interrupción en el
proceso de la circulación o cualquier retención de compra respecto del mercado,
dará origen al fenómeno de la sobreproducción y se producirá un descenso
de la producción.
Pero la diferencia entre este
caso y el anterior, es que en el anterior caso era difícil saber que era lo que
iniciaba tal contracción. En este caso es que si ocurre algo en el AD, el
capitalista deja de lanzar dinero a la circulación.
-
Si AD (tasa de
ganancia) desaparece o se vuelve negativo, los capitalistas retiran su capital,
por lo que se reducirá la circulación y comienza la crisis de
sobreproducción.
-
Si AD desciende
aunque siga positiva, cada capitalista individual escoge dos líneas de acción:
1.
devolver el dinero a
la circulación.
2.
conservarlo en su
forma de dinero. Como es capitalista tarde o temprano va a reinvertir su
dinero.
Por lo tanto, ambas van a
reinvertir su dinero.
-
Si la tasa de
ganancia desciende del nivel ordinario, los capitalistas retiran su dinero y lo
colocan en otra industria.
-
Sin embargo, si
todas las tasas de ganancia descienden en todas las industrias, los
capitalistas pueden posponer su inversión hasta que las condiciones sean
favorables. Por lo tanto, se produce la interrupción en el proceso de
circulación y se produce la crisis y la sobrepoducción.
No es verdad que la tasa de
ganancia deba desaparecer o volverse negativa. Lo único que se requiere es un
descenso en la tasa de la ganancia más allá de su nivel ordinario, suficiente
para inducir a los capitalistas a retener su capital en forma de dinero,
esperando la vuelta de condiciones favorables.
Para los teóricos modernos
la clase capitalista se divide en dos:
Los empresarios y los poseedores
de capital que suministran en forma de préstamos a interés a los empresarios.
Cuando la tasa de ganancia de los empresarios está por debajo del tipo de
interés, el empresario ya no tiene motivo para invertir, por lo que la
circulación se interrumpe y sobreviene la crisis.
Unido a que los poseedores de
capital prefieren quedarse con su dinero antes que tener que poner un tipo de
interés más bajo.
Todo esto trata de demostrar que
la producción capitalista está sujeta a las crisis provocadas por las tasas de
ganancia.
IX. Las crisis relacionadas con la tendencia descendente de la
tasa de ganancia
De acuerdo con Marx, la tasa de
ganancia tiende a caer en el curso de desarrollo capitalista porque la
composición del capital se eleva relativamente más deprisa que la tasa de
plusvalía. Una caída en el tasa de ganancia provoca la sobreprodución, la
crisis y el excedente de capital junto al excedente de la población. El
desarrollo de la fuerza productiva del trabajo crea en la tasa descendiente de
ganancia una ley que se convierte en un antagonismo de este modo de producción
y requiere para su anulación crisis periódicas.
Con la acumulación y el
desarrollo de la productividad del trabajo, el poder de expansión rápida del
capital crece también. Crece porque las condiciones mismas del proceso de la
producción (maquinaria, medios de transporte) permiten ahora la más rápida
tranformación de masas de producto en medios de producción.
En todos estos casos debe haber
la posibilidad de arrojar grandes masas de hombres a los puntos decisivos. Pero si la población
excedente es una precondición necesaria para la acumulación, conduce a una
situación en la que la fuerza de trabajo disponible es más o menos totalmente
utilizada. Por lo que los capitalistas se ven obligados a competir entre ellos
en la demanda de los trabajadores, por lo que los salarios se elevan y
la plusvalía se reduce.
Debido a esta disminución,
comienza una reacción:
Se capitaliza una parte más
pequeña del ingreso, la acumulación se retrasa y el movimiento de alza en los
salarios se detiene. Esta reacción, no es ni más ni menos que la crisis.
Las crisis que son provocadas
por una reducción de la lucratividad, la tasa de ganancia sufre una reducción.
Marx hizo un análisis detallado
de la depresión.
Una vez que la crisis ha
empezado el equilibrio se restablece haciendo improductiva una cantidad mayor o
menor de capital. Esto afectaría a una parte de los medios de producción,
capital fijo, por lo que no prestaría ningún servicio como capital y una parte
de los establecimientos de cerrarían.
Y como consecuencia de ello una
parte de mercancías solo pueden complementar su proceso de producción por medio
de una inmensa reducción de precios, lo que significaría una depreciación del
capital que representa.
Una caída general de los precios
detiene y transforma el proceso de reproducción. Este estancamiento paraliza la
función del dinero como medio de pago y el desastre se agrava por el colapso
del sistema de crédito.
El estancamiento de la
producción habría echado fuera una parte de la clase trabajadora y colocando de
esta forma la parte ocupada en una situación de reducción de salarios.
Esta operación hace en el
capital el mismo efecto que si la plusvalía hubiera sido aumentada con salarios
comunes.
Para esta descripción, está
claro que Marx miraba la depresión como algo más que simples malos tiempos. La
crisis se convierte en depresión.
Esta teoría es lo que los
modernos economistas han llamado el ciclo económico en su conjunto y
Marx considera el ciclo económico como la forma específica del desarrollo
capitalista y la crisis como una fase del ciclo.
X. Crisis de la realización
Si el descenso en la ganancia
que es la causa inmediata del estallido de una crisis, es el resultado de la
incapacidad de los capitalistas para realizar el valor íntegro de las
mercancías que producen, hablaremos entonces de una crisis de realización. Hay
dos tipos de crisis de realización:
-
Crisis que provienen
de la “desproporcionalidad” entre las diversas líneas de producción.
-
Crisis que provienen
del “subconsumo” de las masas
Procedemos a examinarlos:
1.Crisis que provienen de
la desproporcionalidad.
Marx consideraba como elemental
que la crisis general y la sobreproducción pueden ser el resultado de
trastornos parciales en el proceso de la producción y circulación. Cada
capitalista produce para un mercado cuya magnitud puede estimar, lo que da por
resultado que se produzca demasiado o demasiado poco. Esto se manifiesta en los
precios de venta que están por encima o bien por debajo de los valores. Si se
venden por encima la producción de mercancías se expande por el contrario se
reduce.
Si las condiciones como el
consumo, no cambiarán nunca todos los precios de venta corresponderían a los
valores. En la práctica, sin embargo, las condiciones cambian constantemente,
de tal modo que la conformidad de los precios de venta con los valores no es el
mejor de los casos.
La causa de la crisis se puede
descubrir fácilmente en la llamada desproporcionalidad entre diversas ramas
de la producción. Es en parte por esta razón que la crisis real nunca se
ciñe exactamente a una pauta teórica fija y por ello queda fuera del ámbito
teórico de Marx. Aún así Marx argumenta que el ascenso o descenso del valor del
mercado como una consecuencia de una relación defectuosa da por resultado el
retiro del capital de una esfera de producción y su traslado a otra y por lo
tanto puede llevar consigo una crisis, y que la crisis misma puede ser una
forma de lograr el equilibrio.
El creador de la teoría de la
desproporcionalidad fue Michael Tugan-Baranowsky que ejerció también una
influencia en el desarrollo de las modernas investigaciones relativas al ciclo
económico.
Tugan rechazaba las dos
explicaciones de crisis presentadas por Marx:
- Las crisis son provocadas por la tendencia descendente de la
tasa de la ganancia
- Las crisis resultan del subconcumo de las masas.
Por lo que la teoría de la
desproporcionalidad era en cierto sentido una crítica hacía Marx.
Tugan fue el primero en utilizar los esquemas
de reproducción, que pronto se extendieron a los autores marxistas, de tal
forma, que llegó a ser considerada la teoría como propia de Marx y no de Tugan.
Tugan y los que siguieron sus
huellas entendían la teoría de la desproporcionalidad como la única explicación
posible de las crisis. Si el desarrollo del capitalismo es inseparable de una
tendencia descendente de la tasa de ganancia o de una demanda del consumo que
tiende a quedarse cada vez más atrás de las necesidades de producción, se puede
esperar que los males del sistema aumenten con el tiempo.
2. las crisis que
provienen del subconsumo
Debemos abandonar la
reproducción simple y examinar la naturaleza de las condiciones de equilibrio
en la reproducción ampliada (acumulación de capital).
Pasando a la reproducción
ampliada, los trabajadores continúan consumiendo todos sus ingresos, pero los
capitalistas invierten una parte de los suyos, es decir, una parte de la
plusvalía en ensanchar el proceso de la producción.
Para que esto se produzca, deben
producirse medios de producción por encima de los que es necesario para
sustituir el capital constante usado en el período corriente de producción. Se
supone que con los ingresos crecientes los capitalistas aumentan su propio
consumo de año a año.
Ahora puede ser útil dividir
la plusvalía en cuatro partes:
- Cantidad gastada en el consumo.
- Incremento del consumo.
- La acumulación sirve para aumentar el capital variable.
- La acumulación que se emplea en adquirir capital constante
adicional.
De acuerdo con Tugan el
esquema de la reproducción ampliada prueba dos cosas:
- Si la plusvalía que anualmente se agrega al capital no se
divide entre las diversas ramas e industrias en proporciones concretas, y
el resultado seguro es una crisis.
- Si el incremento del capital se divide en proporciones
correctas, no puede haber motivo para una crisis.
Así el esquema de la
reproducción demuestra al mismo tiempo cuál es la causa de la crisis
(desproporcionalidad) y cual no es (el consumo restringido de masas).
Tugan creía que el peligro de
que la desproporcionalidad conduzca a una crisis sólo aparece realmente
en relación con el capital recién acumulado. En el caso de nuevas inversiones
cada capitalista toma sus propias decisiones sin tener en cuenta lo que otros
hacen, pero si no fuera necesario encontrar otros inversores y la producción no
fuera estimulada por la capitalización de las ganancias, la producción no
ofrecería grandes dificultades.
Total que la probabilidad de que
el proceso marche fácilmente y sin interrupciones no existe en la práctica.
Puesto que la acumulación es inseparable del capitalismo y ello equivale a
decir que las crisis son inevitables, al menos hasta que se pueda introducir
alguna forma efectiva de planeación en el proceso de la producción.
Cuando los nuevos proyectos
están en marcha, la desproporcionalidad se hace evidente y pronto precipita la
inevitable crisis.
Tugan trata de demostrar la imposibilidad del subconsumo: si
los directores de la producción tuvieran un conocimiento de la demanda y
pudieran guiar el trabajo y el capital de una rama de producción a otra,
entonces por muy bajo que fuera el consumo social y la oferta de mercancías no
podría nunca aventajar a la demanda. Por lo que la oferta y la demanda deben
balancear exactamente.
Los autores marxistas recibieron
la teoría de Tugan en forma desfavorable, ya que ninguno podía digerir la idea
de que la producción pudiese aumentar de manera indefinida independientemente
del nivel de consumo.
Algunas de las reacciones
que la teoría de Tugan provocó fueron:
-Schmidt, uno de los más
revisionistas, aunque de acuerdo con Tugan en que el derrumbe del capitalismo
era de los más improbables. Sin embargo, dio sus ideas sobre la relación entre
producción y consumo: los propósitos de la producción provienen de la demanda
de artículos de consumo. La demanda definitiva es la fuerza animadora que, en
todo el conjunto de la economía, mantiene en marcha el enorme aparato de la
producción.
-Kautsky, publicó en su obra que el capitalista podía igualar
hombres y máquinas, pero que la sociedad seguía siendo una sociedad de hombres
y nunca de máquinas. Por esta razón, el trabajo humano sigue siendo el factor
que crea el valor y por eso la amplitud del consumo humano ejerce una
influencia en el aumento de la producción.
-Louis B. Boudin se asoció al ataque a Tugan denominándola
“absurdo total”. Afirma que los medios de producción no son nada más que medios
para la producción de artículos consumibles. Por consiguiente, donde no hay
demanda de los artículos su producción es sobreproducción.
-Hilferding, discrepaba a
Tugan ya que éste no tenía en cuenta otra cosa que la producción misma,
mientras que el consumo solo aparecía como un molesto accidente.
Por último Rosa Luxemburgo, rechazó
la idea de argumentación de Tugan, donde la idea de que la producción de medios
de producción es independiente del consumo constituía una pura fantasía de
Tugan.
Bajo todas estas críticas a la
teoría de Tugan yace una sola idea y es que el proceso de producción es un
proceso destinado a producir artículos para el consumo humano. Donde cualquier
intento de alejarse de este hecho fundamental representa una huída de la
realidad y debe concluir en una quiebra teoría.
Como sus partidarios, Marx no
participa en la idea de Tugan de que la producción podía en alguna forma
encauzarse a sí misma. Ya que el consumo engendra la producción, creando la
necesidad de nueva producción. El consumo suministra el impulso para la
producción. Si no hay necesidad, no hay producción. Pero el consumo
reproduce la necesidad.
Bajo el capitalismo, los medios de producción no se producen nunca
si no es con el propósito de utilizarlos finalmente, en forma directa o
indirecta, para producir artículos de consumo.
Marx describió que el consumo
del trabajador es igual a sus costos de producción, no a lo que él produce.
Toda la plusvalía la produce para otros. Además, el capitalista que empuja al
obrero a esta sobreproducción (es decir, la producción en exceso de sus propias
necesidades) se apropia directamente del producto excedente.
Sobre este fondo, los pasajes
más conocidos en que Marx relaciona la crisis y la producción estancada con la
magnitud del consumo adquieren un sentido:
La creación de plusvalía es objeto de l
proceso directo de la producción. Sin embargo, toda la masa de mercancías debe
venderse. Pero esto no significa que el
trabajador ha sido menos explotado, sino que su explotación no se realiza
igualmente para el capitalista.
Las condiciones de explotación
directa y las de realización de la plusvalía no son idénticas. Los primeras
solo están limitadas por la fuerza productiva de la sociedad y las últimas por
la capacidad de consumo de la sociedad.
Aquí Marx expresa la creencia de
que la interrupción de la producción puede ser el resultado de la
incapacidad de los capitalistas para vender las mercancías en sus valores. La
dificultad se atribuye a un volumen restringido de la demanda del consumo.
Finalmente se puede citar lo que
parece ser la declaración más precisa de Marx a favor de una teoría de la
crisis basada en el subconsumo:
La causa última de todas las
crisis reales sigue siendo la pobreza y el consumo restringido de las masas.
La tarea real de una teoría
del subconsumo consiste en demostrar que el capitalismo tiene una tendencia
innata a ampliar la capacidad de producción de artículos más rápidamente que la
demanda de artículos de consumo. Esta tendencia puede manifestarse en uno de
los dos sentidos:
- cuando un volumen de artículos de consumo comienza a llegar
al mercado y la oferta excede a la demanda a precios lucrativos y la
producción de artículos de consumo serán restringidas.
- hay recursos productivos ociosos que no son utilizados para
producir capacidad adicional, porque se comprende que la capacidad
adicional sería redundante en relación con la demanda de las mercancías
que pudiera producir. En este caso no es una crisis, sino más bien en el
estancamiento de la producción. De aquí se sigue que si se puede verificar
la tendencia al subconsumo, ella podrá servir para explicar tanto las
crisis como los períodos de estancamiento.
XI. La controversia sobre el derrumbe
Es útil esbozar algunas teorías
de lo que puede llamarse con propiedad la controversia sobre el derrumbe. Los
términos generales de la controversia fueron establecidos por las
exposiciones de Marx sobre el fin del capitalismo. Al llegar a cierto punto,
las relaciones capitalistas de producción cesarán de fomentar el desarrollo de
las fuerzas productivas y se convertirán en otras tantas trabas para su
expansión ulterior. Esto señalará el principio de un período revolucionario
durante el cual la clase obrera derrocará las relaciones de producción
existentes y establecerá relaciones de producción superiores socialistas. De
acuerdo con Marx este es un proceso que debe ocurrir.
Este proceso según Marx derivará
pronto en el colapso de la producción capitalista.
En sentido real puede decirse
que todo el sistema teórico de Marx constituye una negación de la posibilidad
de expansión capitalista indefinida y una afirmación de la inevitabilidad de la
revolución socialista. Pero en ninguna parte se encontrará en su trabajo una
doctrina del derrumbe económico de la producción capitalista.
2. Eduard Bernstein
Eduard Bernstein fue colaborador
de Engels, considerado como un marxista ortodoxo. Sin embargo, éste inició el
llamado movimiento revisionista, donde consideró que era prudente
revisar a Marx.
Su propósito real, era arrancar
el marxismo hasta la raíz, del movimiento socialista. Quería sentar la idea del
socialismo como una meta de la humanidad civilizada, libre de escoger su futuro
para adaptarse a normas éticas y morales.
Donde Marx había sostenido que
los hombres aprenden a merecer lo que logran, Berntein sostenía por el
contrario, que los hombres logran lo que merecen. De ahí que Bernstein
sustituyera la lucha y la educación como medios para llegar al socialismo.
En la revisión del marximo,
Bernstein encontró en la “teoría del derrumbe” uno de los puntos de
ataque más convenientes. Unas de las doctrinas de Marx era la del derrumbe
inevitable y catastrófico del capitalismo. A la luz de la evolución económica
desde la muerte de Marx, la teoría del derrumbe es ya insostenible y deber ser
abandonada.
3.El contrataque ortodoxo
La respuesta de los marxistas
ortodoxos a la agresión de Bernstein no fue de ningún modo uniforme.
El primer contrataque fue el de Heinrich
Cunow, donde dio por supuesto que Marx y Engels creían en el derrumbe del
capitalismo.
En cuanto a las ideas de Cunow
sobre el empeoramiento de la situación económica, no hay más que una burda
teoría del “déficit de mercados” pero que no tiene fundamento en Marx.
La reacción de Kautsky
ante Bernstein fue diferente a la e Cunow, que intentó anular la cuestión del
derrumbe capitalista.
Marx y Engels no tuvieron
ninguna teoría del derrumbe en el sentido de Bernstein, es decir, de la “gran
crisis económica que lo abarca todo”. Aunque creían que la situación económica
debe empeorar bajo el capitalismo.
4.Tugan-Baranowsky
De acuerdo con Tugan, Marx no
tuvo una sino dos teorías del derrumbe, apoyándose una en la tendencia
descendente de la tasa de la ganancia y la otra en el subconsumo.
Su conclusión final, fue que el
derrumbe del capitalismo no era en ningín sentido una necesidad económica.
“La humanidad no alcanzará nunca
el socialismo como un presente de fuerzas económicas, sino que debe luchar por
él”
Tugan nunca trató de distinguir
entre teoría del derrumbe y teoría de la crisis. Pensaba que la teoría de Marx
encaraba un aumento continuo de las crisis, de modo que finalmente debía
ocurrir el derrumbe.
5.Conrad Schmidt
Conrad Schmit hizo una valiosa
contribución a la controversia sobre el derrumbe. Intentó demostrar que su
médula esencial era el subconsumo: “es desde este punto de vista como la teoría
de que el capitalismo va rápidamente hacia una catástrofe económica general.
Catástrofe económica general
significaba para Schmidt lo que el derrumbe para Bernstein: una crisis
económica muy severa que lo abarca todo.
La debilidad del análisis de
Schmidt es, sin embargo, obvia. Considera la tasa descendente de la
ganancia como derivados del subconsumo y no como tendencias paralelas del
desarrollo capitalista. Ya que, si todas las dificultades del capitalismo
provienen del subconsumo, podrán ser eliminadas elevando suficientemente el
poder de compra de masas.
Schmidt propone superar la
tendencia al subconsumo acelerando la tendencia descendente de la tasa de
la ganancia.
6.La posición de Kaustky
en 1902
En 19002 Kautsky publicó su
contribución criticando el libro de Tugan, Teoría
e historia de las crisis comerciales en Inglaterra donde debía estudiar la
cuestión de si el carácter de las crisis esta cambiando y en que medida.
Kautsky llega a una respuesta
precisa: Se puede decir en general que las crisis están haciéndose cada vez más
severas y extensas en su campo de
acción. Más aun, consideraciones teóricas lo condujeron a creer que el
capitalismo marcha hacia un período de depresión crónica.
El método de producción
capitalista tiene límites que no puede rebasar. Debe llegar un tiempo en
que sea imposible para el mercado mundial extenderse. Entonces los altibajos de
la vida económica son posibles y probables.
Pero la producción capitalista
requiere la expansión rápida, para que el desempleo y la pobreza de los
trabajadores y la inseguridad no alcancen un punto extremadamente alto. La
existencia permanente de la producción capitalista sigue siendo posible, pero
las masas de población se ven obligadas a buscar una salida de la miseria
general y solo se puede encontrar en el socialismo.
Kautsky termina su artículo con
un examen claro de la relación que existe entre su teoría y la táctica del
movimiento socialista. Los revisionistas convertirán la socialdemocracia de un
partido de lucha del proletariado en un partido democrático de reforma
socialistas.
El único camino que puede
seguir el proletariado es el camino de la lucha de clases.
7.Louis B.Boudin
Sin embargo, entre los marxistas
ortodoxos, había pocas diferencias serias de opinión.
Louis B.Boudin y su libro El sistema teórico de Kart Marx es
una obra que resumen mejor que cualquier otra las opiniones teóricas
sustentadas por los representantes acreditados del socialismo internacional en
la primera década del siglo.
Boudin estaba seguro de que las crisis
tendrían que hacerse más severas y de que había límites precisos a la
expansibilidad del capitalismo; habla inclusive del “derrumbe puramente
económico-mecánico del sistema capitalista”
“no hace falta
decir que este sistema se ha convertido en un obstáculo y una traba a la
producción. Tal sistema, por lo tanto, no puede durara mucho. Tal sistema se ha
hecho históricamente imposible, aun cuando mecánicamente pueda ser aún posible”
La semejanza entre esta opinión
y la expresada por Kautsky en su crítica a Tugan es clara.
Después de Boudin la cuestión
del derrumbe tendió a esfumarse.
8.Rosa Luxemburgo
Rosa Luxemburgo trataba de
demostrar que la acumulación de capital es imposible en un sistema capitalista
cerrado.
En el centro del problema de la
acumulación del capital, según Rosa Luxemburgo, está la realización de la
plusvalía.
El valor de todas las
mercancías consiste en capital constante más capital variable más
plusvalía. El capital constante se realiza por medios de las compras de
los capitalistas mismos; el capital variable se realiza por medios del
gasto que los obreros hacen de sus salarios.
La plusvalía es comprada una parte por los capitalistas para su
propio consumo y otra parte desean acumularla. Aquí aparece la dificultad y es
que la plusvalía que los capitalistas desean acumular, no pueden realizarla
vendiéndola a los trabajadores, ya que éstos agotan sus salarios en la
realización del capital variable.
De este razonamiento, Rosa
Luxemburgo saca la conclusión de que el problema que ha planteado es insoluble
y propone abandonar la suposición de un
sistema cerrado hecho exclusivamente de capitalistas y obreros.
Después se pasa a argumentar que
la parte de la plusvalía que ha de acumularse sólo puede ser realizada
vendiéndola a consumidores no capitalistas. El proceso mismo de expansión,
arrastra a esta población a la órbita del capitalismo. Con el tiempo todas
ellas serán absorbidas.
La teoría de Rosa Luxemburgo es susceptible de crítica desde diversos puntos de
vista. El dogma, que jamás pone en duda es que el consumo de los obreros no
puede realizar ninguna plusvalía e implica que debe permanecer siempre fijo y
constante como en la reproducción simple.
En realidad, la acumulación
implica adición al capital variable y cuando este es gastado por los obreros,
realiza una parte de la plusvalía que tiene la forma física de artículos de
consumo.
Rosa Luxemburgo pensaba que el
consumo no podía aumentar dentro de los marcos del capitalismo.
XII ¿Depresión Crónica?
Ni los teóricos del derrumbe ni
sus críticos parecen haber tenido una concepción clara del significado del
“derrumbe” capitalista.
Se supone que el derrumbe del
capitalismo es el fin del capitalismo. Históricamente, el fin de un orden
social sobreviene e una de dos formas: o se desintegra durante un largo período
de tiempo, en parte como resultado de la decadencia interna y en parte como un
resultado de ataques del exterior, o es más o menos rápidamente sustituido por
un nuevo orden social.
El camino a seguir, el de la reconstrucción
o el de la decadencia, depende ante todo de que el viejo orden, durante su
existencia, haya o no dado origen a una clase que esté dispuesta y sea capaza
de romper los lazos que lo atan y construir una sociedad nueva.
Lo que es necesario saber es si
existen fuerzas desintegradotas que operen en la sociedad capitalista y
saber cuáles son.
2.Las condiciones de la
expansión capitalista
La tendencia al subconsumo puede
manifestarse en una crisis o en el estancamiento de la producción. Ambos son
métodos que impiden que la acumulación
supere las necesidades del mercado en artículos de consumo.
En un caso extremo, en una
depresión severa las ganancias pueden convertirse en pérdidas, pues el sistema
en su conjunto puede estar obligado a vivir de sus pasadas acumulaciones, en
vez de incrementarlas. De este modo, la acumulación puede hacerse negativa
mientras que el consumo tiende a ser siempre positivo.
Puesto que la tendencia al
subconsumo sólo puede ser vencida por la no utilización parcial de los
recursos productivos, podemos decir que el estancamiento es la norma hacia la
cual tiende en todos los tiempos la producción capitalista.
Hablando en general, las fuerzas
contrarrestantes pueden ser agrupadas en dos categorías principales: las
que tienen el efecto de elevar la tasa de aumento del consumo con relación a la
tasa de aumento de los medios de producción y las que privan al aumento
desproporcionado en los medios de producción de sus consecuencias
económicamente perjudiciales.
En la primera categoría entran:
el crecimiento de la población, el consumo improductivo y los gastos del
estado.
En la segunda categoría entran:
las nuevas industrias y la inversión defectuosa.
3.Fuerzas contrarrestantes
de la tendencia al subconsumo.
Nuevas industrias.
Durante el período de formación
de nueva industria no existe relación claramente definida entre adiciones a los
medios de producción y las adiciones a la producción total de artículos
acabados.
De esto podemos deducir el
importante principio de que para la economía en su conjunto la relación entre
la inversión y los cambios en la producción total de artículos de consumo será grandemente
afectada por la porción relativa que de la inversión corresponde al
establecimiento de nuevas industrias.
Si partimos de una economía que
no posee ninguna industria, es claro que puede pasar por una etapa transitoria
comúnmente llamada industrialización, durante la cual la mayor parte de sus
energías están dedicadas a construir medios de producción.
De esto podemos concluir que la
industrialización contrarresta la tendencia al subconsumo y lo hace
aproximadamente en proporción a la parte relativa que de la inversión total le
corresponde. No hace falta decir que éste fue un factor de primera importancias
durante los siglos XVIII y XIX.
Inversión defectuosa
En las condiciones del
capitalismo la inversión lleva siempre el propósito de proveer a una demanda
insegura. Inevitablemente, hay cierta cantidad de inversión que resulta haber
tenido por base un cálculo erróneo y que deber ser total o parcialmente
abandonada, con pérdida y aun a veces la ruina del capitalista que la hizo.
Podemos dar a esto el nombre de “inversión defectuosa”.
Crecimiento de la población.
La teoría marxita del subconsumo
nos permite entender un problema que ha escapado hasta hoy a los economistas.
El crecimiento de la población no debe concebirse en un sentido demográfico estricto;
lo importante es más bien el aumento en el volumen de la fuerza de trabajo a
disposición de la industria capitalista; ya sea que esto resulte de un aumento
natural en el número o de introducir en la órbita de la producción capitalista
a trabajadores que estaban antes fuera de ella.
Consideremos ahora un sistema en
el cual el crecimiento de la población sea lento. Si la acumulación hubiera de
tomar aún la forma de aumentos proporcionales del capital constante y del
variable, podría continuar sólo con tal de que parte del capital variable
adicional fuese a aumentar los salarios de los obreros ya ocupados.
Como esto haría bajar la tasa de
la ganancia, los capitalistas tratarían de economizar fuerza de trabajo
dedicando una proporción cada vez mayor de su acumulación al aumento del
capital constante, a expensas del capital variable.
De esto se ocasionaría el desempleo
ya la tasa de ganancia podría sostenerse, pero el aumento de medios de
producción sería acelerado y el aumento del consumo retardado.
CUARTA
PARTE: EL IMPERIALISMO
XIII. El
Estado
En la medida en que la economía
se considere como una ciencia social, nos dice Sweezy, es evidente que la
acción del Estado en las relaciones sociales de producción forma parte de la
materia de la economía política.
Suponiendo, como lo hace el
materialismo histórico, que de las condiciones sociales de la producción
surgen, a modo de sobre estructuras, las instituciones políticas, Sweezy —como
Marx— parte de que el Estado es un instrumento en las manos de aquellos que se
benefician materialmente del sistema de producción —las que llama clases
dominantes—, para garantizar y hacer efectiva la estabilidad de esas
condiciones. Conviene recordar que, para los marxistas, «dominación de clase» y
«protección de la propiedad privada» son sinónimos, ya que, para ellos, bajo
las relaciones de producción capitalistas, la propiedad es aquel dominio sobre
las cosas que permite liberarse del trabajo a sus poseedores y disponer del
trabajo de los demás. Por eso, cuando dicen que el fin supremo del Estado es la
protección de la propiedad privada, quieren decir que el Estado es un
instrumento de dominación de la clase dominante.
Analizando los textos en que
Marx estudia la extensión de la jornada de trabajo, resume en tres grandes
líneas la acción del Estado como instrumento económico dentro del marco
capitalista:
a) Es empleado para resolver, en
la esfera económica, problemas planteados por el desarrollo del capitalismo,
que los capitalistas no podrían resolver sin su fuerza y apoyo.
b) Cuando se afectan los
intereses de la clase capitalista, hay una fuerte predisposición a usar del
poder del Estado en su favor.
c) El Estado hace concesiones a
los obreros, siempre que las consecuencias de no hacerlo fueran lo
suficientemente peligrosas para la estabilidad y funcionamiento del sistema
como un todo.
¿Es posible que los principios
hasta aquí establecidos sobre la acción del Estado en materia económica
conserven su validez en una sociedad capitalista plenamente democrática? Es
decir, parlamentaria, de sufragio universal y libertad de organización en la
esfera política.
Sweezy reconoce que este sistema
político «saca a la luz en la esfera política los conflictos de la sociedad
capitalista; restringe la libertad de los capitalistas para el uso del Estado
en su propio beneficio; fortalece a la clase obrera en su demanda de
concesiones, aumenta inclusive, por último, la posibilidad de que la clase
obrera presente demandas que amenacen al sistema mismo». Sostiene, sin embargo,
que nada hay en la democracia que le lleve a modificar su opinión sobre las
funciones del Estado en esta materia. Dice, para negar la posibilidad de que,
por la acción política pueda realizarse la transición del capitalismo al
sistema socialista de producción, que ese tipo de acceso al poder sólo tiene
carácter de formalidad y no de realidad en su ejercicio.
Hasta ahora, el análisis de la
acción del Estado ha sido hecho sobre un sistema capitalista cerrado. Antes de
evaluar definitivamente el papel del Estado en la determinación del futuro del
orden capitalista, considera necesario examinar las interconexiones de la
economía mundial entre naciones no capitalistas, semicapitalistas y
capitalistas, en las que el monopolio, en diversos grados de desarrollo, es un
fenómeno común.
XIV. El
desarrollo del capital monopolista
La acumulación produce el hecho
evidente de que cada vez sea mayor el volumen del capital puesto en circulación
en el proceso productivo capitalista. A este fenómeno llamaba Marx
concentración de capital. La centralización del capital, en cambio, es una
redistribución del capital disponible, que va a parar a manos de una dirección
cada vez más unificada.
El factor primordial y básico de
la centralización se encuentra en la producción a gran escala, que facilita la
productividad del trabajo; por consiguiente, los capitalistas mayores vencen a
los menores. De esta manera, las empresas menores pasan a manos de las más
eficientes que, de ese modo, aumentan aún más su tamaño.
Otra importante fuerza centralizadora
es —en su sentido más amplio— el «sistema de crédito»: es decir, los bancos,
los mecanismos financieros de las empresas de inversión, mercados de valores,
etc. La centralización por esta vía no implica la expropiación de las empresas
menores por las mayores, sino más bien la combinación de capitales para la
formación de empresas más grandes, por tanto, capaces de empeños industriales
más grandes y de mayor efectividad.
Los principales efectos de la centralización
y, en grado menor, de la misma concentración, según el autor, son tres:
a) Una socialización y
racionalización del proceso productivo.
b) Una aceleración de las
consecuencias de la acumulación.
c) La sustitución progresiva de
la competencia por el control monopolista.
«Una nueva aristocracia de la
fianza —escribe Karl Marx en el volumen III de El Capital, con su inconfundible
estilo demagógico—, una nueva suerte de parásito bajo la forma de promotores,
especuladores y simples directores nominales: todo un sistema de engaño y
estafa por medio de la manipulación de las corporaciones, del tráfico y la
especulación con las acciones. Es la producción privada sin el control de
propiedad privada».
En todo este capítulo de su
obra, el autor sigue en buena medida a Hilferding en su obra El capital
financiero (1910).
Económicamente, la consecuencia
más importante de la nueva organización capitalista es la disolución del
vínculo entre la propiedad del capital y la dirección real de la producción.
Este fenómeno se opera, no tanto por la forma corporativa, sino por medio del
mercado de valores. A través de él, el propietario del dinero se va
convirtiendo en prestamista, en accionista.
Además, si una empresa que
rendirá el 20 por 100 sobre la inversión, va a pagar sólo el 10 por 100 a sus
accionistas, porque ésta es la expectativa habitual de este tipo de
inversiones, el promotor de esos valores puede vender el doble del capital que
invierte o piensa invertir. Éste es el origen de lo que Hilferding llama «la
ganancia del promotor».
Además de sentar la base para
esta ganancia, la separación del propietario del dinero, de la conducción del
proceso productivo, lleva también consigo una mayor centralización del control
del capital. Si bien, el control de las corporaciones está en manos de los
accionistas, de hecho, los propietarios de las mayorías son los que ejercen
—también legalmente— el control completo de todo el capital.
Pero las posibilidades de
centralización mediante el uso de la forma corporativa, permiten también que
una corporación posea la mayoría de las acciones de otra corporación. Así, un
grupo económico que posea la mayoría en la corporación A, puede usar del
capital total de A para obtener el control de las corporaciones B, C y D; y el
capital de éstas, para atraer al redil a nuevas corporaciones. De este modo, la
ganancia del promotor pone en manos de unos pocos capitalistas importantes
cantidades de dinero, que pueden ser manejadas por ellos de tal forma que les
aseguren el control de sumas aún mucho mayores.
Cuando se alcanza una etapa
relativamente alta de centralización, quedando un reducido número de empresas
en una línea de producción, la competencia llega a hacerse durísima y
peligrosa, de modo que no favorece a nadie. La característica específica de las
combinaciones es que se constituyen para monopolizar el mercado. La realización
de este propósito implica la limitación o anulación de la libertad de quienes
las integran, para coordinarse bajo una política unificada.
Las formas que adopta, según la
exposición de Sweezy, son las siguientes:
a) el «pacto de caballeros», que
consiste en la articulación de una política común, pero sin carácter
obligatorio para los integrantes.
b) el pool se diferencia del
anterior pacto, en que la política de articulación se fija por escrito, pero también
su cumplimiento depende de la cooperación voluntaria de quienes lo establecen.
c) para evitar la debilidad de
estas combinaciones se creó el tipo cártel. Aunque son muchos los tipos
posibles de cárteles, suelen contar con un comité central, que establece
precios y cuotas de producción, y tiene capacidad de sanción a los trasgresores
del pacto. A medida que el cártel extiende la competencia de su comité central
se parece cada vez más a la combinación monopolista por fusión completa o de
tipo trust.
d) la fusión completa se
establece, bien cuando alguna empresa más importante logra absorber la
competencia o porque mediante la asociación de las empresas se crea una nueva
de carácter monopolista.
e) el trust, propiamente dicho,
constituye un sistema más estrecho de organización que el cártel. Bajo esta
forma de combinación, los capitalistas que controlan las empresas que lo
constituyen, entregan sus acciones a un grupo de depositarios, a cambio de
certificados de depósito. Los depositarios son los que ejercen el derecho de
voto correspondiente a esas acciones —los que gobiernan, por tanto— y los
tenedores de certificados reciben nada más que los dividendos.
Desde el punto de vista del
tema, poco importa la forma que adopten, sino el hecho de su constitución que,
según Sweezy, modifica el carácter del sistema capitalista.
Nos dice el autor que,
efectivamente, en el período de formación de las corporaciones, el papel de los
bancos es preponderante, ya que embolsan buena parte de las ganancias del
promotor, pero que, una vez establecidas las combinaciones, éstas tienen
fuentes de recursos internos que les permiten independizarse del sistema
bancario. Hilferding llama «capital financiero» al capital del sistema de
producción capitalista en este estadio de su desarrollo. Sweezy propone, para
evitar la resonancia que pudiera tener con el capital manejado por la banca, el
de «capital monopolista».
XV. El
monopolio y las leyes del movimiento del capitalismo
¿Cuáles son las modificaciones
que sufre el sistema capitalista de transformarse en capitalismo de monopolio?
Sweezy dedica este capítulo al análisis de las consecuencias en la hipótesis de
un sistema cerrado; el próximo, a sus repercusiones en la economía mundial.
En situación de monopolio, el
precio de los productos ya no se corresponde al número de horas que se emplea
en su producción. Es decir, no resulta aplicable la ley del valor. Ni existe
una ley que permita determinar en realidad el precio de las mercancías. Sin
embargo, nos dice, «esto no debe ser causa de desaliento»), ya que, al menos,
se puede afirmar que el precio de monopolio es siempre más elevado. Por eso, si
bien no puede determinarse la amplitud de las modificaciones, sí la índole de
éstas tomando en cuenta la ley del valor.
Aunque los monopolios se
establecen con el propósito de aumentar la ganancia de las empresas, el valor
total del trabajo social no aumenta con la formación de monopolio. ¿De dónde,
pues, sale la ganancia extra del monopolista? La ganancia extra sólo puede
proceder de una deducción de la plusvalía de los otros capitalistas o de una
deducción de los salarios de los trabajadores. Suponiendo que esto no es
posible, dado el desarrollo de las organizaciones sindicales en este momento
del desarrollo capitalista, esta ganancia sólo puede provenir de los bolsillos
del resto de los capitalistas.
La igualdad de tasas de la
ganancia tiende siempre a producirse, en tanto que el capital procurará salir
de las ramas perjudicadas, para establecerse en las monopolizadas, pero la
esencia misma del monopolio consiste en la existencia de trabas para este
desenvolvimiento libre del capital. Esta igualación sigue un camino singular,
que Sweezy llama, siguiendo a Hilferding, la propagación. El principio de la
propagación lo ilustra con el siguiente ejemplo: cuando la producción de
mineral de hierro ha sido monopolizada, el precio sube, y quienes soportan este
aumento son los productores de lingotes de hierro; éstos tienen ahora un
incentivo acrecentado para unirse y, de ese modo, elevar sus precios ante la
industria del acero y poder además hacer frente a la industria minera para
conseguir la rebaja de los precios.
Este proceso opera en forma muy
desigual, ya que las circunstancias en las distintas ramas de la industria para
la implantación y el mantenimiento de las condiciones de monopolios son
diversas. Concretamente, en aquellas ramas en que sólo hacen falta pequeñas
cantidades de capital para establecerse y satisfacer necesidades abundantes, se
hace difícil monopolizar la producción. El proceso establece, entonces, una
jerarquía de tasas de la ganancia: las más altas corresponden a las industrias
de producción en gran escala y las más bajas a la industria pequeña, donde
numerosas firmas coexisten y la facilidad de entrada en el mercado impide la
formación de combinaciones estables.
La proporción de la plusvalía
que se acumula, nos dice, es mayor cuanto mayor sea el volumen total de una
empresa. La centralización produce, entonces, el efecto de acelerar la
acumulación.
El monopolista, además, no
invertirá su acumulación en la propia industria, ya que la tasa de la ganancia
marginal puede convertirse en negativa, sino que intentará hacerlo fuera de
ella. Si acumula en su propia industria, al enviar más productos al mercado, el
precio tenderá a bajar y la disminución del precio por unidad puede influir en
el negocio, hasta el punto de llegar a rendirle menores beneficios que antes.
Finalmente, el monopolio influye
en la actitud del capital respecto de la transformación tecnológica. No ya para
detenerla, aunque —dice Sweezy— teóricamente así pudiera parecer, ya que
cualquier innovación tecnológica supone la pérdida de valor de buena parte del
capital ya invertido, por anticuado. Si esto no sucede, nos explica, es porque
la investigación tecnológica estará orientada a economizar fuerza de trabajo.
La sustitución de equipos tendrá lugar solamente cuando los anteriores se hayan
gastado o la nueva técnica suponga tal ahorro de fuerza de trabajo que amortice
el costo de la inversión. Es decir, se trata de reducir al mínimo la necesidad
de invertir capital nuevo.
Como contrapartida, habrá un
amontonamiento de capital en las industrias no monopolizadas, con la
consiguiente depresión de la ganancia en esas áreas.
La relación de estos fenómenos
con la tendencia al subconsumo es clara. En realidad, es lo único que interesa
al autor. En la medida en que la tasa de la acumulación aumenta, la tendencia
se refuerza. Además, la depresión de la tasa de ganancia es un elemento más que
se añade al subconsumo como factor que contribuye a provocar crisis y
depresiones.
El comercio, entendido como
compra y venta de productos, no agrega valor a los artículos producidos, según
la ley del valor. De donde surge, entonces, la ganancia del comerciante.
Negando por teoría que pueda añadirse valor a la mercancía, la única
posibilidad que queda es que se trate de una deducción de la plusvalía del
capitalista industrial. El comerciante compra el producto en menos de su valor,
y lo vende en su valor. Esta diferencia cubre los gastos de comercialización y
rinde al comerciante la tasa de ganancia corriente en el marco de dinero sobre
el capital que invierte para realizar sus operaciones.
El comercio aumenta el consumo
(que se incrementa por el de todos los que viven de él), reduce la suma total
de la acumulación al repartir la plusvalía entre mayor número de capitalistas,
y provee un mercado de inversión de capitales. Todo ello contrarresta la
tendencia al subconsumo.
¿El monopolio aumenta o
disminuye el volumen de las actividades comerciales? Sweezy, polemizando sobre
este punto con Hilferding, asegura que lo aumenta, como mercadería de un
capitalismo de competencia, considerablemente. En el monopolio, las altas
ganancias no conducen a una expansión de la producción. En estas condiciones,
qué hará el monopolista para aumentar sus ganancias: suponiendo que ha logrado
consolidar su situación conquistando para sí los negocios que estaban en manos
de la competencia, intentará incentivar el consumo, para que derive en provecho
de los productos de la rama de su industria, de manera que, por presión de la
demanda, aumenten más aún los precios. Aquí encuentra la explicación del enorme
auge de las partes de vender y anunciar que considera una característica del
capitalismo de monopolio.
La plusvalía, que de otro modo,
iría a parar a la acumulación, se desparrama en el mantenimiento de un amplio
sistema de promoción y ventas. El ritmo de la acumulación disminuye: la
plusvalía se distribuye y aumenta el consumo. Aparece una poderosa fuerza
contrarrestante de la tendencia al subconsumo.
Este proceso, añade, sólo es
posible gracias a una elevación sustancial y continuada de la productividad del
trabajo. Sólo así, la proporción de la fuerza de trabajo ocupada en tareas
improductivas puede aumentar sin un grave deterioro en el nivel de vida
general. Esta gente, junto con los profesionales, docentes, militares,
funcionarios de gobierno, etc., configura una «nueva clase media».
En consecuencia: 1) suben los
precios de las mercancías monopolizadas; 2) se establece una gradación en las
tasas de la ganancia; 3) la plusvalía se concentra; 4) se cierra el paso a la
inversión en las ramas monopolizadas y el capital se concentra en las de mayor
competencia; 5) la tecnología, al servicio del monopolio, tiende a economizar
las inversiones en las áreas monopolizadas; y 6) los costos de venta y
distribución aumentan.
3), 4) y 5) manifestarían una
aceleración de las contradicciones inherentes al sistema de producción
capitalista en su estadio de monopolio. Y 6) tendería a contrarrestar esas
dificultades, aunque, aclara, no resolviéndolas frontalmente.
XVI.
Economía mundial
De la misma manera que los
individuos en la sociedad son económicamente necesarios los unos a los otros,
y, juntos, forman una economía social, así las naciones son también
económicamente necesarias las unas a las otras, conformando sus relaciones, una
economía mundial.
El cambio surge de una forma
particular (acotación marxista: esta forma particular es la de la propiedad
privada) de la división social del trabajo, de la misma manera, el cambio
internacional corresponde a una forma particular de la división internacional
del trabajo. Las bases para esta división están, en parte, naturalmente dadas
—ventajas de clima, de recursos naturales, etc.— y, en parte, históricamente
dadas —calificación técnica, nivel de industrialización, etc.—. Si bien hay
ciertas constantes en la norma de distribución internacional del trabajo, las
variables que determinan su distribución son cambiantes, como puede ilustrarlo
la historia de estas relaciones.
El contenido de las relaciones
económicas internacionales no sólo incluye el cambio de mercancías, sino que
puede suplementarse por movimientos de capital.
¿Cómo funcionan las leyes
económicas en la economía mundial?
En primer lugar, las mercancías
entre países no tienen por qué intercambiarse en sus respectivos valores; o lo
que es lo mismo, no hay igualdad entre las cantidades de trabajo que fue
necesario utilizar para producirlas. La ley del valor no se aplica, porque una
de sus condiciones —una fuerza homogénea de trabajo absolutamente móvil— no se
da. En forma similar, la igualación de las tasas de plusvalía implica la libre
movilidad del trabajo, la cual no se cumple en las relaciones económicas
internacionales, por consiguiente, tampoco se cumple. Y, por último, la
igualación de las tasas de ganancia supone la movilidad del capital, y ésta la
excluimos en un primer momento por hipótesis; por tanto, tampoco se da.
El comercio internacional de
mercancías, sin embargo, puede producir modificaciones de estas tasas en los
países tratantes. Si, por ejemplo, uno de ellos obtiene, por el intercambio,
artículos de consumo para obreros a menor precio que si se hubieran producido
en su propia casa, con un menor salario se puede atender las mismas necesidades
de los obreros, lo cual redundará en una tasa de plusvalía y de ganancia más
altas. Si este comercio permite el abaratamiento de los elementos del capital
constante, también sube la tasa de ganancia. El comercio internacional de
mercancías puede modificar, pues, la distribución del valor producido, pero no
transfiere valor de uno a otro, afirma Sweezy polemizando con Otto Bauer. Esto
sucede, cuando lo que se exporta es capital; entonces, sí hay un traslado de
valor desde el país en el que el capital exportado opera, al del país
exportador. En este caso, además, la tasa de la ganancia en los países
tratantes tenderá a igualarse, aumentando en los exportadores de capital y
disminuyendo en los importadores. Esta exportación beneficia al país
exportador, en la medida en que le libera de la presión de la acumulación
interna.
La igualación de las tasas de la
ganancia, sin embargo, no supone igualdad internacional de las tasas de
plusvalía, ya que su condición —la homogeneidad y movilidad de la fuerza de
trabajo— tampoco se cumple. Aunque la ganancia internacionalmente tiende a ser
la misma respecto de las mismas cantidades de capital invertido, las
condiciones de los trabajadores son distintas.
Todas estas consecuencias han sido
deducidas en el supuesto de la libre movilidad del capital entre las diversas
naciones. Sin embargo, esta movilidad ha sido entorpecida por la acción de los
Estados. Por eso, Sweezy pasa a hacer un excursos histórico para «anotar
algunas de las determinantes básicas de la acción del Estado en este dominio».
Inglaterra salió del siglo XVIII
con su industria más adelantada que ningún país. Nada, por tanto, tenía que
temer del comercio internacional; la prosperidad de sus industrias dependía,
además, en buena medida, del mercado de importación. Cuando se hizo necesario
importar regularmente productos alimenticios, y el precio de producción
interior era más alto que el de otros países productores, empezó la lucha por
la Ley de Granos, con la victoria —en 1846— de los industriales y del libre
cambio internacional.
En EE. UU., en cambio, la
industria era incapaz de competir con éxito frente a los productos ingleses,
mientras que la agricultura, en especial la del algodón, dependía, en buena
medida, de la exportación. La industria del noroeste pedía tarifas protectoras,
los agricultores del Sur, en cambio, abogaban por el libre cambio. El asunto de
las tarifas se convirtió —según Sweezy— en uno de los puntos centrales del
conflicto que derivó en la guerra civil. La victoria del Norte supuso la
implantación del sistema de protección aduanero para sus industrias en rápida
expansión.
La conquista del poder político
por parte del capital industrial produce una de estas dos políticas, y el que
sea adoptada una u otra depende del grado de desarrollo de sus industrias en
relación con las de los demás países.
En la esfera de las relaciones
de los países capitalistas con las áreas más atrasadas, dada la superioridad
industrial inglesa, el típico sistema mercantilista de protección comercial,
resultaba más bien una dificultad para la expansión del capital, dice Sweezy.
Inclusive, la política colonial sufre un rudo golpe de los partidarios del
libre cambio.
En cuanto a la exportación de
capitales, la opinión de Sweezy es que no constituye entonces un asunto
esencial en las relaciones económicas internacionales. Y cuando los
capitalistas salían fuera del propio país, para establecerse en otros lugares,
tenían pocas dificultades que requirieran la atención de sus Gobiernos.
En los dos últimos decenios del
siglo XIX tiene lugar un cambio sustancial en la política económica en todo el
mundo capitalista, debido, en la opinión de Sweezy, a tres factores básicos: 1)
el ascenso de naciones capaces de disputar la supremacía industrial a
Inglaterra; 2) la aparición del monopolio; y 3) la maduración de las
contradicciones del proceso de acumulación en los países capitalistas más
avanzados.
En el interior del país, el
objetivo del monopolio consiste en mantener limitada la oferta y, para
lograrlo, brega por excluir del mercado a cualquier producto extranjero que
pudiera restablecer la situación de competencia, mediante la aplicación de
tarifas aduaneras de protección. Por otra parte, el monopolista procurará
exportar su producto. De esta manera puede expandir su industria, acumular
capital sin los perjuicios de rebajar el precio de su producto y gozar de los
beneficios de la producción en gran escala. Para ello, puede, incluso, ofrecer
el producto a precios más bajos que los competidores nacionales en sus propios
países, ya que las ganancias monopolistas en el mercado interno y los bajos
costos de la producción en gran escala, le permiten hacerlo con facilidad. Este
sistema de subvencionar con las ganancias interiores la conquista de los mercados
extranjeros se conoce con el nombre de dumping.
Además, para acaparar valiosas
fuentes de materias primas y extender el alcance de los mercados protegidos
para el monopolio, las potencias capitalistas renuevan su vieja política
colonialista.
La competencia que a Inglaterra
comenzaron a hacer Alemania y EE. UU. y aun Francia, hace más intensa esta
actitud, ya que cada una de ellas intenta adelantarse a todas las demás.
Finalmente, los capitalismos
nacionales, saturados en el interior de sus propios territorios, buscan en la
exportación de capitales la forma de aliviar la depresión de la tasa de
ganancia como consecuencia de la acumulación interna. Sin embargo, no siempre
el interés por exportar capitales encuentra reciprocidad por parte de las naciones
en que pretende establecerse, ya que el interés de la nación económicamente
fuerte no suele coincidir con el de la menos desarrollada, y suele provocar en
ésta un movimiento de liberación nacional.
Estos rasgos que caracterizan la
última etapa del desarrollo capitalista son los que llevaron a Lenin, nos dice
el autor, a darle el nombre de «imperialismo».
XVII. El
imperialismo
Inspirándose en la obra de Lenin
El imperialismo, última fase del capitalismo, cuyo análisis sobre el tema sigue
y continúa a lo largo del capítulo, Sweezy define esta etapa del desarrollo
capitalista como aquélla en la que:
a) algunos países capitalistas
avanzados se encuentran en un plano de competencia con respecto al mercado
mundial de productos industriales;
b) el capital monopolista es la
forma dominante del capital; y
c) las contradicciones del
proceso de acumulación han alcanzado tal madurez que la exportación de capital
es un rasgo saliente de las relaciones económicas mundiales. Como consecuencia
de estas condiciones económicas básicas, tenemos dos características más:
d) una dura rivalidad en el
mercado mundial, que conduce alternativamente a la competencia a muerte y a
combinaciones monopólicas internacionales; y
e) la división territorial de
las partes «no ocupadas» del mundo entre las grandes potencias capitalistas (y
sus satélites)»
Estudiará a continuación algunos
efectos, que considera resultantes, en la estructura económica y social de los
países imperialistas.
El poder militar recibe en el
interior de cada país un poderoso impulso. Este hecho, según el autor, tiene
además consecuencias económicas de gran alcance, ya que probé un campo de
inversión seguro y lucrativo para las ganancias acumuladas en el interior del
propio territorio, importante para contrarrestar la tendencia al subconsumo, y
fomenta también la posibilidad de un nuevo monopolio, el de la producción de
armamentos. Por estas razones, «y muy aparte de las necesidades que tienen su
origen en las rivalidades imperialistas, el militarismo tiende a desarrollar su
propia dinámica expansionista en la sociedad capitalista».
El nacionalismo, si bien no se
trata de un sentimiento suscitado por el capitalismo, es maniobrado por él para
que las masas no carezcan del entusiasmo y la disposición de sacrificio en la
lucha por la dominación económica que libran los capitalistas de su propio país
con los de los otros.
La teoría de la superioridad
racial es interpretada por Sweezy como una justificación seudocientífica de la
dominación de un país por otro en política exterior, y en política interior,
como una máscara de la opresión de clases.
Otra de las características del
capitalismo avanzado sería el estrechamiento de filas en las clases sociales.
En primer lugar, asegura el
autor, los intereses de la gran propiedad tienden a unificarse bajo la
dirección del capital monopolítico. La posible contradicción entre propiedad
industrial y agrícola es resuelta así: «Con el desarrollo del monopolio en la
industria, por una parte, y la apertura de nuevos países agrícolas, por otra,
la vieja disputa sobre la política de tarifas pierde su sentido». El capital se
convierte en furioso defensor de los derechos aduaneros protectores.
La clase obrera, que ha ido
organizándose en la lucha por obtener beneficios, va creando un fuerte sistema
sindical de verdaderas proyecciones políticas.
Quienes no formaban parte de
ninguna de las dos —las antiguas clases medias— sucumben en su independencia
ante el avance del sistema, y van integrándose en alguna de ellas. Sin embargo,
el capitalismo produce una nueva clase media, numéricamente importante, carece
de base objetiva para la unidad de organización y acción política consciente y
eficaz. Como su destino «es el de ser aplastadas por las extorsiones del
capital monopolista, por una parte, y las demandas de mejores condiciones y
mayor seguridad para la clase obrera, por otra» (p. 344), lo típico de su
actitud es la hostilidad hacia ambas. Como puede verse, para Sweezy los únicos
sentimientos «humanos» que existen son el odio y la avaricia.
¿Cuáles son los efectos del
imperialismo en las clases sociales así unificadas?
En la clase propietaria, la
tendencia a buscar la ayuda y protección del Estado.
Los intereses de la clase
obrera, en una política exterior agresiva y expansionista, son más complejos.
En principio, los beneficios de una economía que funciona y los producidos por
el comercio internacional en la provisión de artículos de consumo para
trabajadores les permite elevar su nivel de vida sin suscitar la acerba
hostilidad de sus patronos. Más aún, si la política del capital monopolista
—inversiones en industrias bélicas, exportación de capitales, etc.— se
detuviera, sufrirían las consecuencias de las crisis.
Sin embargo, añade Sweezy, tan
pronto la rivalidad imperialista se hace aguda, la clase capitalista de cada
país procura mantener su situación por medio de la rebaja de los salarios y la
extensión de la jornada de trabajo. Y, finalmente, «resulta cada vez más claro
para la clase obrera que el fin del proceso sólo puede estar en la guerra, de
la cual tiene mucho que perder y poco que ganar».
El obsesivo intento de encontrar
y demostrar «racionalmente» el necesario enfrentamiento de los trabajadores con
todo el resto de la sociedad y justificar así la política revolucionaria adquiere
características panfletarias en algunos momentos: «Acerca de los intereses
económicos de las clases medias hay pocas generalizaciones que valga la pena
hacer, y esto es también verdad respecto de sus relaciones con el
imperialismo... Manipulando las susceptibilidades de las clases medias, y en
menor grado las de los sectores no organizados de la clase obrera, es posible
construir un formidable apoyo de masas para una política imperialista
agresiva... Puesto que, como hemos visto, la clase obrera tiende a ser hostil a
la expansión imperialista, es posible hacer aparecer sus organizaciones y su
política como «antipatrióticas» y «egoístas». De este modo la hostilidad de las
clases medias a la obrera, que existe siempre, puede ser intensificada. Así el
resultado neto del imperialismo es el de ligar más estrechamente las clases
medias al gran capital y hacer más ancho el foso que separa a las clases medias
de la clase obrera».
La nueva situación exige un
aumento del poder del Estado y una extensión del alcance de sus funciones.
En primer lugar, para
salvaguardar los intereses de la clase capitalista frente al poder creciente y
la unidad de la clase obrera. Las tácticas que adopta son la represión y la
concesión que, aunque aparentemente contradictorias, resultan en realidad
complementarias.
También, porque ante el
creciente caos de la producción, la ausencia de la ley reguladora de la oferta
y la demanda debe sustituirse por la acción del Estado. A menudo se interpreta
esta intervención como acción del Estado en beneficio de los consumidores; por
ejemplo, cuando interviene en los monopolios de servicios públicos o de
transporte. «Pero una consideración más importante es la protección a la gran
mayoría de las empresas capitalistas, que dependen en forma absoluta de la
fuerza eléctrica y el transporte, contra las exacciones de un pequeño número de
monopolistas muy poderosos».
Finalmente, dice Sweezy, cuando
el proceso de acumulación y el caos de la producción ponen de manifiesto
algunas de sus contradicciones, el Estado interviene para evitar las quiebras
—de consecuencias sociales gravísimas— con préstamos de fondos públicos,
subsidios a la producción, e incluso haciéndose cargo de las empresas que ya no
son lucrativas. «Un monopolio de Estado en la sociedad capitalista no es más
que un medio de acrecentar y garantizar el ingreso de los millonarios de una u
otra rama de la industria, que están al borde de la bancarrota».
Puede advertirse en la
estructura del poder político la declinación del parlamento en relación con el
poder ejecutivo. Y la razón es que el parlamento es menos eficaz —en la medida
en que es representativo de las verdaderas tensiones de la sociedad— que el
ejecutivo, para aumentar y extender la acción del Estado en favor de la clase
capitalista.
Una vez que la expansión
anexionista de los monopolios nacionales ha agotado todas las áreas del mundo,
sólo las guerras de redivisión son posibles... e inevitables, dado que el
capitalismo, por su misma naturaleza, no puede asentarse, sino que debe seguir
expandiéndose.
A partir de este criterio, hace
Sweezy una interpretación de las guerras del siglo XX. La primera guerra de
redivisión —la del 14— enfrentó a Alemania e Inglaterra, en relación con las
cuales se enrolaron el resto de los países capitalistas. Sus consecuencias
fueron: «1) el poder de Alemania fue temporalmente aplastado y su imperio
colonial fue ocupado por las naciones victoriosas (principalmente Inglaterra y
Francia); 2) Austro–Hungría fue eliminada de la escena imperialista; 3) Estados
Unidos surgió como la nación económicamente más fuerte del mundo; 4) Italia y
Japón, aunque del lado de los vencedores, vieron frustradas sus ambiciones
imperiales; y, finalmente, 5) Rusia se retiró por completo del campo de la
rivalidad imperialista».
Las naciones que quedaron fuera
de la partición de la Primera, pronto comenzaron a prepararse para la Segunda
Guerra: Alemania, Italia y Japón, de un lado; del otro, Inglaterra y EE. UU. La
campaña había ya comenzado con la invasión japonesa de Manchuria en 1931, la
absorción de Etiopía por Italia (1935), la guerra civil española (1936), las
agresiones alemanas a partir de 1936.
Considerando al sistema
imperialista en su conjunto, dos grandes oposiciones, sigue Sweezy, se levantan
contra él.
Recordemos que los rasgos del
capitalismo de monopolio contribuyen a la agravación de la lucha de clases y a
la guerra internacional. Cuando las estructuras económica y social, en las
etapas finales de una guerra, se debilitan notablemente en las potencias
imperialistas, entonces se hacen posibles las revoluciones socialistas. Así
describe Sweezy lo que él mismo llama «la dialéctica del nacimiento y
desarrollo del socialismo».
La segunda oposición es la que
levantan los movimientos de independencia económica nacional. La introducción
de los intereses económicos monopolísticos extranjeros produce en los países
económicamente colonizados una revolución en todo el modo de producción
preexistente, creando problemas que no es capaz de solucionar. La industria
artesana —incapaz de competir con los productos extranjeros— desaparece; la
industrialización avanza a un ritmo lento que es incapaz de absorber las masas
de artesanos arruinados; como consecuencia, aumenta el número de campesinos y
la presión creciente sobre la tierra, lo que arrastra hacia un descenso de los
niveles de vida en el campo. La solución consistiría en una reforma agraria y
en la industrialización, que no se realizarán, ya que el imperialismo
típicamente es aliado de la clase terrateniente colonial, y la industrialización
requeriría la erección de barreras aduaneras, lesivas a los intereses del
monopolio extranjero. Por eso, entre todas las clases del país colonizado surge
el espíritu de liberación.
¿Se intercomunican estos dos
movimientos, la resistencia interior socialista en los países capitalistas y
los de liberación nacional? Sweezy, afirma que terminarán haciéndolo. La
dificultad consiste en trasladar a los obreros —socialistas por definición— a
la conducción de estos últimos, que, como Sweezy mismo reconoce, comienzan
encabezados por la burguesía de los países colonizados.
XVIII. El
fascismo
El fascismo surge en algunos
países capitalistas avanzados como consecuencia de la situación en que quedan
luego de una guerra de redivisión. Uno de ellos —triunfante o derrotado— puede
quedar seriamente quebrantado en sus estructuras económicas y sociales.
Ciertamente que ésta puede ser la ocasión del establecimiento del socialismo,
como ocurrió en Rusia el año 1917. Si la revolución socialista fracasa, puede
establecerse un sistema de equilibrio de clases, bajo la forma de república
ultrademocrática, como sucedió en Alemania y en las naciones de la Europa
Central y Oriental, luego de 1918. El sistema de producción de esta inestable
solución es capitalista. Inestable, porque las contradicciones del sistema
capitalista se hacen aún mayores y no pueden ser resueltas por los métodos
normales que éste usa. Las organizaciones obreras logran la promulgación de
leyes sociales que cargan sobre la producción capitalista exigencias que sólo
pueden soportar: a) exprimiendo a las clases medias, que son las huérfanas en
esta situación; b) sustituyendo mano de obra por maquinaria y engrosando el
ejército de reserva. Las posibilidades del consumo son pobres.
Es cierto que, durante un
tiempo, se revive un proceso de industrialización que, si es alentado por
capitalistas extranjeros, crea una situación que da vida a un ascenso de la
actividad económica, pero una vez reconstruido el aparato de producción, se
descubre que el consumo deprimido no puede mantener niveles económicos altos de
actividad. Podría arreglarse la situación exportando; recordemos, sin embargo,
que sus colonias fueron arrebatadas en la guerra y su fuerza militar agotada o
limitada para intentar aventuras imperialistas.
El fascismo surge en las clases
medias como proyección de un sentimiento de frustración. Los ingredientes
principales de su ideología son negativos: hostilidad al trabajo organizado y
al capital monopolista, vacío que se rellena con el nacionalismo y la
glorificación de la raza a la que pertenecen. Los extranjeros y las minorías
raciales son los responsables de desgracias que no se comprenden. A las clases
medias se agregan «ciertos grupos obreros no organizados, agricultores
independientes, parte del ejército de desocupados, elementos desclasificados y
criminales (el llamado lumpenproletariat) y jóvenes de todas clases».
Es ese nacionalismo revanchista
y la aversión a las organizaciones obreras lo que constituye al fascismo en
potencial aliado de los intereses capitalistas nacionales, ya que son los
obreros y las demás naciones capitalistas sus propios enemigos. Ciertamente, el
capitalismo preferiría resolver sus problemas a su modo, especialmente debido a
la hostilidad del propio fascismo hacia los monopolios, pero no puede hacerlo,
ya que los resortes del Estado no están en su poder y la restauración de la
posibilidad de una guerra imperialista necesita la inyección de nacionalismo
que sólo el nuevo movimiento es capaz de proveer. Ésta es la razón del apoyo
financiero que los capitalistas brindan al movimiento fascista y la tolerancia
de aquellos sectores del Estado dominados por los capitalistas ante los métodos
violentos que emplea.
Una vez en el poder, el fascismo
rompe el equilibrio de clases preexistente, destruyendo los sindicatos y
partidos obreros; «sus organizaciones son aplastadas y sus líderes asesinados,
encarcelados o arrojados al exilio».
El segundo paso es el
establecimiento de un Estado fuerte para preparar la nación a enfrentar una
nueva guerra de redivisión, de revancha.
Podría uno preguntarse si, ya en
el poder, no pondrá en práctica el programa de reformas que preconizaba. El
intento de ponerlo en práctica supondría el desastre económico, y hacer, en
consecuencia, imposible para siempre la realización del sueño de conquista
exterior que constituye la médula ideológica del fascismo. He aquí instaurada
la convivencia entre el movimiento y el capitalismo, identificados en sus
objetivos.
En lo político, el ascenso del
fascismo lleva consigo, en función de la revitalización del Estado, la
supresión de los partidos políticos y la purga de los elementos que, dentro del
partido, no resignen sus programas radicales. Finalmente, la crisis en las
filas del fascismo lleva a integrar las milicias partidarias con las fuerzas
armadas del Estado, con lo que la identificación entre el movimiento y el
Estado de estructuras de producción capitalista es ya completa.
Como muchas veces se ha
presentado al fascismo como una situación nueva en el orden social, ni
capitalista, ni comunista, Sweezy nos recuerda todo lo que ha dicho sobre las
características del capitalismo como sistema. Para los marxistas, las
intenciones de quienes detentan el gobierno de los medios de producción en el
sistema capitalista no pueden ser distintos de los que impone la naturaleza
misma de las cosas; no basta para cambiarlas que se produzca un cambio de
guardia en las personas que ejercen ese control. Como en el fascismo las formas
de capitalismo se mantienen (los medios de producción adoptan la forma de
capital y la explotación sigue tomando la forma de producción de plusvalía), en
consecuencia, la clase gobernante es aún la clase capitalista. Ciertamente, «su
personal cambia un poco», lo que no hace más que «agravar la situación, ya que
estos nuevos detentadores, como todos los advenedizos, ponen en su tarea más
energía y menos escrúpulos» que los anteriores.
Además, los canales separados, a
través de los cuales la clase dominante ejerce el poder económico y el político
de una democracia parlamentaria, se funden bajo el fascismo. Las Cámaras de
Comercio, asociaciones patronales, cárteles, etcétera, son asumidos por la
autoridad del Estado, a través de una serie jerárquica de juntas y comisiones
que los manejan y que tienen su cúspide en los ministerios gubernamentales.
No se produce, sin embargo, la
unificación económica en la forma de un único trust gigante, sino que el
capital permanece dividido en unidades de organización distintas. Quienes
dominan las más grandes son los que constituyen la oligarquía gobernante, y los
que están ligados a unidades más chicas están en una posición inferior. Asegura
entonces Sweezy que, aun dentro de la oligarquía gobernante, los individuos
pesan en la medida del capital que representan. De este modo, se mantiene el
apremio por la autoexpansión: las corporaciones rivalizan entre sí esperando
acrecentar su importancia y fuerza relativa.
Termina el autor aclarando que,
si por «capitalismo de Estado» se entiende que el Estado asume las funciones de
capitalista, centralizando en un único trust todo el sistema de producción, el
fascismo no lo es, ya que tanto el capital como la clase capitalista siguen
estructurados en unidades distintas, y la acumulación, por ello mismo, sigue
siendo el móvil dominante de su producción. Aunque admite que, sin constituir
el sistema económico fascista una unidad de producción, se trata de una
«economía dirigida», en la que el capitalista individual debe subordinarse a
una política nacional unificada.
Las contradicciones del
capitalismo llevan a la desocupación, al estancamiento, la no utilización de
parte de las posibilidades de producción, y sólo tienen la salida de la
expansión externa, en definitiva, la guerra. Sweezy argumenta que el fascismo
ha evitado la primera de las formas de fracaso, pero entrando de lleno en la
segunda.
Como el libro se escribe en
pleno desarrollo de la Segunda Guerra, Sweezy se plantea la posibilidad de que
las potencias fascistas resultaran victoriosas. ¿Cuál sería el futuro de estas
economías? El problema es grave para un marxista, ya que no puede negarse la
posibilidad de que una economía capitalista dirigida pueda evitar las
contradicciones del capitalismo. El único recurso que le queda es suponer que
el fascismo seguirá comportándose, en último término, como empecinado
capitalismo, ciego ante la fosa que él mismo se cave. «No nos referimos a una
posibilidad abstracta, sino a una forma concreta de sociedad que sólo puede ser
entendida en términos de su propia historia y estructura» (p. 376). Concretamente,
supone que el fascismo, al ser capitalista, tarde o temprano tendrá que
enfrentarse con el problema del subconsumo, aun, nos dice, manteniendo el nivel
de plena ocupación, que sería lo único en que se diferenciaría de una potencia
capitalista químicamente pura. La solución podría consistir: en aumentar el
nivel de consumo de las masas o en una expansión exterior. Recordando que la
hipótesis era la de suponer su victoria militar en la Guerra, ya se imagina
cuál solución adoptaría para salvar el problema... Sweezy, sin embargo,
concluye afirmando que ni vale la pena plantearse la cuestión, ya que la
suposición de la estabilidad del fascismo «es una concesión inexcusable».
Del análisis del origen del
fascismo deduce que para el establecimiento del fascismo en un país capitalista
de una manera inevitable sería preciso que se dieran estas condiciones: 1) que
la estructura de toda la nación capitalista debe ser dañada por una guerra (no
es de suponer que un Estado capitalista por una crisis o un estancamiento
llegue a esa situación sin ponerle remedio a través del Estado), y 2) que las
relaciones de producción capitalistas sobrevivan, aunque sea en una forma muy
debilitada. Asombrosamente, Sweezy afirma que ello no es posible como
consecuencia de la Segunda Guerra Mundial.
XIX. Mirando
hacia adelante
Al final de la parte III, el mismo Sweezy nos
hizo ver la posibilidad de que el Estado, mediante una política adecuada de
impuestos y gastos, regulara la relación del consumo y la producción, de modo que
se evitara la tendencia al subconsumo. Es ésta la proposición de John Maynard
Keynes y sus seguidores: el control social del consumo y la inversión.
«Hablando en términos generales, no se puede negar su solidez lógica, ya sea
con apoyo en sus propias razones o sobre la base del análisis marxista del
proceso de reproducción».
La crítica marxista a esta
posibilidad consiste en la afirmación de que no es posible separar la acción
económica de la acción política: ¿puede el Estado, dominado por los capitalistas,
actuar contra los intereses y objetivos del capital cuando ello sea deseable en
interés de la sociedad en su conjunto? Sencillamente, no. «Es evidente que no
podríamos esperar que los capitalistas adoptaran semejante programa como
propio, al menos mientras haya otra salida —y siempre existe otra salida por el
camino de la expansión externa»—. ¿Dónde —preguntaba ásperamente Lenin—,
excepto en la imaginación de los reformistas sentimentales, están los trusts
capaces de interesarse en la situación de las masas, y no en la conquista de
colonias?.
Esta reforma del capitalismo
podría esperarse de la conquista del poder del Estado por un partido político,
siempre que reuniera las siguientes condiciones: a) conservarse libre de la
influencia capitalista, no por algún tiempo, sino de forma permanente; b)
alcanzar el poder y eliminar a los capitalistas de todos los resortes decisivos
del aparato estatal; c) ejercitar la fuerza política del Estado para disuadir a
los capitalistas de intentar la resistencia en el terreno económico.
«Si la experiencia indica las
condiciones necesarias para un movimiento de reforma afortunado, indica también
no menos claramente la imposibilidad de que se cumplan. El ascenso al poder de
un partido político del tipo necesario sólo es concebible en un mundo abstracto
del cual haya sido desterrado el penetrante poder social y político del
capital. En el modesto mundo de la realidad, el capital ocupa las posiciones
estratégicas. El dinero, el prestigio social, la burocracia y las fuerzas armadas
del Estado, los medios de comunicación, todas estas cosas las controla el
capital y las usa y las seguirá usando hasta el extremo para mantener su
posición. Los movimientos de reforma nacen y se desarrollan en una sociedad
dominada material e ideológicamente por el capital. Si aceptan esa sociedad,
aunque sólo provisionalmente, tienen que
tratar de adaptarse a ella, y al hacerlo, ella se los traga inevitablemente.
Los líderes ambiciosos se corrompen con facilidad, y a los partidarios
potenciales los ahuyenta la intimidación o la propaganda; tenemos por
consecuencia lo que bien pudiera considerarse como característica saliente de
todos los movimientos de reforma, el trueque progresivo de los principios por
respetabilidad y votos. El resultado no es la reforma del capitalismo, sino la
quiebra de la reforma. Esto no es ni un accidente ni un signo de la inmoralidad
de la naturaleza humana; es una ley de la política capitalista».
El capitalismo sólo puede
esperar las contradicciones que lleva consigo, hasta que desate finalmente
fuerzas que ya no puede controlar. «La perspectiva, ciertamente, no es grata,
pero en nuestra sección final trataremos de demostrar que tiene un lado más
prometedor para quienes quieran verlo».
La tesis primitiva de los
marxistas fue siempre que la revolución socialista ocurriría más o menos
simultáneamente en todos los países avanzados de Europa.
Esta tesis, sin embargo,
resultaba insostenible en 1924, cuando sólo en Rusia los socialistas habían
conseguido mantenerse en el poder; los socialistas rusos se plantearon entonces
la posibilidad de la construcción del nuevo sistema de producción en un solo
país. La controversia se planteó en el XIV Congreso del Partido Comunista de la
U.R.S.S. en 1925. La tesis primitiva, sostenida por Trotsky, fue vencida por la
de Lenin y Stalin; Trotsky afirmaba que, si bien era posible la construcción
del socialismo en un solo país, su permanencia estaría asegurada cuando el
socialismo hubiera triunfado en la escala internacional. La opinión de Stalin sobre
el desarrollo de la transición del capitalismo al sistema socialista, contando
con la existencia de una Rusia socialista, consiste en la exportación de la
revolución a los países satélites de las potencias capitalistas avanzadas,
hasta constituir un bloque de países socialistas lo suficientemente fuerte como
para enfrentar militarmente al constituido por los capitalistas.
Admitiendo la tesis de Lenin y
Stalin del enfrentamiento, abierto y decisivo, entre ambos bloques, Sweezy se
muestra partidario de otra alternativa.
En tanto el socialismo ruso, nos
dice, «es sólo una isla en el océano del imperialismo» no ejerce una influencia
decisiva en las estructuras de éste, las rivalidades imperialistas eclipsan la
rivalidad capitalismo–socialismo. Ahora bien, cuando la influencia del
socialismo, apoyado por la U.R.S.S., refuerce su acción en el interior de los
países capitalistas y en sus satélites, ¿se provocará la consolidación del
imperialismo o, más bien, su disolución? Si lo consolida, la opinión del enfrentamiento
final es más probable; en el caso contrario, no.
La sospecha de Sweezy es que
cualquier desarrollo del socialismo alertaría a las potencias capitalistas que,
naturalmente, harían todo lo posible por consolidar su situación; pero ese
desarrollo agudizaría los antagonismos de clase internos y, sobre todo, los
conflictos de estas potencias capitalistas con sus satélites. «No parece
improbable —concluye— que los efectos de un desarrollo ulterior del socialismo,
desintegradores del imperialismo, sobrepujen a los efectos consolidadores»
Sweezy espera confiadamente —en 1942— que con la guerra «el imperialismo haya
recibido una herida mortal de la que nunca se recobre para incendiar de nuevo
al mundo».
«Comencemos con la suposición de
una derrota militar del fascismo alemán. Se puede imaginar que este feliz
acontecimiento sería seguido por el colapso del régimen capitalista y la
victoria del socialismo en casi todo el continente europeo, no meramente en
Alemania y los países ocupados, sino también en Francia, Italia y España. Los
intentos de intervención angloamericana no están excluidos, pero parece difícil
que tuvieran éxito; aquí la oposición de la clase obrera británica sería
probablemente el factor decisivo». Sweezy concede, bien que a regañadientes, la
posibilidad de que Inglaterra permanezca fiel al sistema capitalista; de esta
manera, el bloque imperialista quedaría, más o menos, constituido por EE. UU.,
Inglaterra y sus dominios, probablemente América Latina y partes de Asia.
La imaginación creadora del
autor le lleva aún más lejos. El buen ejemplo del bloque socialista causará
estragos en la estructura interna de los países capitalistas: «¿Cuál sería la
influencia de la victoria del socialismo en tan vasta porción del mundo, y de
la constante elevación del nivel de vida en las áreas afectadas, sobre la
estructura social del imperialismo? ¿No es claro que las clases trabajadoras en
las áreas industriales avanzadas, y las masas de los países atrasados, presas
aún entre las redes del sistema imperialista, se sentirían poderosamente
atraídas por el nuevo sistema socialista? Para la oligarquía imperialista
gobernante, ¿no sería cada vez más difícil, y aun, a su tiempo, imposible
organizar una cruzada contra el nuevo y ampliamente extendido sistema socialista?
La respuesta parece ser obvia».
No contento con todo esto,
concluye su análisis con la siguiente invocación a la historia: «Las
posibilidades extremadamente hipotéticas de hoy pueden estar a la orden del día
de mañana. Entre tanto —y a menos que la situación cambie mucho más rápidamente
de lo que parece probable entre el momento en que se escribe este capítulo y el
momento en que se publique—, la gran mayoría de lectores pensará, sin duda, que
nuestro análisis es irreal y traído por los cabellos, para no usar términos más
duros. Las tendencias subyacentes no siempre se muestran en la superficie. Pero
no hay para qué discutir el punto ahora; dejaremos de buen grado que decida el
porvenir».